Por Jesús Hernández
En el diálogo con los abuelos se nos ha dicho que la palabra kamik tiene dos significados. El primero se traduce como “muerte”; y el segundo, se refiere al “ahora”.
Por el lado de la muerte significa que es el paso a la memoria, al recuerdo, a la historia o unión con los antepasados. Sin embargo, este es un tránsito o camino que implica un recorrido de luchas y batallas; es una caminata de bajar y bajar para pasar por el “puente”; implica cruzar raíces y oscuridad en ese camino tortuoso, para luego subir y encontrarse o unirse con los antepasados. Es un camino que habrá que hacer hacia el xib’alb’a, y para ello hay que prepararse.
Se recrea el xib’alb’a como lugar en el que se pasan las pruebas, según el mito que está en el Popol Vuh. Esas pruebas son provocadas por los señores de la muerte, de la enfermedad, del dolor.
Esta explicación del mito puede hoy entenderse con lo que actualmente vive la ciudadanía guatemalteca. Una serie de pruebas, una tras otra… parece no acabarse y nos convertimos en espectadores de lo que pasa en la política, la economía, en fin, en los distintos ministerios. Esos señores de la muerte, los que actúan en la sombra, en la oscuridad y que se recrean con sus trampas para encerrar la verdad y que gozan con el poder que tienen. Tienen capacidad para revertir lo que podría ser una esperanza para el pueblo y ellos, a proteger a sus demás miembros de la muerte.
Por ejemplo, se destapa el caso de la defraudación que cometieron las empresas y que robaron millones de quetzales, pero esos señores de la oscuridad, los que protegen a los que provocan muerte, salen con otro nivel de persecución: al que “propicia la impunidad y corrupción”, dicen. Malaya de investigadores, que cuando se les pregunta por qué no investigaron antes a esas empresas que estaban pensadas, diseñadas y creadas específicamente para robar… dicen que tal vez están en otras fiscalías… que ellos solo atienden lo que se ha presentado en la denuncia de un ciudadano… ¡firmita de ciudadano!
Y nuevamente salen esos temas de sensibilización que nos dicen, “si tuviéramos ese dinero disponible lo que sería posible cubrir”: comida, infraestructura, vivienda, medicina, cuadernos o libros…uf, pare de contar. Y volvemos otra vez a la misma cantaleta: ayer fueron 37 millones (caso la línea), hoy son más de 300 millones (B410) … pero vea usted, la justicia de ellos sigue perdonando esas deudas y, con un “su tiempito que pasen en el calabozo”, más adelante no habrá o no se podrá demostrar que han cometido faltas y por tanto, quedan libres. Así es el papel de los señores de la sombra, de la muerte y de la oscuridad.
En la justicia maya, que es de reparación se le preguntaría: ¿por qué lo robaste? ¿Acaso no trabajas, no te alcanza lo que tenés? ¿en dónde escondiste el dinero? Y entonces reconocería su culpa y lo devolvería… ¡aquí está! Y lo regresa, y tal vez se le pide que pase un mes limpiando las calles de la comunidad o haciendo la línea blanca en las carreteras, pero que devuelva todo el dinero. Algo muy lejano para estos señores de la muerte, que no son capaces de ver lo que hay dentro de su alma, de su corazón. A propósito, parece chiste lo que nos dice el banco de Guatemala: ‘imprimirán billetes de un quetzal’, ¿será porque los de doscientos ya se agotaron, porque están en caletas?
Por eso, habrá que volver al segundo momento que nos dicen los abuelos, al “ahora”, el kamik. Es ese tiempo de nacer, de dar vida a lo que se piensa que no se puede recuperar. Habrá que darle nueva vida a esto que tenemos, al gran potencial que tiene esta ciudadanía, la comprometida para que se logre el cambio. No sé hasta cuando vamos a aguantar tanto daño… el nivel de resiliencia de esta sociedad es increíble: aguanta y aguanta. Pero todo tiene un límite: ¿hasta cuándo?
De repente volvemos a indignarnos ante tanto atropello que cometen estos señores de la muerte y exigimos que haya justicia social, que es la que más duele en lo ancho y ajeno de este país… de repente… es el kamik de los pueblos.