Por Miguel Ángel Sandoval
Uno de los temas que tienen relevancia en estos días es la discusión de analistas, escribanos, locutores, comentaristas, empresarios de cualquier cosa, sobre los bloqueos de carreteras. Y se reduce la democracia y el asalto que esta sufre en la actualidad por parte de funcionarios del MP, en un tema de tránsito, de locomoción, magnificando el termino, y ocultando de forma sistemática, artera, mentirosa, los motivos de la protesta pacífica de miles y miles de guatemaltecos, que defienden el voto de millones que pretenden ser robados.
Y por supuesto, hay una condena generalizada de unos cuantos que se alzan de hombros con la destrucción de la democracia. No se ahorran ningún argumento, falacia, o mentira descarada. Hay de todo. Pero, de manera general, tienen en común el silencio cómplice ante la violación de la ley electoral y de partidos políticos, o ante el asalto al TSE, o cuando se refieren a la CSJ que usurpa los cargo desde hace más de tres años. Todo ello se pasa por alto, sin decir que esa violencia del estado, institucional, histórica, consuetudinaria, la asumen como propia, como lo que siempre ha sido, el orden natural.
Pero con los paros en carreteras, dan rienda suelta a su condena a los pueblos indígenas, a los campesinos, a la gente que protesta. Todo debido a que ven con claridad que se trata de sectores no manipulables, que dejaron de mantener baja la cabeza y que ahora exigen el más elemental de los derechos democráticos: el respeto al voto popular, a la alternancia, a la moral pública.
Asistimos al bloqueo de la democracia, al bloqueo del voto popular, al bloqueo de las instituciones democráticas, al bloqueo de los derechos de los pueblos indígenas. Y se lleva a cabo a ciencia y paciencia de las cámaras empresariales, de algunos medios de comunicación, De analistas, de periodistas, columnistas. Otros funcionarios de gobiernos, partidos políticos, diputados, alcaldes, etc. Esa es la realidad, eso es lo que se debe cambiar por todos los medios.
Existe el artículo 45 constitucional que es buen recordar en sus contenidos centrales para pasarlo por la cara de todos los que se hacen babosos ante las violaciones al estado de derecho que se comente desde el poder, desde sus instituciones: “Es legitima la resistencia del pueblo para la protección y defensa de los derechos y garantías consignados en la constitución”
Y ojo, todo ello, con una premisa de arranque: Arévalo ganó las elecciones de manera categórica, y por ello, y como presidente electo, se le debe dar todas las prerrogativas de ley. Las condenas a la gente que protesta, de forma pacífica, tienen todo mi rechazo. Pues la protesta a las violaciones de la constitución, es algo que forma parte de lo que son nuestros derechos civiles y políticos más elementales.