Créditos: literaturaguatemalteca.org
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Por Rafael Romero

Cuando llegó el momento de enfrentarme a la temida tesis de graduación, un nombre brilló más que los otros pocos que me había planteado: Luis de Lión. Por la cercanía de su persona (no llegué a conocerle, pero mi padre y él fueron compañeros y amigos desde el diversificado; llegué a conocer sí a su esposa María Tula y su hija Mayarí), por la pulcra coherencia de su vida respecto de su literatura y por la fascinación que despertó en mí la magistral El tiempo principia en Xibalbá, no podía decantarme por otro más que él y que su obra. No obstante, los acercamientos de otros estudiosos y licenciados en letras ya se habían producido, en especial, en su única novela y quizás el más representativo de sus libros. Superar el nivel de sus trabajos y proponer algo realmente novedoso, optando también por ese texto, suponía un pequeño obstáculo; así que recurrí a otra de sus entrañables obras: La puerta del cielo y otras puertas, compuesta por siete cuentos de características similares entre sí y cortas extensiones.

A mi parecer, la obra completa de de Lión está impregnada de ciertos tópicos muy particulares, todos fundamentales para comprender y valorar su literatura. Luego de decidirme por La puerta de cielo y otras puertas y de las múltiples lecturas de rigor, escogí tres, entre otros: léxico, identidad e ideología. ¿Cómo habla? ¿A quién o a qué representa? ¿Qué piensa? Ésas fueron las cuestiones iniciales. Palabras, rasgos e ideas. ¿Cómo definir estos conceptos? Combinando la propia vivencia del autor y la información que se puede extraer, en este caso, de sus cuentos, el tinglado quedó más o menos así: Juan Caca (por poner un ejemplo) es un individuo que se expresa mediante un código específico, que denota algunos rasgos culturales, sociales y antropológicos, y que suele actuar y desenvolverse bajo tendencias ideológicas afines al socialismo y a la izquierda, vástagos de las teorías de Marx, de la lucha de clases y del proletariado. Se trata entonces del indígena-maya, ladinizado, con ese bagaje impuesto del castellano y los modismos típicos de su espacio (el área rural de Guatemala; guatemaltequismos) y la opresión sobre la espalda, como pan de cada día, detalle que lo impulsa a reflejar la realidad de una identidad (la suya propia, como arquetipo) y de una ideología (la del autor*).

Dicho lo anterior, me planteé una cuestión que pretendiera establecer una hipótesis a comprobar: ¿es posible que el léxico empleado por Luis de Lión en sus cuentos refleje su postura ideológica y determine a su vez su identidad como indígena-maya guatemalteco? Como intelectual, como lector empedernido, como escritor de grandes dotes, de Lión bien podía haber recurrido al artificio literario y construir su obra con un lenguaje preciosista, elaborado, poético, cincelado, etc.; sin embargo, optó por la espontaneidad y los sesgos de lo coloquial, lo popular y lo cotidiano, sin caer en la insustancialidad y en la ramplonería. Podría decirse que re-significó ese tipo de expresión lingüística y le imprimió calidad estética. Leyendo sus cuentos, pude percibir que subyacía una intención social, no sólo de comunicar sino de patentizar y, por qué no, de concienciar. La investigación, por lo tanto, requería un enfoque socio-lingüístico, pero no algo meramente teórico sino más bien pragmático. Las preocupaciones formales de de Lión no sólo eran estéticas sino sociales y parecía ser que el lenguaje —y específicamente el léxico— era el recurso ad hoc para lograr un cometido: amalgamar el fondo y la forma de manera que el resultado arrojase una porción significativa de la realidad del individuo guatemalteco** en una época conflictiva, tiranizada y represiva: los años 80 de Guatemala.

Según el testimonio de sus amigos más cercanos, de Lión creía firmemente que toda escritura debía estar cimentada en la vivencia, de lo contrario se corría el riesgo de aquello sonara como “a cosa hueca”. Yendo hacia lo más esencial de un texto narrativo, como lo son las palabras (sueltas o en frases hechas), analizándolas y aglomerándolas en un variopinto universo llamado el léxico del habla popular guatemalteca, deduje que de Lión pretendía ser una suerte de vocero, un pregón del pueblo, de la aldeíta abandonada de Juan Caca, con sus caites, su morral y su “Castilla”. La conciencia de de Literatura guatemalteca de de Lión lo empujaba a comprometerse y a alzar la voz en pos del oprimido. Su voz y sus palabras eran (y son) la voz y las palabras de sus personajes. En La puerta del cielo y otras puertas no hay atisbos claros que demuestren que nos hallamos frente a cuentos de carácter social propiamente dichos, ni mucho menos ante intentos panfletarios. A pesar de su trasfondo, de Lión supo manejar sus recursos de manera que siempre existiera un equilibrio entre lo social y lo estético: he ahí su gran mérito. Ese ‘a puro huevo’, ‘chiche’, ‘de la gran diabla’, ‘chirmol’, ‘andar revoloteando’, etc., conformaron la materia prima con la cual, entre otros elementos a considerar, la intencionalidad y la conexión sociedad creación por parte del autor quedaron demostradas.

Más que un acierto personal (la terna examinadora coincidió unánimemente en premiar el trabajo de investigación con la distinción Cum Laude), una tesis de graduación para obtener un grado universitario, quisiera que Léxico guatemalteco, identidad e ideología en la puerta del cielo y otras puertas de Luis de Lión supusiera un profundo agradecimiento al desaparecido autor y un mínimo y sencillo homenaje a su memoria. Gracias, Ave Muda.

Madrid, marzo 2008

Notas al pie: * No está demás recordar que Luis de Lión, aparte de educador y escritor comprometido, fue miembro del Sindicato Magisterial, del Partido General del Trabajo (PGT) y pieza fundamental de la cúpula ideológica de los movimientos guerrilleros y revolucionarios desde finales de los años sesenta, detalle que le costó la vida y que truncó lamentablemente una de las voces más genuinas de la literatura guatemalteca de los últimos 40 años.

** Permítaseme la aclaración de esta generalización al indicar que, en efecto, el “individuo” que más sufrió las consecuencias de ese oscuro panorama de la historia guatemalteca fue el campesino (identificado a manera de cliché con el indígena-maya) y el obrero (identificado, igualmente, a manera de cliché con el asalariado de los suburbios capitalinos y la zonas rurales), ambos situados en el escalón más bajo de la pirámide social, emparentados irremediablemente con el analfabetismo y la pobreza.

Enlace: Vida y obra del escritor guatemalteco Luis de Lión en la Página de Literatura guatemalteca

http://www.literaturaguatemalteca.org/lion.html

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