Anticorrupción, racista, homófoba, sexista y clasista: el perfil de la derecha millennial latinoamericana

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Créditos: lajornadadeoriente.com.mx
Tiempo de lectura: 3 minutos

Por Fabián Campos Hernández

28 de junio del 2019

Durante la segunda mitad de la presente década hemos asistido a la integración a la vida política latinoamericana de una nueva generación de hombres y mujeres nacidos después de 1990. Expertos en el uso de las redes sociales e insertos en un mundo globalizado no parecen tener nada en común con los políticos tradicionales por lo ecléctico, cuando no contradictorio, de sus posturas. Pero esto sobre todo es visible en la nueva derecha latinoamericana.

En los triunfos de la derecha latinoamericana en Argentina, Brasil, Chile, Colombia, El Salvador y Perú, pero también en los movimientos antigubernamentales en Venezuela, Bolivia y Nicaragua, irrumpieron jóvenes que dentro de toda su diversidad mantienen una férrea postura anticorrupción. ¿Cómo fue que una de las banderas de la izquierda, esgrimida en contra de las dictaduras y los gobiernos neoliberales, pasó a ser un emblema de la derecha millennial latinoamericana? Es resultado de las iniciativas promovidas por las ONG anticorrupción hábilmente financiadas por los Estados Unidos y sus organismos de cooperación internacional.

Otro elemento que une a esta derecha millenniallatinoamericana es la participación de mujeres con discursos de empoderamiento femenino “aséptico” que, al igual que sus pares masculinos, rechazan los feminismos de izquierda por considerarlos una “ideología de género”. Hombres y mujeres, que pueden o no cuestionar los privilegios históricos de los varones, proponiendo un liberal “igualitarismo” entre ellos, congregados en organizaciones que difunden la “emancipación” institucionalizada de la mujer para, por irónico que suene, no cambiar las desigualdades entre los géneros ni tocar en sus agendas las diferencias de clase entre las mujeres.

Finalmente, para efectos de estas líneas, la derecha millennial latinoamericana se ha conformado desde un marcado individualismo, que rechaza cualquier pretensión de que les sean aplicadas categorías grupales de clase, género, etarias, etc. Ellos se construyen a partir de la multiplicidad de identidades que les permiten sus diversas características personales, círculos de sociabilidad y sus eclécticos intereses. Producto de un nuevo ethos consecuencia de la globalización aislante que se embona perfectamente con el liberalismo de la derecha latinoamericana en general.

Fernando Holiday es un caso paradigmático de esta derecha millenniallatinoamericana. Originario de São Paulo, Holiday es un joven nacido en 1996, de ascendencia afroamericana y homosexual declarado que fue elegido en 2016 como concejal de ese municipio brasileño. Vigoroso líder anticorrupción encabezó un movimiento que pedía la destitución de Dilma Rousseff. A lo largo de estos años ha estado en el centro de la polémica por sus posiciones y propuestas.

Se opone al financiamiento de los organismos gubernamentales creados para combatir el racismo y la homofobia en São Paulo y Brasil, por considerar que solamente sirven como agencias de empleo para los movimientos sociales y que promueven la separación, la discriminación y el odio entre los brasileños. Para él, negros y homosexuales no deben tener menos derechos que blancos o heterosexuales, pero tampoco “más derechos”.

También se ha manifestado en contra de las cuotas raciales que establecen un porcentaje obligatorio para afrodescendientes en las universidades públicas brasileñas. Todos “en igualdad” de oportunidades deberían de competir por un cupo en los centros de enseñanza, afirma convencido.

La más reciente controversia ocurrió cuando promovió la reforma de ley PL 352/2019 donde pide modificaciones a los procedimientos de aborto legal en la municipalidad de São Paulo. Su propuesta mantiene una interpretación restrictiva de los causales: en caso de violencia sexual, malformaciones congénitas del feto o que se encuentre en peligro la vida de la madre. Sin embargo, afirma que en el actual marco legal “únicamente basta la palabra de una mujer” para volver legal el procedimiento.

Por ello, sostiene que para evitar que se “libere excesivamente” el aborto en Brasil se debe de obligar a las mujeres que pretendan realizarse un legrado a contar con una autorización de un miembro del Poder Judicial. El cual debe previamente enviar a la solicitante a tratamiento psicológico donde le presentarán evidencias de que el feto en su vientre tiene ya funciones vitales y cognitivas. Es decir que tiene que exponerla a los argumentos de que lo que va a hacer es “asesinar una vida humana”. Así como a imágenes reales de los procedimientos para “destruir y sacar al feto”. No solamente se trata de la judicialización del aborto sino de establecer mecanismos de chantaje y manipulación para evitar que las mujeres decidan sobre sus cuerpos.

Fernando Holiday es el claro ejemplo de que la derecha millennialha asumido y encarnado, desde la ignorancia de la historia, los discursos de la derecha más rancia latinoamericana a partir de una construcción “posmoderna” de identidades políticas, que puede permitirse las más agudas contradicciones. Homosexuales, afrodescendientes, mujeres y pobres votando por políticos homófobos, racistas, sexistas y clasistas, como Bolssonaro o Holiday.

Fuente: http://www.lajornadadeoriente.com.mx/tlaxcala/anticorrupcion-racista-homofoba-sexista-y-clasista-el-perfil-de-la-derecha-millennial-latinoamericana/#.XRYZnZ3h2l4.whatsapp

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