Una tragedia que pudo evitarse y la historia de la Colonia 15 de octubre “La Trinidad“

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Créditos: Redes sociales.
Tiempo de lectura: 8 minutos

 

El presente artículo está  basado en una entrevista sobre la experiencia de Rogelia Cruz Estrada y su trabajo en el apoyo con la Comunidad de Retornados: Colonia 15 de Octubre “La Trinidad” ubicada en el departamento de Escuintla y una de las más afectadas por la tragedia social y política que desencadenó la erupción del Volcán de Fuego en junio del 2018. También tomamos como consulta la lectura de su tesis realizada a través de esta experiencia.

Rogelia Cruz es antropóloga, egresada de la Escuela de Antropología e Historia (ENAH), de la ciudad de México, para hacer su utilizó una metodología de Taller Seminario Generador de un Mural Comunitario –TSGMC- esta experiencia, hizo posible su propio retorno a Guatemala, ya que se encontraba exiliada en México desde su niñez.

Rogelia vivió en la “Trinidad” sus primeros años de repatriación, junto a su esposo Jameson “Chema” quien al igual que ella,  jugó un papel importante en la alfabetización, organización y otros proyectos importantes para la comunidad.

Por: Stef Arreaga Jiménez

En la Sierra Los Cuchumatanes a principios de los años 80, más de un centenar de familias de la aldea Buena Vista en Santa Ana Huista, Huehuetenango tuvieron que huír y salir de sus tierras, para sobrevivir a la guerra y el genocidio.  Ese fue el periodo de mayor represión en Guatemala en donde los gobiernos de Romeo Lucas García y Efraín Ríos Montt asesinaron y desaparecieron a miles de guatemaltecos y guatemaltecas. Más de 200 mil personas se refugiaron en México, entre ellos los pobladores de Buena Vista.

Entre enero de 1993 y abril de 1999 retornaron un total de 22,905 personas según ACNUR –Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados-.  Algunos volvieron a sus tierras de origen, muchos otros a propiedades compradas, a través de préstamos, establecidos en los acuerdos de paz.  Los refugiados lograron a través de estos acuerdos con la CEAR –Comisión Especial de Atención a los Repatriados, Refugiados y Retornados-, seis puntos los cuales incluía: que se reconociera y garantizara su retorno libre y voluntario al país con garantías de libre organización, acceso a la tierra, derecho a la vida y a la integridad personal y comunitaria.

Las personas que estuvieron refugiadas, eran conscientes que a pesar de este Acuerdo de Repatriación aún no había condiciones para un asentamiento seguro en tierras Guatemaltecas, sin embargo esta comunidad tenía una identidad de resistencia muy fuerte, y eso era la base para poder retornar a Guatemala. Esta identidad de resistencia se refiere a la capacidad organizativa, la articulación de una red para un retorno digno y organizado entre otras cosas, lo que hace a esta comunidad, diferente a muchas otras.

El Retorno

La salida violenta de Guatemala al exterior del país, su condición de refugiados, la pobreza, el futuro incierto y el no tener derechos como ciudadanos en México,  no fueron obstáculos para que estas familias construyeran y afrontaran su situación en el país vecino, al contrario, “se reforzaron vínculos entre los diferentes campamentos para enfrentarse a las políticas de reubicación y se organizaron para movilizarse de manera clandestina dentro del propio territorio chapaneco. Muchos se hicieron de fuentes de trabajo y estaban listos para regresar a Guatemala sin las manos vacías”, como lo menciona Rogelia Cruz en su Tesis sobre la comunidad.[1]

Los que retornaron querían regresar a su lugar de origen, sin embargo las familias habían crecido y había nuevas familias formadas, las condiciones de las tierras eran distintas y sabían que el espacio era insuficiente para ellos, en otros casos sus tierras habían sido apropiadas por otras personas, o  por los propios militares. Además, querían adquirir tierras en zonas más productivas y no querían hacer campaña proselitista en apoyo a la URNG que se constituiría como un partido político en tiempos de paz.  Es así como 136 familias regresan a Guatemala.

La elección de la finca

La esperanza de los retornados era encontrar una finca en el departamento de San Marcos, fronterizo con Chiapas y cercano a Huehuetenango, pero por el precio de la tierra en esa zona no les fue posible llegar a un acuerdo con el gobierno y los dueños. Los bloques de familias que finalmente compusieron La Trinidad preferían, en ese caso, retornar a la Costa Sur en donde las tierras tienen mejor calidad de producción. Las ofertas de tierra se conseguían en los anuncios clasificados de la prensa nacional o por avisos de los mismos finqueros. luego en CEAR se evaluaba la condición de precio y la calidad de la tierra. Es así como el elemento más importante de selección de la finca en donde se asentó la comunidad,  fueron las fuentes  de agua, la tierra fértil, la diversidad natural y el clima, a pesar de su terreno arenoso y las ráfagas de viento en ciertas épocas del año.

Después de evaluar las posibilidades, en algún momento el Gobierno les puso un ultimátum para darles el dinero para la compra, pues se acababa ya el tiempo establecido en los acuerdos de paz  para el financiamiento del retorno. La finca de 21.6 caballerías, fue comprada al belga Nick Blockham por Q. 12,718.310. Esto se hizo oficial en una ceremonia presidida por la CEAR, ACNUR y la OIM, en presencia de reporteros, observadores internaciones, alcalde y gobernador del departamento de Escuintla. Este dinero era proveniente del Fondo de Reinserción Laboral y Productiva de la Población Repatriada, financiada por FONAPAZ y administrado por la OIM.

La llegada

Según la Tesis “Comunidad de Retornados, Colonia 15 de Octubre “La Trinidad”,  se dice que la finca se compró en el mes de mayo de 1998, en agosto llegó la avanzada con 12 familias y el retorno completo tomó posesión de sus nuevos terrenos el día 15 de octubre de ese mismo año.

“En el momento de tomar posesión de la finca La Trinidad, sabían que era importante crear las condiciones favorables para que con la llegada del resto de los pobladores, la vida de la nueva comunidad empezara con el pie derecho.  Antes del retorno del resto de familias decidieron que lo mejor era, que a su llegada, cada familia contara ya con su propio lote de vivienda y con un techo mínimo para empezar su nuevo hogar.  Esto hizo la diferencia, ya que el ACNUR y la CEAR proponían la construcción de un albergue grande en donde se agruparan todas las familias antes de distribuirse por el terreno.  Ellos decidieron que esa no era la mejor forma, que había que hacer la lotificación de los predios de vivienda y repartirlos el día de la llegada” relata Cruz.

El 14 de octubre cuatro bloques de retornados salieron de Comitán, Chiapas. Fueron recibidos por compañeros de varias organizaciones sociales, campesinas y populares en Quetzaltenango, entre cohetes y actos de bienvenida. Para luego salir la mañana del 15 de octubre en una caravana hasta el departamento de Escuintla, en donde los recibían representantes del gobierno departamental, municipal y FONAPAZ.  En ese tiempo, el tramo carretero de Escuintla a la finca estaba en pésimas condiciones, pero los viajeros mantenían la expectativa de una nueva vida.  En la aldea El Rodeo, el principal asentamiento de la zona, les recibió con vítores y cohetes, el trabajo de la avanzada se reflejaba en la calidez de la bienvenida.

Es así como el 15 de octubre de 1998, dos años después de la firma de la paz,  la comunidad la TRINIDAD, se asentó en la Aldea El Rodeo, Escuintla, en las faldas del Volcán de Fuego.  El principio de una nueva vida, marcada por las experiencias del exilio, pero optimista y definida por la propiedad adquirida y el futuro en ella.

La organización de la Trinidad y la participación de Rogelia y Jameson “Chema”

A su llegada, las familias no contaban con una casa física, solo aquellas que por sorteo, salieron beneficiadas con lotes en donde quedaron ubicadas las antiguas casas de los colonos, la mayoría de estas casas por supuesto, no estaban en buenas condiciones, pero fueron aprovechadas por las familias al llegar. Fue hasta que gestionaron el proyecto a través de la Fundación Guillermo Toriello con el financiamiento del Fondo Guatemalteco para la Vivienda –FOGUAVI- que fueron construidas sus casas. Con este proyecto se construyeron las casas de aproximadamente 126 familias.

Poco a poco se fueron construyendo lazos con las comunidades vecinas, quienes les reconocieron desde su llegada, por su desarrollo y buena organización. Además, la Trinidad al contar con servicios educativos, da la oportunidad a personas de las otras comunidades de poder aprovecharlos.

Fotografía: Fabricio Alonzo

Cuando Rogelia Cruz y Jameson, su esposo, llegaron a la comunidad, en el año 2003,  fueron invitados por la gente, a fundar la escuela de educación media por cooperativa, de esa manera comenzaron a hacer los trámites en la Dirección de Educación Departamental y, ese mismo año, empezaron las clases en donde ambos fueron profesores. Un año después, ganaron con “Chema” las Olimpiadas de Ciencias Naturales a nivel Departamental.  También fundaron la biblioteca Alfonso Bauer Paiz, quien también se involucró en el apoyo a varios grupos de retornados antes y después de la firma de la paz.

“Lo que yo agradezco a la Trinidad es que supieron aprovechar mis habilidades, en función de sus necesidades comunitarias y eso es otro elemento que evidencia su nivel organizativo”, menciona Rogelia Cruz en la entrevista.

“Cuando llegamos a la Trinidad, nuestro carro era el único carro de la comunidad, había un carro de la cooperativa, pero le pagaban a un señor de la comunidad  El Zapote, para que les manejara.

Entonces para media noche, para el momento del parto, para el equipo de futbol, para llevar al hospital al niño que se cayó del palo de guayabas, para lo que fuera nuestro carro funcionaba como ambulancia. Porque si bien es cierto, habían parteras en la comunidad, que fueron formadas en México, la política de Escuintla, es que las comadronas no pueden recibir bebés de mamás primerizas, así que nos tocaba salir con todas las primerizas al hospital cuando les agarraban los dolores.”

Fotografía: de redes

Rogelia Cruz aprendió el complejo método de creación participativa un Taller Seminario Generador de un Mural Comunitario –TSGMC-   en la Escuela Nacional de Antropología e Historia –ENAH-, en la Ciudad de México, método que se convirtió en la herramienta fundamental para la investigación de campo para su tesis como antropóloga social, un método con el que es posible generar un proceso creativo en un grupo social, además, fue un instrumento que le permitió llegar a la comunidad La Trinidad, trabajar con ellos, aprender de ellos y pensar con ellos hasta ser parte de la colonia.

En su Tesis, Cruz expone paso a paso la realización de este mural que se pintó en 20 días, aunque el trabajo de taller duró 9 semanas, un mural con 35 participantes de entre 6 a 62 años, que ha sido no solamente importante para la Comunidad de retornados, sino que ha sido importante para la memoria histórica del país. Es un mural que recoge la historia de la comunidad en cinco partes: La vida antes y después de la guerra, el exilio, el retorno, la comunidad, el mapa.

Fotografía: de redes

Un dato importante de la comunidad, es que las familias conocen y usan los métodos de planificación, tienen condiciones que permiten equidad de género, hay aproximadamente de dos a tres hijos por familia, lo que significa que la tasa de natalidad es menor en comparación a otras comunidades. La situación en la que viven las mujeres de la comunidad está basada en lo aprendido durante el exilio, los proyectos de mujeres cuentan con un gran apoyo.

Actualmente la comunidad tenía una cooperativa, los ingresos de los comuneros han sido principalmente de la siembra y comercialización del café y maíz.  También varios de los hombres han migrado a Estados Unidos y envían remesas a las mujeres, quienes a su vez generan trabajo en cuestión de construcción, instalación de servicios y tierras.

La Comunidad 15 de Octubre, La Trinidad, ha defendido en cada momento de su historia su derecho a vivir de forma organizada, siempre han tenido la intención de llevar sus experiencias en el exilio y como retornados a otras comunidades, con el interés en crear un ambiente de respeto y exigencia de los derechos de las comunidades a ser atendidas por el gobierno central y la organización intermediaria entre las personas y el Estado.

[1] Datos

 

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