Créditos: Aroldo Mateo
Tiempo de lectura: 3 minutos

Texto: Yulisa Gutiérrez y Aroldo Mateo

Fotografías: Aroldo Mateo

Daily Analí Domingo Martínez de 15 años es una de las menores que falleció quemada el 8 de marzo en el Hogar “Seguro” Virgen de La Asunción en San José Pinula. Pasó más de una semana para que sus restos fueran enviados a su natal Huehuetenango. Este es el trágico relato de una joven que soñaba con superarse.

Una iglesia cristiana de la zona 8 de Huehuetenango fue el lugar utilizado para que fuera velada desde la mañana del 16 de marzo. Flores, sillas vacías y algunos familiares rodeaban el féretro de la menor, a la espera de ser sepultada en un cementerio.

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Daily era la segunda de seis hermanos. Era una niña carismática, sonriente y con deseos de superación, así la recuerda su mamá Ana Martínez. “Mi hija se fue a vivir con su papá pero él le pegaba constantemente porque su mujer le daba quejas de ella”, refirió la madre al narrar que Daily era agredida. Por ello buscó refugio en la casa de una tía pero su padre la denunció ante las autoridades, quienes la trasladaron hacia el Hogar Seguro el pasado 19 de enero.

Desde entonces, Eddy Gualberto Domingo no preguntó por su hija, según lo afirmó la madre: “aun sabiendo de la tragedia, y que ella podía estar entre las víctimas, no se comunicó conmigo para saber si Dailyn estaba bien. Él trabaja de maestro en una escuela de Los Alisos, en San Pedro Necta, y hasta el momento no se ha presentado a ver qué información hay de mi hija. Él podía pedir permiso en su trabajo, pero no lo hizo”, refirió.

Quería superarse

 “Mi hija era aplicada, estudiosa y colaboradora. Ella quería seguir sus estudios y ser una contadora, le gustaba la música, sobre todo el piano y quería aprender a tocarlo”, dijo la madre con lágrimas en los ojos. “Estaba emocionada porque este año seguiría sus estudios ya que su papá le dijo que la inscribiría para cursar segundo básico”.

Además, dijo que de pequeña, su hija permaneció en Fundación Salvación por tres años pues ella debía trabajar. Argumenta que en ese lugar la cuidaban de día y al culminar la jornada laboral pasaba por ella para llevarla a casa.

 Durante el tiempo que su hija permaneció en ese refugio, ¿usted fue a visitarla?

“Soy de escasos recursos y no contaba con lo necesario para hacer el viaje, el lugar es lejano. Pedí al Juzgado de la Niñez de Huehuetenango que me diera el número de teléfono del refugio pero me dijeron que no podían dármelo porque estaba prohibido”.

¿Cuándo fue la última vez que usted vio a su hija?

“Fue en el mes de diciembre, la vi feliz. Recuerdo su sonrisa y lo contenta que estaba porque la iban a inscribir en el colegio. Le dije que si estaba segura de seguir viviendo con su papá y me dijo que sí, entonces le dije que se portara bien”.

¿Cómo se enteró de lo que ocurrió ese miércoles?

“Vi en la televisión que en ese refugio hubo un incendio y también lo escuché en la radio. Guardé la esperanza de encontrarla con vida, la busqué en varios hospitales, fui a otros refugios pero no la encontré. Finalmente permanecí en el Instituto Nacional de Ciencias Forenses (Inacif) y me dijeron que mi hija estaba entre las fallecidas. Me hicieron una prueba de ADN y ahí confirmé que sí era mi hija”, dijo con la voz entrecortada.

El hogar de la muerte

La angustiada madre dijo que ese refugio no tiene nada de seguro. “Es una casa criminal de la muerte, no protegen a los niños, no hicieron nada por auxiliarlas ¿Dónde estaba el director de ese lugar cuando ellas gritaban? Si las hubieran ayudado no hubieran muerto y las quemaduras no fueran tan graves. Quiero que se haga justicia, no sólo por mi hija o las otras niñas que ya murieron, sino también por las que están luchando por sobrevivir. Esa tragedia la provocó una mano criminal”, concluyó.

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