Créditos: Omar Pérez
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Por la masacre de Tamaulipas la justicia mexicana condenó a 11 policías. En Guatemala, principalmente en Comitancillo, San Marcos, las familias de quienes fallecieron continúan exigiendo que se haga justicia.

Por Omar Pérez

“Justicia no es venganza, es un derecho”, fue la consigna que corearon este lunes 22 de enero las familias de las víctimas de la masacre de Tamaulipas, México, en su tercer aniversario, después de haber realizado una misa en su memoria en la iglesia de Comitancillo, San Marcos.

Las familias también realizaron una caminata que concluyó con un acto en conmemoración de las víctimas de la masacre de Camargo, Tamaulipas, el 22 de enero de 2021. Durante el acto, las familias de los fallecidos recordaron a sus hijas, hijos, esposos y hermanos.

El Estado de Guatemala ha entregado casas a las 13 familias como resarcimiento y el Estado de México sentenció a 50 años de prisión a los policías implicados en la matanza, pero “no han podido resarcir los daños que han sufrido las familias”, dijo Carlily Marroquín, de la Red Jesuita con Migrantes de Guatemala.

Una nota del medio Prensa Libre, de febrero de 2022, dijo que exalcalde de Comitancillo y su familia fueron señalados por el Ministerio Público (MP) de dirigir una estructura de coyotaje que habría llevado a los 16 guatemaltecos que fueron asesinados en Tamaulipas y que por su traslado habrían cobrado unos Q1.4 millones.

Por su parte, Marco Tulio Pablo, padre de uno de los jóvenes masacrados, pidió en nombre de todas las familias que se haga justicia y dijo que migrar es un derecho. Por tal motivo “es necesario proteger el paso de las personas con sueños y que el Estado mexicano cumpla sus promesas”.

Foto de Omar Pérez

La justicia mexicana condenó a policías

El 25 de octubre del año pasado, un juez del estado de Tamaulipas, México, condenó a 11 policías a 50 años de prisión por la masacre de migrantes en Camargo. Los policías fueron declarados culpables de disparar y quemar a 19 personas, dentro de las cuales se encontraban dos traficantes de personas (coyotes) y el resto de migrantes.

Los migrantes, originarios mayoritariamente de Comitancillo, salieron rumbo a México y luego de 10 días, los coyotes los habían trasladado hasta Nuevo León, donde tomaron una carretera que los llevaría al Río Bravo, a unos 70 kilómetros de la frontera de México con Estados Unidos. En ese poblado, los migrantes fueron acribillados y posteriormente quemados; las quemaduras en los cuerpos eran tan profundas que durante los primeros días de las investigaciones no pudieron ni determinar el sexo de las personas.

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