Créditos: Equipo de Respuesta Inmediata Inmediata (ERI)
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Desde el anuncio del primer caso de covid-19 en Guatemala, un grupo de bomberos se comenzó a preparar para algo que nunca antes habían hecho. Enterrar a sus conocidos ha sido de las tareas más difíciles y en este relato se destacan algunas anécdotas al servicio de la comunidad.

Por Gilberto Escobar

Eduardo Martínez es el coordinador del Equipo de Respuesta Inmediata (ERI) en Totonicapán, conformado por bomberos que durante la pandemia provocada por el coronavirus se han encargado de trasladar y sepultar a las personas fallecidas.

Martínez tiene 27 años y es bombero desde hace 10 años. Ha recibido múltiples cursos que le ayudaron a organizar y crear, junto a sus compañeros, diversos protocolos de seguridad para sepultar a los fallecidos por covid-19 en el departamento.

Al inicio eran solo cinco bomberos los que se encargaban de la tarea, pero debido al incremento de casos de coronavirus ahora son diez, relató Martínez. En ese equipo de rescate también está su hermano, Francisco.

“Nosotros somos bomberos municipales desde hace 10 años y gracias a los cursos sobre  manejo de materiales peligrosos y sustancias peligrosas, que en inglés se conoce como “Hazmat”, tenemos habilidades y conocimientos para realizar este trabajo”, relató Martínez.

Martínez, recordó que ellos movilizaron a la primera paciente de covid-19 en la cabecera de Totonicapán, “era una señora de 61 años y murió en el camino, nadie se quería hacer cargo, pero el miedo desapareció y nosotros hicimos el embalaje y nos comunicamos con el alcalde, quien compró la caja y una bolsa para poder enterrarla de manera adecuada, nosostros sellamos la caja, pero no realizamos ese entierro”.

Para leer sobre el caso de la primera paciente de covid-19 de Chipuac:

https://prensacomunitaria.org/chipuac-la-aldea-donde-la-existencia-del-coronavirus-esta-en-duda

Paso a paso

A partir de esa primera experiencia con la fallecida por covid-19, el alcalde de Totonicapán, Luis Herrera, solicitó al equipo de bomberos que se hicieran cargo del tratamiento de los cadáveres y su sepultura, bajo los protocolos adecuados del Ministerio de Salud y los que el equipo de bomberos comparte a nivel nacional. Además, les apoyó con la compra de equipo e insumos para su tarea.

“A veces los trajes los usamos por más de 10 horas y estar en uno de ellos es como permanecer en un sauna”, añadió Martínez. El equipo de protección que usan está certificado por protocolos internacionales de salud y al terminar de usarlos son incinerados.

El proceso para garantizar que se apliquen los protocolos necesarios para enterrar a las personas fallecidas por covid-19 puede durar hasta cuatro horas y según el entrevistado, todo comienza al recibir la llamada del Hospital Nacional José Felipe Flores de Totonicapán.

“Cuando recibimos esa llamada activamos nuestros protocolos, nos hidratamos, vamos al baño, nos tomamos la temperatura y nos cambiamos, todos estos pasos en nuestra sede”, comentó Martínez. 

Ahora, el hospital también realiza el embalaje de los fallecidos y cuando ya están listos, el hospital o la funeraria los trasladan a la puerta del cementerio, en ese momento entran en acción los bomberos que ahora también son sepultureros.

Nosotros solo realizamos el primer embalaje con el caso de la señora de Chipuac mencionó Martínez, el hospital de Totonicapán ha realizado aproximadamente cinco o seis embalajes, los otros lo realizan las funerarias.

“Estando adentro del cementerio, recibimos el cadáver, lo llevamos para el nicho, descontaminamos el área con amonio cuaternario, y nosotros utilizamos alcohol al 96 por ciento, también desinfectamos las herramientas y hasta nos toca hacer el trabajo de albañilería en los nichos, si es necesario”, indicó Martínez.

La oración y la videollamada

Mientras se realizaba ésta entrevista, al fondo, se podían escuchar los balbuceos de una pequeña niña. Es la hija de Martínez que tiene 9 meses de edad y jugueteaba a su alrededor mientras él continuaba narrando: “otras de las cosas en las que intentamos apoyar a las familias es con una oración o una videollamada al momento del entierro, con el objetivo de poder hacer sentir que acompañan a su ser querido  hasta el último momento de esa fatal despedida”, indicó.

“Ponernos del lado de la familia del fallecido es muy duro. Un día nos tocó enterrar a un amigo y al estar allí, me llamó su familia y me pidieron hacer una videollamada. Por supuesto que la hicimos, pero escuchamos a la familia en su dolor y eso es difícil, porque no podemos quebrarnos en esos momentos y nos ha tocado tragarnos las lágrimas”, comentó martínez.

Hasta el 13 de agosto, según el reporte del Área de Salud de Totonicapán los fallecidos por covid-19 ya suman 32 personas, de esos casos el equipo ERI ha enterrado a 28.

“Yo siempre soñé con salvar vidas, nunca imaginé enterrar personas, pero lo hacemos por el amor a nuestro pueblo e intentamos no ver sufrir a las familias”, agregó Martínez.

El trabajador de la salud indicó que la tristeza los afecta y agota psicológicamente, porque proyectan sus miedos y sus preocupaciones por su propia familia. “Cuando manejo el camión y pienso en los fallecidos, le pido a Dios que nos libre de enterrar a nuestra familia o un bombero”, dijo Martínez, quien recordó que él y su hermano enterraron a un amigo medico y sufrieron la carga emocional y física del suceso. Hasta el momento no reciben ningún tipo de atención o acompañamiento psicológico para sobrellevar ese trauma.

 “Un día soñé que estaba enterrando a mi hermano y otro día desperté a mi esposa y la tome de la mano para decirle: hay dos muertos.  Yo no recuerdo mucho, pero ella me lo dijo después”, indicó el rescatista. 

Entre críticas y reconocimientos

Pese al trabajo de riesgo que realizan los bomberos y ahora en los sepelios, durante el proceso de contención a la pandemia de coronavirus, mucha gente los ha criticado o rechazado, en algunos casos, cuando los ven por la calle se pasan al otro lado de la banqueta.

No obstante, también hay personas que valoran el trabajo que realizan, Martínez indicó que “hace pocos días fui a recortarme el cabello, el peluquero me dijo, no le voy a cobrar, porque se cuál es su trabajo, más que lo económico, eso tiene un valor emocional invaluable”, indicó.

Sin la pandemía

Sin la pandemia de coronavirus, los hermanos Martínez estarían combinando sus trabajos habituales con su labor de bomberos. “Mi hermano es maestro de computación en un colegio pero también es bombero municipal. Ambos pertenecemos al Convite Navideño Ángel Pérez Quiroa”, puntualizó Eduardo Martínez

Otra posibilidad que la pandemia les arrebató es su pasión por jugar fútbol. Martínez también es administrador de hoteles y restaurantes.

Todas las actividades de los hermanos bomberos han quedado suspendidas y ahora se dedican a llevar ofrendas, como flores o ropa, a los fallecidos en nombre de las familias, para despedir a sus seres queridos con dignidad.

Los días de los hermanos Martínez  transcurren entre la sepultura de víctimas de covid-19, salvar vidas como bomberos y dedicar las pocas horas que les quedan libres para convivir con sus seres queridos.

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