Por Miguel Ángel Sandoval
Al observar varios videos sobre las expresiones de descontento ocurridas en varios lugares del altiplano, una reflexión se impone: Las medidas de confinamiento indispensables, la indispensable distancia física, la información adecuada, y el respeto de los derechos humanos, son cuatro aspectos que deben ser observados y respetados. Es la única manera de fortalecer y robustecer la democracia en nuestro país a pesar de la pandemia.
Un tema resalta en lo observado en Sololá, en Los Encuentros y en San Francisco el Alto, municipio de Totonicapán, hubo falta de información, y se perdió la dimensión del confinamiento y la distancia física entre los pobladores. A ello se suma un hecho que puede ser gravísimo: los vecinos de estos lugares se quejan que sus productos no pueden ser trasladados a mercados, mientras que los productos industriales si lo son, con lo cual hay dos pesos y dos medidas. Es un hecho inocultable. De la misma manera, los sectores empresariales se han beneficiado de medidas que los sectores mayoritarios no. Y los programas sociales o la aprobación del 15/2020 siguen en las gavetas.
En ese contexto, la ocurrencia de las autoridades es el despliegue policíaco con lo cual los derechos humanos se ponen en riesgo. Aquí surge una duda: ¿Qué hacen instancias como Copredeh o la Comisión Presidencial de Diálogo en el medio de la actual crisis? Es obvio que no pueden esperar estallidos sociales, su función es anticiparse a los hechos, actuar de forma preventiva y no esperar desbordes sociales por los errores que se cometen, sea de la parte gubernamental o sea por la desesperación de la gente.
A nivel mundial la pandemia no encontró a ningún país preparado. Todos los países están abordando los efectos no deseados de la crisis de salud con lo que tienen a mano, pero en todos los casos, con respeto de los temas que menciono en el inicio de esta nota. Información adecuada para hacer efectivo el confinamiento y la distancia física entre personas en lugares donde hay inevitablemente asistencia masiva. Y por supuesto, respeto a los derechos humanos y otras garantías democráticas.
Por ello en nuestro caso es condenable que a la primera expresión de crisis social, la reacción sea el despliegue de la fuerza pública, antes que dar paso a instancias de mediación, prevención, análisis de escenarios que en estos casos se veían venir. Es un mal mensaje a la población. Es una vía incorrecta para tratar de resolver como sea la tensión social que la crisis ha generado. En este contexto, el respeto por los derechos humanos, por las normas del estado de derecho deben ser observadas si o sí. No podríamos convertirnos en el primer país a nivel mundial que haga de la represión el eje de la respuesta gubernamental a las tensiones sociales que vienen aparejadas a una pandemia como la actual.