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Felicitaciones don Iván

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Créditos: cicig.org
Tiempo de lectura: 3 minutos

Por: Miguel Ángel Sandoval

La Organización de Naciones Unidas (ONU) extendió por dos años más el mandato de Iván Velásquez al frente de la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (Cicig). Eso es una buena  noticia, se vea por donde se vea. O sea que toda la apuesta que los corruptos habían hecho,  sobre la remoción del tal-Iván, se quedaron con las cajas destempladas, como las marimbas desafinadas. El colombiano engazado como es, continúa dos años más contándole las costillas a los corruptos y a los impunes. Estupenda noticia, no cabe duda.

Hay razones simples que los sectores conservadores, impunes o corruptos no han querido ver: Guatemala es un modelo a nivel internacional en lo que al saneamiento de las instituciones se refiere. No puede haber fracaso de la ONU y sus herramientas en nuestro país. Ya ocurrió con Minugua que dejó la chamba a medias. Ahora no es el caso, y a las pruebas me remito. Es la razón por la que Odebrech es un tema que viene, viene, viene. Ya vemos lo que pasa en el Perú o en la República Dominicana. En Guatemala el caso del papelito shuco es un asunto que no se ha olvidado ni de lejos. Ánimo Cicig.

De manera simultánea, viene otro embajador de EEUU, cuya única diferencia con el actual es que de origen chapín. Está en el mismo cargo que antes Todd Robinson, su función es que se aplique la ley a los corruptos y los narcotraficantes. Y eso, es otra buena noticia, muy buena en verdad. Esto significa que la lucha en contra de la corrupción continúa, continuará y no hay manera que se detenga, a pesar de los cabildeos a la tortrix, de los berrinches de unos cuantos empresarios o políticos de a centavo, o de algunos columnistas que escriben sin abrir los ojos.

Fotografía: cicig.org

Es indispensable que todos veamos que el combate contra la corrupción es estratégico, no un asunto de la coyuntura ni una ocurrencia del embajador de turno del país que sea. Es la agenda que se está impulsando más allá de nuestro trágico país. Por esa razón los casos grandes o chicos de corrupción continuarán. Que la depuración “por goteo” del congreso seguirá su curso. Y es bueno pensar que los corruptos no tendrán otra oportunidad en las listas de lotería de las próximas elecciones. Por ello hace falta una amplia reflexión desde los sectores progresistas, sobre lo cual vuelvo en próximos artículos.

En dos platos, todos los sectores sociales o políticos tienen en la lucha contra la corrupción y la impunidad una agenda, les guste o no les guste, pues es una agenda de país. Es la única manera de poder rescatar el país del pantanal en que nos metieron los corruptos y que permitimos por nuestra inacción y por nuestras divisiones, o por la negligencia a pensar en el país no en un sector particular, o peor aún, en los intereses mezquinos de los pequeños grupos marginales de la política criolla. Es obvio que no ahorro criticas al sector empresarial corrupto como es.

En esta perspectiva me parece que los sectores que luchan contra la impunidad con aliados formidables como la Cicig y la comunidad internacional, deben saber que el próximo fiscal del Ministerio Público (MP), si es que no se opta por la reelección de Aldana, debería continuar con la agenda anticorrupción, con la lucha contra la impunidad y por el saneamiento de las instituciones del Estado guatemalteco. En ello nos va la vida como dice alguna canción de Aute.

Mientras quienes impulsan conspiraciones de todo tipo deberían entender que se les acabó el veinte, como dice la vieja expresión mexicana. Tienen que dejar las prácticas corruptas y la impunidad que les acompaña desde la fundación de la república. Dicho en otros términos, se está terminando la época del patrimonialismo como expresión de la conducta de quienes estaban al frente del Estado. A la finca le quedan los días contados. Y no hablo de expropiación, sino de la ideología que acompaña a los finqueros aún sean empresarios de punta en este país.

Con un poco de humor creo necesario decir que los alegrones de burro que algunos tuvieron cuando ganó el señor Trump las elecciones, o cuando se habló de un cambio de embajador, o cuando se hicieron viajecitos para cabildear, fueron todos alegrones de burro y por gusto. Nada más. Todo por no entender que los tiempos cambian. Y en nuestro país, felizmente está en proceso de cambio, lento si se quiere, cuesta arriba si así se piensa, pero de que hay cambios, seguro que los hay. Apostar por los mismos es la tarea estratégica que hoy se nos presenta.

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