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Créditos: Alex PV
Tiempo de lectura: 4 minutos

 

El Palo Volador es una de las actividades que se destacan en Chichicastenango, Quiché, para celebrar su fiesta patronal y recibir el solsticio de invierno los pasados 18, 19 y 20 de diciembre.

Texto y fotos por Alex PV

En Chichicastenango, Quiché, una de las actividades más destacadas durante las festividades en honor a Santo Tomás y para dar la bienvenida al solsticio de invierno es el Palo Volador, una danza ceremonial ancestral que atrae a miles de turistas nacionales e internacionales cada año.

Los danzantes, vestidos de monos y jaguares, suben por las escaleras de un árbol de 30 metros de altura y luego descienden en círculos, sujetos por cuerdas atadas a sus cinturas y tobillos. Esta espectacular danza es acompañada por los sonidos de instrumentos autóctonos, especialmente la marimba de tecomate.

Los danzantes, vestidos de monos y jaguares, suben por las escaleras. 
La danza del Palo Volador es acompañada por los sonidos de la marimba. 

El Palo Volador simboliza la lucha entre el bien y el mal, y su origen está plasmado en el Popol Vuh, el libro sagrado de los mayas K’iche’. En este texto, se narra la historia de los hermanos Jun Batz y Jun Ch’owen, quienes fueron castigados y convertidos en monos tras intentar asesinar a los dioses gemelos Ixb’alamke y Junajpú.

Esta práctica ancestral no solo conmemora la fiesta patronal de Chichicastenango, sino que también está estrechamente vinculada al solsticio de invierno, que ocurre alrededor del 21 de diciembre. Este evento astronómico marca el día más corto y la noche más larga del año, representando el renacimiento del Sol y el inicio de un nuevo ciclo.

Para los pueblos originarios de Guatemala, el solsticio es un momento de renovación espiritual y de agradecimiento a la Madre Tierra. Es también un punto clave en los rituales agrícolas, pues la alineación con los ciclos naturales es fundamental para la planificación de las cosechas y otros aspectos de la vida comunitaria.

Durante el solsticio, las comunidades realizan ceremonias espirituales y fuegos sagrados, ofreciendo alimentos, incienso y oraciones, reforzando así la conexión con los elementos naturales y el cosmos. En este contexto, el Palo Volador se convierte en un ritual de gran importancia, ya que los participantes no solo celebran su fiesta patronal, sino que también honran los ciclos cósmicos y la naturaleza.

El Palo Volador es una práctica presente en tres municipios de Guatemala. Además de Chichicastenango, se realiza en Cubulco, Baja Verapaz, del 23 al 27 de julio, en honor a Santiago Apóstol, y en Joyabaj, Quiché, del 21 al 28 de agosto, en honor a San Bartolomé. Sin embargo, Chichicastenango es uno de los lugares más emblemáticos para presenciar este ritual, que se lleva a cabo del 18 al 21 de diciembre.

Conoce más detalles acá:

Cubulco mira al cielo mientras descienden los danzadores del Palo Volador

La organización de este evento recae principalmente en la alcaldía indígena del municipio, con la participación activa de seis personas encargadas de realizar el ritual, una práctica heredada por generaciones dentro de las familias locales. A pesar de su importancia, quienes mantienen esta tradición enfrentan desafíos económicos, ya que los gastos del ritual son cubiertos principalmente por las familias involucradas.

Este año, los rituales comenzaron el 2 de diciembre con una ceremonia maya (Kotz’ij) en el idioma K’iche’, dirigida por un Ajq’ij en el base del palo, frente a la Iglesia Católica, acompañada por la música de marimba de tecomate.

Al día siguiente, el Palo Volador fue trasladado desde la comunidad El Molino, un tronco de aproximadamente 30 a 40 metros de altura, por unas 70 a 100 personas. Antes de cortar el árbol, se pidió permiso a la naturaleza mediante una ceremonia dirigida por el Ajq’ij. La misma noche, el tronco fue colocado en su lugar, listo para el ritual que se celebró entre el 18 y el 20 de diciembre de este año, como narró Yohana Gonzales Calel, maestra bilingüe y fotógrafa comunitaria de Chichicastenango.

La danza del Palo Volador se celebró entre el 18 y 20 de diciembre en Chichicastenango, Quiché. 

El legado del Palo Volador se transmite de generación en generación dentro de las familias, como es el caso de Juan Tol, quien a sus 46 años de edad lleva 35 practicando esta tradición que heredó de su padre. Ahora, su hijo de 11 años, Antony Tol, continúa la tradición, participando como uno de los monos, aunque aún no ha realizado su primer vuelo, ya que debe esperar a estar emparejado con otro volador de peso similar.

El legado del Palo Volador se transmite de generación en generación dentro de las familias. 

Chichicastenango es el único municipio donde particulares pueden participar en el ritual y subir al palo. Durante las festividades, el municipio recibe a miles de turistas, atraídos por la belleza y la profundidad cultural de este ancestral rito, que no solo es una danza, sino también un símbolo de identidad y conexión espiritual con los ciclos del cosmos.

Chichicastenango es el único municipio donde particulares pueden participar en el ritual y subir al palo. 

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