Por Miguel Ángel Sandoval
Las noticias sobre la matanza de palestinos en Gaza son muchas y pueden ser vistas como más de lo mismo. Es la banalidad del horror o del mal, como decía Hannah Arendt de la política de exterminio o genocidio alemán cometido contra el pueblo judío durante la segunda guerra, que, de hecho, es lo que practican hoy los sionistas contra los palestinos en Gaza.
Hace algunos años escribí una columna que decía en síntesis: que los judíos o sionistas habían pasado a convertirse de víctimas a victimarios.
Es el caso de un grupo de pacifistas, en donde van entre otros, Greta Thunberg ambientalista sueca, que buscan llegar a Gaza en un barco para romper el cerco de la muerte creado por Israel violentando la franja de Gaza y los derechos palestinos al territorio, otorgado por la ONU en 1948.
Impedir que el velero llegue a Gaza o que sea bombardeado por Israel, ¡sería un holocausto de la humanidad! Lamentablemente, antes de concluir esta columna, fuerzas sionistas ocuparon el barco que iba con dirección a Gaza.
Es un momento de suma tensión para la humanidad y por ello afirmar que cualquier acto en contra de la acción de los pacifistas y un pequeño barco es una afrenta para la humanidad y un holocausto para el humanismo. No es exagerar. Ese es el dilema al que nos enfrenta en estos días tristes.
Pero por suerte hay ciudadanos con sentido humanitario en muchos lugares del mundo que con sus actos nos dicen que no todo está perdido, que en el fondo del desastre universal que vivimos aún hay espacio para la solidaridad. Es el caso de los catalanes que rompen con Israel o los trabajadores de Marsella que se niegan a cargar con armas un barco rumbo a Israel, o las acciones como el velero solidario.
Es buen momento para que los ambientalistas y pacifistas de nuestro país, digan presente y protesten por el genocidio en Palestina, como los navegantes rumbo a Gaza que los sionistas impidieron llegar a tierra firme.