Por Gerson Lam
La doctrina de la superioridad ha sido uno de los mayores, peligrosos y fatales virus del ser humano que ataca directamente a los victimarios, influyendo en las acciones sociopolíticas, por medio de decisiones, y que lamentablemente los daños son causados a un segundo actor. Los mayormente beneficiados ante tal virus son aquellos que han aprendido y comprendido cómo funciona este virus, por lo cual, lo han sabido manipular a su favor.
Un punto esencial de propagación de este virus, es la “educación” (eufemismo que encubre a la adoctrinación). Desde aquel momento en el cual, estando en la escuela fuimos adoctrinados a escuchar y replicar, y no ha analizar y cuestionar, si, porque las ideas se cuestionan; a las ideas se les puede faltar el respeto, solo a las ideas. Con esta metodología y sumado a ésta, un contenido que nos relata que los vencedores vienen de tierras occidentales y los vencidos son aquellos que no tienen derecho a ser visibilizados, con el fin de crear el sistema de clases, como aquel sistema impuesto en la colonia llamado “Sistema de Castas”, heredado, evidentemente, por las generaciones venideras.
Echando un vistazo corto a los precedentes, los vencidos eran los dueños de las tierras, lo cual provocó desde aquel momento que el sistema económico se transformara en capitalista colonial, cristianocéntrico, patriarcal y moderno occidental. Donde no había cabida, no había voz ni voto para los pueblos originarios (los propietarios de las tierras) no había derecho para los que trabajaban el campo, para aquellos científicos que desarrollaban las ciencias ancestrales, todos en ese momento fueron condenados a una misma condición, la mayor aberración de la humanidad, la esclavitud. La única opción que tuvieron fue entregar su libertad a cambio de continuar respirando.
El desagradable acontecimiento de expropiación de riquezas, la destrucción cultural, la interrupción de desarrollo científico e imposición forzada de creencias y de sistemas, fueron la base con la cual fue creada la historia de Guatemala, desde su conquista pasando por la colonia, la época de la Republica y hasta nuestros días.
¿Qué está pasando con nuestros pueblos indígenas?, la actual emergencia sanitaria Covid 19, está confirmando, de nuevo, que el Estado sigue perpetuando el racismo, sin consideraciones y promoviendo el clasismo rapaz. Hace unos días el Presidente Alejandro Giammattei Falla, visitó la comunidad de San Juan Comalapa, donde fue cuestionado por las carencias que sufre la población, teniendo en cuenta los millones de quetzales que fueron adquiridos para sufragar las necesidades del pueblo debido a la pandemia. Sin irse por las ramas, los hechos fueron puntuales y claros: un grupo de jóvenes organizados lanzaron una interrogante al Presidente a mitad de su discurso, al cual el mandatario respondió de forma prepotente y abusiva. El segundo hecho fue durante la reunión que era transmitida en vivo, donde también se cuestionó la ineficacia de los programas sociales, en la cual sus respuestas fueron equívocas, pero en especial citaremos aquella donde infiere que los señores agricultores y todos aquellos que depende del comercio de los cultivos, evaden impuestos, esto quiere decir, según el Código Penal, en su Artículo 358 “A”. “Defraudación tributaria. Comete delito de defraudación tributaria quien, mediante simulación, ocultación, maniobra, ardid o cualquier otra forma de engaño, induzca a error a la Administración Tributaria en la determinación o el pago de la obligación tributaria, de manera que produzca detrimento o menoscabo en la recaudación impositiva.”, que el señor presidente realizó graves acusaciones contra los agricultores de dicha región.
Un caso también suscitado en la Aldea Chinebal en el Estor, Izabal, fue la violentación por parte de la PNC y el Ejército de Guatemala contra el pueblo Quekchí, teniendo como resultado a un niño de cinco años herido, debido a la represión forzada a los habitantes de esta región por el estado de sitio impuesto, justo en los días donde se acrecentaron las denuncias a CGNPronico, que continúa sus actividades de forma dudosa y que está contaminando el Lago de Izabal.
El Estado y su máximo representante forman parte de todo el sistema discriminatorio que viven los pueblos originarios hoy día. Claramente ellos, las autoridades, no son responsables de la historia injusta, pero son responsables del presente y futuro, son responsables de las decisiones que se tomen, decisiones que busquen una sociedad equitativa, tanto cultural como económicamente.
Estos casos se unen a un listado sin fin, de aquellos actos racistas, clasistas, que según la teoría del indigenismo estatal, nos dice que a los indígenas se les debe cortar sus raíces ancestrales y se les debe educar para que sean ciudadanos leales, donde no pueden cuestionar las acciones gubernamentales, donde deben aceptar cualquier tipo de acusación y peor aún, donde deben aceptar el abuso de poder contra las propias comunidades y sus recursos naturales. Ante lo anterior surgen dos preguntas, las de siempre, ¿Vivimos bajo un sistema racista y clasista? ¿Las clases privilegiadas han sufrido alguna vez este tipo de abusos?… somos el resultado de nuestra historia y seremos el resultado de nuestro presente.