Por Miguel Angel Sandoval
Si algo sacamos en claro en estas semanas, es que la movilización social está en la base de una verdadera democracia en países como el nuestro. Nada hay que se haya logrado sin lucha popular. Y como una novedad, es que ahora se consolida, la acción profundamente democrática de las autoridades indígenas tradicionales o ancestrales. Hoy vemos que los derechos sociales o económicos, culturales o políticos, no se obtienen solo de la acción benevolente del estado, o de la generosidad de los políticos. Hoy sabemos algo que parecía olvidado, que los derechos, particularmente políticos, se obtienen con la lucha democrática. Sea por la vía electoral o por la movilización social organizada, en las formas que la misma adquiera de acuerdo con las circunstancias.
Ya no se trata solo del recuerdo más que cercano, -no hablo de otros momentos históricos-, el levantamiento de octubre de 2023 simbolizado en los 106 días de resistencia popular al llamado de las autoridades con sus varas. Recuerdo ahora que, en las movilizaciones de 2015, hubo un momento en que autoridades de algunos pueblos, entre estos los ixiles, desfilaron en medio de la muchedumbre que en esa ocasión estalló en aplausos y reconocimientos. Se abría una época que en 2023 tuvo una especie de consagración. Hoy vemos su profundidad y fuerza. Aunque es necesario advertir que esa sangre nueva de cepa milenaria, está y estará presente en las jornadas populares por venir.
Es cierto que la memoria es algo esquivo en nuestro país. Y justo es recordar que en la actualidad el factor nuevo es que los pueblos indígenas y sus autoridades llevan a cabo una cerrada lucha por la democracia y, sobre todo, con la idea de que muchas de las autoridades electas deben rendir cuenta de sus actos. Es ante esta visión que están expuestos los actuales diputados. El llamado a derogar el acuerdo de auto aumento, deberían de escucharlo lo más rápido posible. Están contra la pared, lo entiendan o no.
Esto es algo que los pueblos indígenas ven como un activo político de gran contenido democrático. No es casual que venga desde los pueblos con cultura milenaria. En este caso, servir no es un discurso, sino una acción cotidiana, una práctica social y culturalmente aceptada, pero también es una práctica que se cultiva social y culturalmente. Es por esa razón que los pueblos indígenas al plantear una lucha por la democracia lo hacen como expresión de un servicio comunitario. En esto estriba la diferencia entre los llamados políticos que en verdad son unos mercaderes de la política, con el ejemplo que ahora nos dan los pueblos originarios. Y esta visión es la que separa la lucha de los pueblos indígenas de las expresiones oportunistas, advenedizas o que pretenden manipular demandas legitimas.
En esta ocasión se produce el llamado de atención de los pueblos indígenas, encabezados por los ya emblemáticos 48 cantones, a los diputados que festinadamente se aumentaron los sueldos en más de 100%. Y el llamado fue: o derogan dicho abuso o aténganse a las consecuencias. Es por esto que el martes recién pasado, la directiva del congreso anunció que el aumento se suspendía. Cómo era de suponer, la suspensión por sí misma no resuelve el fondo del asunto. Dicho aumento inmoral, vergonzoso e ilegal es rechazado por medio mundo y ahora todos están a la espera de su derogación. Por cierto, los 48 cantones manifestaron que, si no se hacía en un plazo de 5 días, habría consecuencias no deseadas por nadie. De esto deberían estar muy conscientes los diputados que ahora están en lo más bajo de la credibilidad o de la simpatía entre la gente. Son desechables.
Me puede decir cualquier persona que al plantear eso sobre las expresiones sociales y políticas de los pueblos indígenas, es idealizar, pero en verdad es algo que fue escrito en varias columnas que intentan explicar el levantamiento del año 2023, y ahora puedo confirmar que el sentido profundo de esas columnas tiene hoy una suerte de afirmación en la Lucha que en estos días impulsan los pueblos con sus autoridades. Es algo que se encuentra inscrito en el Acuerdo de Identidad y Derechos de los Pueblos Indígenas -ADIPI- que en estos días conmemora 30 años de haber sido suscrito en el marco de las negociaciones de paz.
Dicho de otro modo, la manipulación de los partidos producto en gran medida de una ley electoral antidemocrática, excluyente y racista, está tocando su fin. Sera necesario la creación de nuevos partidos que tengan en su visión de país las nuevas realidades, dentro de las cuales se encuentra el rol de los pueblos indígenas en la lucha democrática. Y conceptos como el comunitario o de servicio a la comunidad. El de la consulta permanente, o el de la renovación de los mandatos. Son los signos de la época. En ello el acuerdo de identidad y derechos de los pueblos indígenas -AIDPI- juega un rol importante. Es un conjunto de derechos y el recordatorio de que nuestra sociedad es plural, multiétnica y que cuenta con culturas históricas con idiomas propios. Entender esta dimensión nos hará crecer en un país de nueva democracia.