Por Pablo Sigüenza
Este país es un artificio de lo más horrible,
feo, lúgubre, pestilente
el rincón más podrido de la conciencia humana
escupitajo al cielo y a la tierra
soberbia y desdén en nombre de la biblia.
Acá se respira estupidez y odio
en cada esquina orinada de los altares religiosos
se prohíbe el amor
se destierra la libertad
se condena la vida en nombre de ella misma
absurdo de absurdos
con secuelas de sangre
Se convoca a una marcha provida
que destilará hipocresía y rencor
egoísmo y candidez acarreados en camionetas
signadas por una cruz que llora sangre
convocados a caminar futuros inquilinos
de los círculos del infierno,
pederastas, violadores, criminales
vestidos de blanco
y tristes pelotones de borregos adoctrinados
y ovejas sumisas
subyugadas por el peso de la bota patriarcal
y a las culpas asignadas desde púlpito soberbios
¡Cuánto pecado desfilando con la cara en alto!
Cantarán alabanzas destinadas al cielo y a fortalecer
el poder de los de siempre
Este país apesta a muerte levantada en andas
a jerarcas carroñeros
mojigatería, doble moral, fe en egoísta salvación
propiedad del idiota sobre los cuerpos de la gente
y los hilos del poder ríen a carcajadas
con estertores de quintetos años y ojos azules
Desfilará alguno de mis tíos, alguna prima
un par de antiguas novias
la vecina que nos vende el pan
los estudiantes de la facultad
mis amigos de estudio
la cabeza me da vueltas
¿Quién es el culpable de tanta irracionalidad
de tanto desamor?
El corazón se me parte, este país es horrible
y yo sólo quiero llorar y llorar y llorar…