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Créditos: Prensa Comunitaria
Tiempo de lectura: 3 minutos

Por Jesús Hernández

En el calendario maya, Ix es el nahual de la mujer; se recrea desde la espiritualidad maya con la naturaleza y los elementos que dan vida al ser humano: los ríos, las plantas, las montañas, el aire, la luz. Esta lectura del I’x nos permite valorar la gran riqueza que hay en la naturaleza con la responsabilidad de cuidarla y de protegerla.

Hay que hacer esa mirada hacia los cuatro puntos cardinales para comprender esa maravilla que tenemos en este entorno natural. Cerrar los ojos para contemplar la pertenencia a esta tierra que da identidad, origen y raíz. Vico (2024), escribe que este día “es la fuerza que los antepasados encontraron en la cabeza, en los oídos, en el olfato, en el gusto, en las manos, en el corazón, en la sangre, en los pies”. (p.54)

Habrá que preguntarnos hasta qué punto tenemos conciencia de esta relación de pertenencia e identidad con la tierra, el territorio y la territorialidad; es decir, el sentido de pertenencia a este lugar de origen, también se convierte en la responsabilidad de devolver poco a poco lo que ‘voy tomando de esta naturaleza’.

Tomo dos nudos de esta coyuntura sociopolítica que vive el país, la necesidad de contar con una Ley de Aguas y la recuperación de un sistema de justicia.

Cito en esta conciencia de pertenencia, lo que se hace en el servicio comunitario de las autoridades indígenas de Totonicapán. Cada año se sirve a la comunidad y se hace a través del ‘kaxkol’, como un tiempo de sacrificio y de tremendas batallas que se tendrán que librar para acompañar a la comunidad. Es un servicio que implica saber devolver lo que estoy tomando del territorio: agua, leña, aire, frutos de la cosecha. Por lo tanto, hay que saber devolver lo que recibimos de la tierra a través del servicio.

Servir a la comunidad es un privilegio pero también es obediencia y escucha, porque se hace con lo que el pueblo decide en la asamblea. Hay alternabilidad en el servicio; irá tocando a los miembros de la familia conforme van creciendo y conformando su propia responsabilidad, pero sin olvidar que nos debemos al territorio. La autonomía se convierte en el principal desafío que permite cumplir con las “consignas”, es decir, las tareas que deben continuar para el cuidado y defensa del territorio. Esto toca distintas dimensiones: la familia y su bienestar en la comunidad; el bosque y el agua; la limpieza del territorio (violencia, contaminantes, entre otras).

Este sentido de saber devolver pone en la palestra el cuidado y respeto que hay en el territorio del agua y el bosque. Cabe entonces la pregunta, ¿Qué tan necesario es hacer o contar con una ley de agua? Pienso que sí es importante, porque no se vale que empresas desvíen los ríos; no se vale que también nosotros contaminemos los ríos con las prácticas consumistas. Se podrá contar con esta ley pero que sea administrada por las mismas autoridades comunitarias, que conocen bien el territorio. Este es un desafío y una responsabilidad que implica cuidado, que no dudo se puede hacer, pero sí importante que se tome en cuenta la cosmovisión de los pueblos originarios con relación al cuidado y protección de los recursos.

Experiencia hay, historia también; por lo tanto, una ley sin la voz de los pueblos originarios no avanzaría mucho y lo fundamental, que las prácticas ancestrales sean siempre las que prevalezcan en los territorios donde están las autoridades indígenas.

La imagen de maternidad y cuidado que nos refleja el día IX es entonces una relación de respeto, equidad e igualdad. En el escenario político, me gustaría saber cuántas mujeres han quedado en la lista de candidatos que ha entregado la comisión de postulación para magistrados a la Corte Suprema de Justicia y si con ello, se logra equilibrio en la fuerza y balanza de la justicia.

Un camino de selección, elección y de propuesta nada fácil para esta coyuntura política que vive el país. Por lo menos se superan fases, pero habrá que confiar en la ruta a seguir, para recuperar poco a poco a uno de los principales sistemas de poder en el país ante la demanda de toda la población para que haya respeto y aplicación recta y justa a las tremendas necesidades sociales y económicas para todas y todos.

De repente empezamos a despertar más y nos solidarizamos con la acción colectiva de los pueblos, que nos recuerdan que debemos estar atentos a estos tiempos; nuestra solidaridad y respeto a su acompañamiento, muchas veces no comprendido por algunos académicos…

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