Después de casi tres años de trabajo y una inversión de más de Q679 mil, los pobladores del caserío Santa Rosa, en Santa Cruz Barillas, Huehuetenango, inauguraron su nuevo cementerio comunitario, un proyecto que surge como respuesta a la falta de espacio en el cementerio municipal.
Por Simón Antonio y Sebastián Francisco
El pasado 24 de agosto, los pobladores del caserío Santa Rosa, en Santa Cruz Barillas, Huehuetenango, se reunieron para celebrar la inauguración oficial de su cementerio comunitario. Este proyecto comenzó a gestarse en septiembre de 2020 y ha sido un esfuerzo colectivo que involucró a 19 fundadores de la comunidad y 193 habitantes.
La necesidad de un cementerio en Santa Rosa surgió ante la escasez de espacios en el cementerio general de la cabecera municipal. “Comenzamos a pensarlo porque en el cementerio general ya no hay lugar para enterrar a nuestros familiares. Para conseguir un nicho, no baja de Q10 mil”, explicó Javier Méndez, uno de los fundadores del proyecto.
Esta realidad impulsó a los habitantes del caserío a unirse y trabajar en conjunto para crear un lugar donde pudieran dar el último adiós a sus seres queridos sin las dificultades económicas que enfrentaban en el cementerio municipal.
El nuevo cementerio cuenta con una extensión de 57 cuerdas, una porción significativa de terreno que beneficiará a 193 habitantes de la comunidad. “La gestión del proyecto inició en septiembre de 2020, hasta que se inauguró el sábado, pero queda mucho trabajo por hacer”, indicó Sebastián Francisco, otro de los fundadores.
El costo total del proyecto, incluyendo la mano de obra, ha alcanzado los Q679 mil 570, pero aún queda pendiente la construcción de varias estructuras, como la colocación de la cruz, los sanitarios y la circulación del perímetro.
El trayecto hacia el cementerio es relativamente corto: se encuentra a un kilómetro de la comunidad, lo que facilita el acceso, tanto a pie como en vehículo. Este lugar se ha convertido en un símbolo de la unión y esfuerzo de la comunidad para garantizar un espacio digno para sus fallecidos.
A pesar de las dificultades económicas, los miembros de la comunidad han aportado generosamente para la construcción del cementerio. Cada beneficiario ha contribuido con Q3 mil 500, aunque esta cifra no incluye la mano de obra, la cual ha sido un esfuerzo voluntario por parte de la población.
El apoyo municipal fue limitado, con la legalización de la documentación como su mayor contribución, según detalló Javier Méndez. A pesar de esto, la comunidad no se detuvo, demostrando que la cooperación y la dedicación pueden superar los obstáculos financieros y burocráticos.
El caso de Santa Rosa es un ejemplo inspirador para las comunidades vecinas, muchas de las cuales enfrentan desafíos similares. El proyecto ha sido un recordatorio de que, incluso en tiempos difíciles, la unidad y el esfuerzo colectivo pueden hacer realidad los sueños más esenciales.
El trabajo aún no ha terminado, pero la inauguración del cementerio de Santa Rosa es un hito significativo en la historia de la comunidad, un lugar que ahora acoge a aquellos que, en vida, fueron el alma de este caserío.