Search
Close this search box.

Tierra y territorio para los pueblos indígenas, un derecho postergado en Guatemala

COMPARTE

Créditos: Dialogo.
Tiempo de lectura: 3 minutos

Por: Ollantay Itzamná

El Comité de Desarrollo Campesino (CODECA) y la Comunidad Intercultural de Estudios Sociales (CIES), junto a otras organizaciones, y con el apoyo de la Coalición Internacional por la Tierra (ILC), en el marco del Día Internacional de los Pueblos Indígenas, realizaron el Foro Público titulado: Tierra y Territorio, un derecho colectivo vigente, pero un debate pendiente en Guatemala.

El evento se realizó el viernes 05 de agosto, en el Aula Magna de la Universidad de San Carlos de Guatemala, donde diferentes organizaciones mayas expusieron sus propuestas de cómo incorporar en el ordenamiento jurídico interno este derecho colectivo, y el cómo implementar o ejercer el mismo desde los pueblos.

Varios centenares de personas, en su mayoría indígenas mayas, irrumpieron en la atmósfera mestiza de la Universidad con la finalidad de participar e informarse/formarse en el evento.

Los expositores, casi en su totalidad, coincidieron que históricamente fue imposible garantizar Tierra y Territorio para pueblos indígenas en Guatemala porque el Estado nación es racista y al servicio de los intereses de los ricos. Y, seguir apostando a incidir en el Estado actual para que restituya este derecho colectivo a los pueblos es como esperar “que el tigre se vuelva vegetariano”, en palabras de Domingo Hernández, maya quiché, representante de Waqib’ kebj, uno de los expositores en el evento.

Thelma Cabrera, maya mam, defensora principal de derechos en CODECA, planteó la necesidad urgente de impulsar el proceso de Asamblea Constituyente Popular y Plurinacional con la finalidad de restituir derechos colectivos a los pueblos indígenas, y a todos los sectores excluidos de Guatemala, y así fundar un Estado Plurinacional.

“En Guatemala los pueblos indígenas jamás hemos tenido Estado” fue una de las afirmaciones contundentes de esta mujer maya que vivió y vive en carne propia el peso de la sistemática exclusión y explotación en su propio territorio, por parte de los actores del Estado y de las empresas privadas.

En la comunidad internacional, hasta finales del pasado siglo, las categorías de pueblo y territorio estaban reservadas única y exclusivamente para los Estados y países soberados. Pero, con la entrada en vigencia del Convenio 169 de la OIT (1989), la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas (2007), y la Declaración Americana sobre Derechos de los Pueblos Indígenas (2016) a las y los indígenas se nos reconoce la cualidad de pueblos, y se establece tierra y territorio como derecho colectivo para los pueblos indígenas.

La incorporación/implementación de este derecho, por parte de los estados republicanos en América Latina, está aún en proceso. Al igual que la capacidad y voluntad política de los pueblos indígenas organizados para ejercer dicho derecho.

En los últimos años, las luchas indígenas por la restitución de Tierra y Territorio aumentó considerablemente en América Latina, sobre todo presionadas por las diferentes olas ampliadas del sistema extractivo que busca toda la riqueza natural/cultural por todas partes.

Mientras para el sistema-mundo-occidental la Tierra es un elemento más de la economía, para los pueblos indígenas es el mayor ser vivo. Es nuestra única Madre. De igual manera, el Territorio es asumido por la concepción occidental como un elemento geopolítico más para la constitución estados soberanos. Para los pueblos indígenas, Territorio es la casa donde se fecunda, cría y desenvuelve el entramado de la Vida. Territorio es la Vida misma.

Por tanto, las resistencias y luchas comunitarias de los pueblos por restitución de Tierra y Territorio no son únicamente motivadas por intereses económicos, sino ante todo por la preservación de la Vida y sus tejidos en sus diferentes formas. De allí que la defensa de los territorios y el reconocimiento de los derechos de la Madre Tierra son demandas indivisibles en las agendas de los pueblos indígenas.

COMPARTE