Cristóbal Mó Ti es maya poqomchi’, a sus 46 años se define como agricultor y defensor de la memoria y el territorio. Ha tenido una vida dedicada al servicio de las comunidades. Coordina con los pueblos indígenas de Alta Verapaz la búsqueda de víctimas desaparecidas del conflicto armado interno. Ha ocupado diversos cargos en organizaciones dedicadas a velar por los pueblos mayas.
Siempre anda con los pies descalzos, llevando consigo la historia del pueblo poqomchi’, una historia de alegrías, pero también de muchas tristezas. Originario de la comunidad El Rancho, San Cristóbal Alta Verapaz, se unió a la Unión Verapacense de Organizaciones Campesinas (Uvoc) para resolver el tema del acceso a la tierra.
Fue preso político, capturado el jueves 5 de enero del 2017 cuando llegaron las instituciones de Estado que brindan seguridad a la comunidad de Santa Inés, no para resolver la problemática histórica de la propiedad de la tierra que afecta a 20 familias poqomchi’ de ese lugar, sino para mostrar el rostro represivo de la institucionalidad democrática que tanto nos exigen que respetemos.
Ha sufrido cuatro desalojos. Dos de tipo judicial, en los que estuvieron presentes funcionarios del Ministerio Público, jueces de paz, personal de la Procuraduría de Derechos Humanos, unos 160 elementos de la Policía Nacional Civil y un pelotón de miembros del Ejército.
Nos cuenta:
“Éramos cuatro hermanos, pero lamentablemente por el conflicto armado en el año 82 nos fuimos ya disminuyendo, o sea que nos desaparecieron a dos miembros de la familia. Mi papá se llamaba Domingo Mó, y mi hermano, Domingo Mó Ti. Los desaparecieron el 25 de julio de 1982 a las afueras de nuestra casa en la aldea, un grupo de militares.
“Nosotros estábamos en nuestra casa, no sabíamos nada, estábamos durmiendo, y de repente, a las cinco de la mañana, vimos un montón de soldados que tenían pintada la cara de negro como una especie de aceite quemado. Entonces, en ese caso no los podemos identificar nosotros a ellos, llegaron y entraron a la casa, fueron a agarrar a mi papá, lo patearon, lo agarraron del pescuezo, lo tiraron ahí, lo volvieron patear y a mi hermano mayor lo fueron a agarrar. Entonces uno de los militares dice «ese patojo que se venga para acá», porque se dieron cuenta de que yo estaba viendo y pues agarraron a mi mamá, se llevaron a mi papá y a mi hermano mayor, Domingo. Domingo tenía 14 años.
“Ahí comenzaron a disparar. De hecho, yo tengo un recuerdo aquí de un raspón de una bala, y lo tengo aquí, mirá, y jamás nunca se me va a olvidar.
“Cuando se los llevaron, no salimos a buscarlos, por temor a que le pasara algo al resto de nuestra familia. A los tres meses nosotros salimos a buscar a nuestro papá y hermano, pero ya no fue posible localizarlos. Nosotros creemos que se lo llevaron para la comunidad de Quixal y que allá hay muchos cuerpos humanos. Allí hay un cementerio clandestino y hay muchos hermanos de nuestros hermanos y vecinos que están tirados adentro del río.
“La vez pasada pensé en pedir ayuda para poder ir a investigar. Adentro de esas pozas de agua hay huesos, hay hermanos víctimas y… tal vez aparecen mi papá y mi hermano. También queremos que esos lugares sean investigados por el Ministerio Público, porque no es posible que quede impune.
“Nosotros, como decimos, no sabemos nada, no salíamos al pueblo, así que nos agarraron de sorpresa, pero sí estábamos escuchando que los vecinos hablaban de personas que estaban matando: «tengan cuidado, van a llegar con ustedes». Pero ¿nosotros qué sabíamos…? Estábamos en nuestra casa, nuestro terreno; no podíamos huir así.
Nunca jamás, ni en ese entonces, conocimos a la guerrilla. Muchas personas hoy en día dicen «¡esos son guerrilleros!»¿Cómo lo pueden comprobar? Los militares dicen ahora que éramos guerrilleros, cuando teníamos ocho años… En ese entonces yo tenía nueve años y, ¿adónde iba a traer yo las armas? ¿En qué se basan los militares, los coroneles, los generales para decir que los guerrilleros estaban en Alta Verapaz en ese entonces?
“Presentamos las denuncias, y estamos en proceso todavía, pero más que todo lo que queremos nosotros es justicia. También acudimos a estos señores que hacen el examen de ADN y, gracias a estos estudios, el viernes 8 de abril del 2016 logramos encontrar los restos de nuestro padre, Domingo Mó, que fue identificado entre 588 osamentas que fueron exhumadas en el año 2012 en 85 fosas clandestinas dentro de la zona militar número 21, actualmente Comando Regional de Entrenamiento de Operaciones de Mantenimiento Paz (Creompaz), pero falta mi hermano.”
Como parte de la construcción de la memoria histórica, los pueblos q´eqchi´, poqomchi´, achi´ y mestizo, en el marco de la conmemoración de las víctimas del conflicto armado por medio de una exposición de fotografías, caminatas y recorridos, el 25 de febrero conmemoraran a sus familiares en el día nacional de las víctimas de la guerra. Dan a conocer que no están de acuerdo con la modificación de la Ley de Reconciliación Nacional, que conllevaría “una amnistía generalizada para todos los casos de graves violaciones de derechos humanos y crímenes cometidos durante el conflicto armado interno”, es decir, un retroceso en materia de derechos humanos.