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Soy mestizo que reivindica también su parte indígena

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Créditos: Prensa Comunitaria
Tiempo de lectura: 3 minutos

 

En estos días, en Guatemala, se ha desatado en las llamadas “redes sociales” (virtuales) una discusión sobre las identidades. En ocasiones, las opiniones que se expresan son con agresividad y falta de respeto, ahondando las diferencias y las heridas históricas que nos confrontan.  Quiero compartir mis pensamientos al respecto.

Por Juan José Hurtado

Paxil Kayala’, junio de 2024

Podría decir que “soy ladino”, pero no me gusta decirme ladino, porque además de que el origen de la palabra es peyorativo, en la escala social me sitúa en el lado del opresor. De allí que, al momento de definir mi identidad, diría inicialmente que soy un hombre mestizo, origen urbano, de capas medias, que ha tenido la oportunidad de estudiar, maduro, progresista, con un trabajo durante la mayor parte de mi vida en áreas rurales e indígenas. Esto nos da ya una primera reflexión:  las identidades no son únicas y planas, sino que son varias identidades que se entrelazan. Además, como individuos, somos únicos, formando parte de una colectividad.

Al definirme como mestizo, que es una mezcla, lo hago porque rescata mis raíces indígenas, a la vez que mis raíces europeas.  No está de más recordar que en la mayoría de los casos, el mestizaje que se inició hace ya más de 500 años, en sus orígenes fue un hecho violento, en que mujeres indígenas fueron tomadas como botín de guerra por los soldados españoles invasores, como otra forma de consumar la dominación.

Mi apariencia no es siquiera la de la mayoría de guatemaltecos.  Más bien dicen que parezco “gringo”, referido a todos aquellos que son blancos originarios de otros países, incluyendo a europeos.  Ya me acostumbré a que con frecuencia me pregunten: “¿Y usted de qué país es?” O bien, que otros cariñosamente me digan “el gringo pobre”.

Por lo general, utilizo camisas confeccionadas con telas indígenas y uso morral. No lo hago como disfraz, sino que lo hago con respeto y orgullo porque lo valoro. Los indicadores externos también reafirman identidad. Y en mi caso, reivindican mi parte indígena y la opción de trabajar con un enfoque de Pueblos Indígenas, que define la intención de reivindicar derechos desde lo indígena, desde su historia y cultura milenaria, desde su sabiduría ancestral, y aportar a la construcción del Buen Vivir, propuesta que surge desde los pueblos originarios de Abya Yala (América) y que es incluyente. La vida debe ser para todas y todos; “un mundo donde quepan muchos mundos.”

Reconozco que la sabiduría de la humanidad proviene de todos los diferentes pueblos y no son exclusivamente de uno; no hay mejor o peor, sino distintos, que aportan todos.  De hecho, el Popol Vuh reconoce el origen de los pueblos indígenas que hoy habitan el país que ahora es Guatemala, en la migración; describe que vinieron de Tula o Tulán. Asimismo, Mesoamérica describe a un área cultural que se desarrolló por el cultivo del maíz, que incluye desde lo que hoy es el centro de México hasta Nicaragua. De allí que haya elementos culturales de los diferentes pueblos que sean comunes, comenzando por la base de la alimentación, la numeración, la comprensión del tiempo, la valoración de los difuntos…

Cada vez se reconoce más que la forma de entender y estar en el mundo de los pueblos originarios es más sostenible.  No por gusto donde hay mayor biodiversidad es en donde habitan los pueblos originarios.  Por eso, son un referente de sabiduría.

Comprendo que las culturas no son estáticas, sino cambiantes.  Es imposible volver al pasado exactamente como fue.  Y en este proceso histórico complejo, de opresiones, dominaciones y explotación, de “avances” tecnológicos y globalización, las influencias son múltiples y, el cambio cultural se produce.  Es por eso que, desde donde trabajo, promovimos una reflexión colectiva sobre “¿Qué es ser joven maya ahora?” El reto es “cambiar permaneciendo y permanecer cambiando”.

Todas y todos tenemos que repensar mejor nuestras identidades, reconociéndonos diversos y al mismo tiempo iguales. Existe el derecho a la autodeterminación. Existe el derecho a la diferencia, al mismo tiempo que el derecho a la igualdad.  No se trata de construir un mundo uniforme, sino que se enriquezca de la diversidad, reconociéndonos a la vez uno.  Somos humanidad y nuestro futuro es común, para bien y también, lamentablemente, para mal.

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