Por Miguel Ángel Sandoval
En medio de la confusión mediática que vivimos en nuestro país, las tareas centrales para el actual proceso que tiene inspiración en la revolución de octubre, aparecen muy muy confusas o se pierde de vista la tarea central que es defender su legado histórico y concreto.
No es un juego de palabras, antes bien, es un recordatorio del hilo conductor entre la revolución de octubre y su posible renacimiento, en eso que se ha denominado como la nueva primavera. Pero sobre todo nos remite a la defensa de la memoria y los hechos históricos, de manera particular, todo lo que son los avances del proceso que se abrió en octubre y que continúa en la actualidad en otros tiempos, nuevos actores, y circunstancias inéditas. Pero sin perder las raíces
Si se toma en cuenta que los principales logros de la revolución de Octubre fueron las medidas sociales que desde el año 1954 han estado bajo la presión de las derechas conservadoras de todo tipo y que de forma reciente, en los últimos 40 años, bajo el denominador común del neoliberalismo, mientras en contrapartida, son años de defensa cerrada de este legado, con luchas populares, y todos los recursos disponibles.
Si somos medianamente serios sabemos que, por lo menos durante los últimos 40 años, la idea de privatizar los fondos sociales del IGSS y la institución completa ha sido el objetivo declarado o a medias oculto, de los últimos gobiernos . Desde el gobierno de Arzú y los que siguieron con alguna excepción.
Es lo mismo con el código de trabajo y todas las leyes de protección laboral. Desde las argucias legales hasta el planteamiento de renovar y sobre todo modernizar las leyes laborales, para incumplir el espíritu garantista del código laboral heredado de la Revolución de octubre. Las únicas reformas incorporadas tienen que ver con el espíritu de los aportes de naciones unidas, así como instrumentos o internacionales. Como el convenio 169 que busca el reconocimiento de derechos para los pueblos indígenas ante los embates principalmente multinacionales con sus socios locales.
En otro terreno, la educación pública y gratuita, ha sido objeto de todo tipo de ataques, desde su descapitalización hasta la tendencia perversa desestructurar los contenidos humanistas para meterla en una aventura de conocimientos técnicos para forzar la creación de empleos “calificados” pero siempre mano de obra barata para empresarios que no entienden de derechos laborales y responsabilidad. Social empresarial.
Ni hablar de la autonomía universitaria reducida a su mínima expresión luego de años de embates de los corruptos
Son parte del legado de octubre, la mayor inversión en instalaciones deportivas del país con la ciudad olímpica como prueba de ello. Sin dejar de lado la cultura y las bellas artes. Es por ello un legado integral.
En otras palabras, antes que los discursos de quienes niegan la revolución de octubre por considerar que es algo viejo, del siglo pasado o de otra época, nuestra tarea consiste en proteger, salvaguardar y proyectar sus principales legados. Y por esta vía, todos de manera clara, entender el hilo conductor entre lo que hicieron nuestros antepasados, que nunca se ha roto y que ahora lo podemos proyectar con un gobierno que tiene sus raíces en la gloriosa gesta de octubre de 1944. Y que se comprometió desde siempre a preservar ese legado y sus más claras realizaciones.
De la misma manera que defendimos la democracia y el triunfo electoral de Bernardo Arévalo, ahora nuestra obligación ciudadana es defender el primer piso de la primavera que se espera, que tiene en este legado su razón de ser.
Junto con ese legado octubrista, lucha nacional contra la impunidad y la corrupción tienen ahora una enorme oportunidad pues el gobierno que inició en enero se este 2024, la ha convertido en su prioridad, en el eje político de su acción de gobierno a pesar de los ataque de unos y otros que por ser afectados o por no entender la gran coyuntura histórica se prestan a los más insípidos ataques.
Para utilizar una figura, la construcción del edificio de la nueva primavera, viene en en estos meses de echar los cimientos, falta construir en todos sus detalles el primer piso para luego dar paso a otros niveles de cumplimiento, .aun sí parcial, de las expectativas creadas durante los meses que arrancaron el 25J y que nos llevaron al 14 E.
Es de interés nacional dar cuenta del actor novísimo que se incorpora de pleno derecho a la lucha por la democracia y la defensa y el legado de octubre: los pueblos indígenas y sus autoridades que ahora son la base más firme de la continuidad que debe tener la revolución de octubre.
El desafío es de naturaleza gigante pues como sabemos, la democracia y sus instituciones fueron desmanteladas durante el último cuarto de siglo, al tiempo que las demandas ciudadanas se han multiplicado.
Es una herencia perversa que hay que derrotar. En lo económico, social, cultural, deportivo, en todos los órdenes. En ese empeño nos debemos dar cita todos los demócratas y revolucionarios de este país. No hay alternativa.
Aunque también debemos advertir que esa lucha en todos los frentes señalados y aquellos que se nos escapan en estás notas, van acompañadas de la exigencia renovada por un mejor desempeño del gobierno actual, pues la defensa del legado de octubre y su proyección no pueden tolerar omisiones, ausencias y deficiencias. Tenemos el camino abierto y nada nos puede detener, salvo nuestras incapacidades. Se pueden cometer errores, pero no se vale olvidar los compromisos y las expectativas de millones.
Octubre y su legado están vivos. Y nuestro compromiso debe renovarse de forma permanente.