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Descanse en paz Edén Pastora, el Comandante Cero nicaragüense

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Créditos: queenslatino.com
Tiempo de lectura: 5 minutos

Por Fabián Campos Hernández

Cada cierto tiempo el mundo ve nacer a hombres y mujeres extraordinarios. Seres capaces de concebir ideas locas, descabelladas, inimaginables para aquellos que ven el mundo desde la lógica de lo posible y realizable. Muchas veces, estos “visionarios y visionarias” no lograrán nunca poner en práctica ni una de sus ideas, otras tantas su imaginación febril los y las condenaran a un lúgubre y gris hospital psiquiátrico. Pero algunas, pocas en realidad, ellos estarán en el tiempo y lugar indicado y su actuación transformará la historia para siempre. Uno de ellos fue Edén Atanacio Pastora Gómez, el Comandante Cero.

Edén Pastora fue un recalcitrante luchador contra la dictadura de la familia Somoza en Nicaragua. Desde su juventud, mientras estudiaba medicina en la Universidad de Guadalajara en México, se vinculó con los esfuerzos que hacían los opositores nicaragüenses por derrocar a Anastasio Somoza García. Esas actividades lo llevaron a ser fundador del Frente Revolucionario Sandino, un grupo guerrillero antecedente inmediato del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN); pero también participante de la Unión Nacional Opositora, un frente nacional que convocaba a todas las fuerzas de oposición -incluidos los comunistas y socialistas- para desalojar del poder al clan Somoza mediante las elecciones.

Hombre de su época, el liberal Edén Pastora tenía profundos recelos hacía los comunistas. Pero el pragmático Comandante Cero era capaz de aliarse con ellos para conseguir su más caro anhelo. Y, junto con los sandinistas, concebir las más descabelladas ideas. Tal vez la anécdota que mejor da cuenta de lo anterior es la Operación Chanchera. Según él mismo relataba, una noche, después de estar discutiendo por largas horas la forma de solucionar los problemas de dinero que tenía el Frente Sandinista para financiar sus actividades contra la familia Somoza, tal vez por el hambre y el aislamiento en que se encontraban, se le ocurrió un plan “magnífico”. Con un puñado de hombres armados entrarían al Palacio Nacional de Nicaragua y secuestrarían a todos los altos funcionarios del gobierno somocista. A cambio de los rehenes, el gobierno debería entregarles tal cantidad de dinero que podrían continuar la guerra sin dificultad. Sus adormilados e incrédulos oyentes simplemente lo “tiraron de a loco” y siguieron durmiendo. Pero la idea ya estaba allí, germinando en la imaginación febril de Edén Pastora.

Varios años después, siendo otra vez aliado de los sandinistas pero esta vez de los Terceristas comandados por los hermanos Ortega Saavedra, volvió a resurgir la idea. Daniel Ortega pensaba que era irrealizable y la desechó. Pero Humberto Ortega lo apoyó. El resultado fue el secuestro de miles de nicaragüenses que se encontraban haciendo trámites administrativos el 22 de agosto de 1978, pero también de altos e importantes funcionarios así como del pleno del Congreso nicaragüense. El poderoso Anastasio Somoza Debayle, se vio humillado por un pequeño comando de hombres. A cambio de la vida de sus esbirros, tuvo que liberar a decenas de presos políticos, publicar por cadena nacional decretos y manifiestos políticos Terceristas, entregar dinero y dejar partir rumbo a La Habana a un Edén Pastora que pasó a la historia como el mítico Comandante Cero de la Operación Chanchera.

La oda de esa operación la contó otro de esos seres extraordinarios, Gabriel García Márquez. Pero al igual que el más alto representante del realismo mágico, Edén Pastora no era un hombre de una única idea “magnífica”. Meses después, durante la tercera ofensiva guerrillera, Edén Pastora había conseguido otro de sus sueños, fue nombrado Comandante del Ejército Sandinista. Él iba a dirigir las fuerzas armadas nicaragüenses una vez derrotada la dictadura y para ello contaba con el respaldo de Venezuela y Costa Rica. Edén Pastora era la garantía para Carlos Andrés Pérez y Rodrigo Carazo de que el nuevo gobierno no se iba a declarar socialista. Además, circunstancialmente, el Frente Sur, bajo su mando, contaba con la mayor cantidad de armas y municiones dadas por Fidel Castro. En el lenguaje de la época, estaban dadas las condiciones materiales para cumplir otro de sus objetivos, ser él quien personalmente desalojara del Bunker a su odiado enemigo.

Sin embargo, la Guardia Nacional le negaba esa posibilidad. Una y otra vez las fuerzas del Frente Sur eran repelidas de territorio nicaragüense y lanzadas hacía sus refugios en Costa Rica. La guerra se había empantanado, mientras que en otras ciudades la población insurreccionada combatía heroicamente y resistía los embates somocistas. Esto empezó a quitarle el sueño a Edén Pastora. Estando tan cerca, la realidad le imponía un dique a sus sueños.  Y la mente del Comandante Cero empezó a trabajar. El 25 de junio de 1978 un emisario de Edén Pastora se reunió con el embajador de Estados Unidos en Costa Rica. El motivo era proponerle a James Carter que ante el peligro de que los comunistas de la Guerra Popular Prolongada llegaran primero a Managua, creando un escenario donde Nicaragua se volvería una nueva Cuba, se actuara de inmediato para impedirlo. Washington tenía que convencer a Anastasio Somoza de que trasladara a las tropas de la Guardia Nacional que se encontraban en el Frente Sur hacía el interior del país, conteniendo así el avance de los comunistas. En caso de que James Carter no lograra convencer al último representante de la Dinastía Sangrienta, el Comandante Cero proponía que aviones estadounidenses o venezolanos bombardearan las posiciones de la Guardia Nacional que le impedían el avance. Con la vía libre, Edén Pastora podría llegar primero a Managua y garantizarle a los Estados Unidos que el nuevo gobierno sería siempre un aliado suyo.

Evidentemente, como ocurrió antes con la Operación Chanchera, encontró oídos sordos. Las primeras semanas de julio de 1979 se desarrollaron intensas negociaciones entre Estados Unidos, Anastasio Somoza y el Frente Sandinista para lograr un acuerdo de renuncia del dictador y la conformación de un nuevo gobierno. Avatares de la vida llevaron a que el acuerdo no se implementara según el guión diseñado por todas las partes, dando lugar a que el Frente Sandinista apareciera como victorioso militarmente. Edén Pastora no pudo cumplir su sueño de ser el jefe del nuevo “Ejército Nicaragüense” y fue reducido a jefe de las milicias populares.

Durante meses rumió su situación, misma que consideró una traición de sus aliados comunistas. Después intentó emular el sueño boliviano de Ernesto Guevara de la Serna y comandar las fuerzas unidas que liberarían al resto de Centroamérica. Fracasado este nuevo intento, retomó la idea concebida al fragor de la tercera insurrección. Estados Unidos podría apoyar militarmente a una fuerza que se enfrentara a los comunistas que buscaban hacer de Nicaragua una nueva Cuba traicionando los objetivos democráticos y democratizantes por los que “había luchado el pueblo nicaragüense”. Lo soñado en el Frente Sur fue el germen de la Alianza Revolucionaria Democrática (ARDE), con la que combatió al gobierno del Frente Sandinista durante varios años.

Las peripecias, ideas y sueños de Edén Pastora siempre fueron dignas de ser contadas como parte del realismo mágico. Esta semana el Comandante Cero dejó de existir a consecuencia de otro fenómeno que podría ser contado en el mismo tono, la covid-19. Hombre polémico y controversial, se granjeó a amigos incondicionales, enemigos acérrimos y aliados de conveniencia por igual. Las valoraciones sobre su vida política son encontradas y casi siempre flaquean al querer ser o hagiografías o lapidatorios denuestos. La verdad es que Edén Pastora tuvo y tendrá un lugar privilegiado en la historia centroamericana reciente a pesar de sus acciones y por ellas mismas. Descanse en paz.        

Fuente: https://www.lajornadadeoriente.com.mx/tlaxcala/descanse-en-paz-eden-pastora-el-comandante-cero-nicaraguense/

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