Durante 365 noches y 365 días, la población de las comunidades de San José El Golfo y San Pedro Ayampuc han vivido en la “Comunidad de la Resistencia”. La noche del sábado 2 de marzo es una noche especial, pues se está cumpliendo un año de lucha pacífica contra el proyecto minero el Tambor I Proyecto VII Derivada, propiedad de la empresa norteamericana KCA. El inicio de esta nueva jornada en la Puya se están realizando un encuentro por la defensa del territorio y la Madre Tierra, compartiendo con organizaciones campesinas e indígenas, comunidades y pueblos que están luchando contra megaproyectos en diferentes lugares del país.
– Comité Campesino del Altiplano – CCDA del departamento de Sololá
– Unión Verapacense de Organizaciones Campesinas – UVOC de los departamentos de Alta Verapaz, Baja Verapaz, e Izabal
– Frente Petenero contra Represas, del departamento de Petén
– Puente de Paz de Ixcán, Quiché
– Asociación de Comunidades en Defensa del territorio – ACODET, Ixcán, Quiché
– Frente Ixcaneco por la Defensa de la Vida y el Territorio, Ixcán, Quiché y Petén.
– La Otra Cooperativa, departamento de Petén.
– Prensa Comunitaria.
Guatemala enfrenta las consecuencias de la guerra y la crisis del Estado neoliberal o neocolonial, dominado por los intereses transnacionales, saqueando y destruyendo los bienes de nuestra vida, natural y mineral; nuestro pueblo está siendo golpeado por la crisis y terror de Estado.
También reprimiendo, desalojando y despojando a comunidades campesinas e indígenas y mestizas de sus territorios, por la voracidad de los megaproyectos de minerías, hidroeléctricas y monocultivos de palma africana, teca, melina y caña.
En cambio, para nosotras y nosotros, la tierra nos da la vida. Allí es donde nos reproducimos y donde producimos para vivir. En la tierra están nuestras formas de organización y también nuestros elementos de identidad y culturales. Ahí donde desarrollamos nuestra vida, es donde dimensionamos nuestro territorio.
Es parte de nuestra vida, nuestra cultura, nuestra historia.
Pero cuando vemos como está repartido el territorio, nos damos cuenta que los pueblos estamos arrinconados en este territorio. Primero hacia las montañas, y ahora también desde las montañas.
Por eso luchamos para defender nuestro territorio… Y ha llegado el tiempo del amanecer… un nuevo sol.
Es el tiempo de replicar lo que nuestras abuelas y abuelos nos enseñaron a decir: que todos y todas se levanten, que no se quede nadie atrás. Pero, para “que nos amanezca la aurora”, hemos de unirnos en un solo pensamiento, una sola voz, una sola lucha, porque una es nuestra realidad histórica y uno es nuestro destino común.
Son tiempos de cambio… de rebeldía.