28 de febrero 2019
Luego de una amena plática con el historiador, investigador y editor, Antonio Móbil, hemos podido conocer más sobre el camino que nos ha traído a la crisis permanente que se vive en Guatemala. Esta es la mirada crítica de un hombre que vivió en carne propia los años trascendentales del país durante el siglo XX.
Es un lunes caluroso en la ciudad, es su tráfico insoportable de todos los días, en la 14 calle de la 3a avenida, en el viejo edificio de la editorial Serviprensa, se encuentra la oficina de Antonio Móbil (Tono, para los amigos). El pasado 22 de febrero cumplió 89 años. A pesar de las enfermedades propias de la edad, se esfuerza por trabajar medio día. No todos los días se habla con una persona que fue parte de la Asociación de Estudiantes Universitarios, cuando el gobierno de Jacobo Arbenz fue derrocado.
Don Antonio pasa las mañanas en su oficina rodeado de libros y recuerdos. No olvida el 20 de octubre de 1944 y los cañonazos que escuchó desde su casa, cuando una revolución de militares, estudiantes y trabajadores derrocó al gobierno de facto del general Federico Ponce. “Yo tenía 14 años, ese día surgió en mí la conciencia democrática”, rememora.
La juventud universitaria de los años 50 vivía un contexto muy distinto de la era de los “aparatos magnéticos” —como le llama don Antonio a los celulares—. En aquellos días, él y sus cercanos en la universidad se nutrían de libros. Nos cuenta que eran intelectuales, verdaderos revolucionarios y bohemios ocasionales —un tarro de cerveza para debatir sobre política, no está de más de cuando en cuando—. Don Antonio Móbil era parte del secretariado de la AEU del 54, ente cercano al gobierno de Jacobo Arbenz. El derrocamiento de este gobierno fue un balde de agua fría para esa juventud estudiante y representó lo que él llama: “el fin de la era democrática y el inicio del precipicio en el que nos encontramos”.
La lucha contra el comunismo invisible
Jacobo Arbenz Guzmán fue derrocado por los Estados Unidos y el fantoche pero protagónico Ejército de Liberación Nacional. A Móbil le parece absurdo que muchos aseguren que durante la época de Arbenz se vivía bien pero que fue derrocado por ser “comunista”, cuando en realidad apenas había impulsado una reforma agraria.
El año 54 marcó la vida de Antonio Móbil. Luego del derrocamiento de Arbenz, los miembros de la AEU, sin tener claro cómo actuar, intentaron obtener armas en un cuartel militar en la ciudad. Fueron amenazados por un teniente y a los pocos días Móbil y sus amigos solicitaron asilo en la embajada de Chile, país donde pasó tres años y pudo conocer la academia y la vida política desde una sociedad más próspera que la guatemalteca.
Su perspectiva de la actualidad
“Estamos en un precipicio”, dice. Hace una pausa y continúa:
“Actualmente la gente tiene incapacidad para verse a los ojos y dialogar, la gente saca su celular y se pierde. Los programas que educan a los niños ya no contienen un verdadero contenido de valor, además la represión que vivimos durante 60 años ha sembrado miedo en todos y actualmente la juventud se aleja de todo aquello que no le afecta de forma directa, sin estar conscientes de las consecuencias que esto puede traer (…)
“Han logrado dividirnos, saben que la unión hace la fuerza y las luchas están separadas. Hace falta unirnos y cambiar el modelo del sistema bajo el cual somos gobernados, porque hacer cambios actualmente sería como construir un edificio en un pantano.”
Es hora de partir. Me despide poniéndose de pie con dificultad. Muestra las fotos que tiene en su librero y me asegura que sigue teniendo claros sus ideales. A sus 89 sigue siendo profundamente revolucionario y cree que nos espera un largo camino para recobrar el camino democrático; un paso importante es retomar el sentido crítico y actuar a pesar del miedo.