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Por Jesús Hernández

Se ha conocido recientemente la renuncia del gobernador de Quetzaltenango y, por tanto, el cambio que se inicia en esta gestión de la política regional. Se hace necesario recuperar ese sentido de presencia del gobierno a través de la autoridad nombrada para este cargo.

Ser gobernador es una tarea importante, urgente y necesaria para, valga la redundancia, el buen gobierno en la región. En muy poco tiempo, pero urgente en las tremendas necesidades que hay en la región, ver cuál es el avance de gobernanza en materia social, política y económica en la región. Sin embargo, no se puede hacer una evaluación de lo que se hizo en el corto período del gobernador que ha renunciado al cargo. Sinceramente he visto más un desgaste personal que en materia de gobernanza, el liderazgo fue opaco. Lamentable.

Ahora bien, el cargo de gobernador debe ser la respuesta al desarrollo socioeconómico de la región, especialmente en Quetzaltenango, donde la realidad de inseguridad y violencia se debaten en el mayor compromiso que deberá ventilarse para el buen desarrollo del municipio y del departamento, porque fue una de las prioridades del nuevo gobierno. El tiempo de prueba ha terminado, pero también la resiliencia de la población se agota al pedir mayor intervención en las situaciones claves y urgentes para el departamento. Habrá que ver qué significa ese segundo lugar que tiene el departamento en la baja ejecución del presupuesto asignado: ¿por qué no se avanza en los proyectos? ¿Qué intereses, a quién se beneficia? Mientras tanto hay caos.

Ojalá no se repita el círculo de desgaste entre la vieja costumbre de no dejar hacer; sino que prevalezca la buena coordinación y ejecución de planes que beneficien a la población.

Otro punto relevante en este escenario de gobernadores departamentales es el posicionamiento de mujeres al frente de este puesto, se tiene presencia de 14 mujeres a nivel nacional, entre titulares y suplentes. Es un buen espacio para el posicionamiento de las mujeres en la política y la templanza que prevalece en el buen ejercicio de la política: buenas decisiones y soluciones; propuestas de políticas públicas que serán necesarias para la buena coordinación; evaluación y monitoreo del presupuesto. En otras palabras: la transparencia del gobierno al servicio de la población.

Estamos en el tiempo que el calendario maya, en su práctica del día a día recuerda la culpa como paso hacia el perdón. La reconciliación como punto de equilibrio entre la persona, las personas, y la naturaleza. Hay pecado, hay errores que deberán reflexionarse en la práctica y compromiso que hacemos con la vida. ¿Cómo llevar eso en la práctica de la política comunitaria? Es decir, la responsabilidad que tenemos todas y todos para involucrarnos y respaldar los esfuerzos que se hacen para avanzar hacia el buen vivir, tan preciso concretarlo en esta región. Malaya, recursos tenemos, la voluntad de hacerlo bien es la ruta para seguir trabajando.

Se realizan congresos, agendas y diálogos para revisar las prioridades que hay en la región, pero también en la urgente necesidad de avanzar hacia resultados; no puede hacerlo una sola persona, para ello estamos en comunidad y desde nuestras diferencias y con respeto, avanzar hacia metas concretas.

En este sentido, la comunión con nuestros antepasados, recién conmemorado este 2 de noviembre, ha sido la renovación del compromiso que hacemos todos cuando se hace memoria de hombres y mujeres que han dejado en este mundo ejemplo de lucha, entrega y sacrificio por lograr un mejor país; por lo tanto, el recuerdo, compromiso y vida plasmado en la entrega de lo que hicieron en su vida es la ruta que debemos seguir todos. Nos recuerdan que también nosotros debemos estar en esa disponibilidad de trabajar siempre por el bien común.

De repente caminamos hacia esa reconciliación e intentamos trabajar por el buen vivir…de repente

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