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Créditos: Archivo CIRMA
Tiempo de lectura: 3 minutos

Por: Juan Calles

El clima en Uspantán, Quiché, es frío y la neblina se empeña en pasearse por las calles silenciosas, aún no arranca el día, los comerciantes y los buses colectivos aún no rompen el silencio. Un gallo canta triste a lo lejos y el motor del nixtamal apenas se deja escuchar prometiendo tortillas para el desayuno.

Gregorio Yujá nació en Uspantán, allí desarrolló su vida, allí jugó chamuscas y allí se hizo catequista, allí se enamoró y procreó a sus hijos. Hoy la familia de Gregorio Yujá, treinta y ocho años después de su muerte, aún siente el terror, la inmensa tristeza y rehuyen hablar del tema. Su cuerpo responde por ellos y parecen desaparecer en sus recuerdos dolorosos.

Fotografía: archivo CIRMA

Gregorio  fue el único sobreviviente de la masacre en la Embajada de España, junto al embajador español, Gregorio fue llevado a un hospital privado de donde horas más tarde, las fuerzas de seguridad del Estado guatemalteco lo secuestraron, para luego dejar su cuerpo torturado en el campus de la universidad de San Carlos de Guatemala.

Fotografía: archivo CIRMA

Treinta y siete personas más murieron calcinadas en la Embajada de España, llegaron para denunciar las masacres, los secuestros, la violencia que el Ejército de Guatemala ejercía en el norte de país contra población civil, desarmada y hambrienta. La respuesta del Estado fue incendiar la Embajada con todos los manifestantes dentro.

Hoy, cuarante años después de este acto inhumano, las familias de quienes murieron en la embajada aún lloran, aún sienten, recuerdan como la noticia de lo sucedido los aplastó, literalmente trituró sus vida y su futuro. Las personas que murieron en la Embajada eran personas valiosas, importantes en su comunidad y sus colectivos, catequistas, estudiantes, obreros, campesinos, todos líderes valiosos para esta sociedad que hoy sufre la carencia de dirigentes probos y con principios.

Fotografía: todanoticia.com

Por este hecho se enjuició y condenó a Pedro García Arredondo, teniente coronel y jefe del Comando Seis en 1980, por el asesinato de 37 personas, además por el asesinato de dos estudiantes universitarios cometido el 2 de febrero de ese mismo año durante el sepelio de las víctimas de la embajada.

Es necesario recordar quienes fueron las personas que murieron en la embajada por el simple hecho de denunciar las atrocidades del Ejército, es necesario reivindicar

sus nombre, su lucha, su vida y su recuerdo. Esta sociedad se los debe, esta sociedad debe reconocer que estas muertes aún nos marcan y nos llevan a ser la sociedad dispersa y sin orientación que hoy somos.

A manera de homenaje hoy listamos los nombres de los hombres y mujeres que murieron violentamente por denunciar, por hablar, por decir:

Campesinos y catequistas: Gregorio Yujá Xoná, Mateo Sis, Víctor Gómez Zacarías, Juan Chic Hernández, Mateo López Calvo, Juan José Yos, Maria Ramírez Anay, Regina Pol Cuy, Francisco Chen, Salomón Tavico, Vicente Menchú, María Pinula Lux, Juan Us Chic, Francisco Tun, Trinidad Gómez Hernández, José Ángel Xoná, Gabino Mario Chuté, Juan Tomás Lux, Mateo Sic Chen, Juan López Yax, Gaspar Vi Vi, Felipe Antonio García y María Ramírez Anay.

Estudiantes universitarios y obreros: Sonia Magaly Welches Valdez, Luis Antonio Ramírez Paz, Leopoldo Pineda Pedroza, Edgar Rodolfo Negreros y Blanca Lidia Domínguez Girón.

Personal Diplomático y ciudadanas españolas: Felipe Sáenz Martínez, Jaime Ruiz del Árbol Soler, María Wilkem Molina viuda De Barillas, María Lucrecia Rivas Fernández de Anleu, Nora Adela Mena Aceituno, Miriam Judith Rodríguez Urrutia, María Teresa Vásquez Ochando y María Cristina Melgar Espinoza.

El ex vicepresidente de Guatemala Eduardo Rafael Cáceres Lenhoff y Gustavo Adolfo Molina Orantes.

Durante el sepelio de las víctimas de la Embajada, el comando seis de la policía guatemalteca asesinó a dos estudiantes universitarios: Gustavo Adolfo Hernández y Jesús España.

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