Por Miguel Ángel Sandoval
La decisión gubernamental de decretar los seguros para todos los vehículos que circulan en el país, dio lugar a una especie de crisis que, por fortuna, no tiene mayor respaldo social por ser retardataria su naturaleza. Dicho esto, si debió explicarse mejor la medida, a fin de evitar la desinformación y el oportunismo de unos cuantos, como por ejemplo Tu Muni que una vez más, actúa contra el gobierno central, sin hacer mención que no hay buen servicio de transporte público por sus omisiones y que el descontrol de los autobuses es responsabilidad suya.
Solo recordar que apenas el transmetro, luego de unos 30 años de ocupar Tu muni. Y ahora se lavan las manos y paralizan el transmetro. Y entre otras temitas, a Tu muni y por la falta de transporte público eficiente, se le puede atribuir la responsabilidad de crecimiento exponencial se las motos ante el caos urbano permitido y auspiciado por los de Tu muni. Ni hablar del alcalde de Mixco que confunde seguros con chicharrones. Las cosas por su nombre. Es a esos oportunistas a los que me refiero. O a los de la Une y su patrona que nunca reconocieron el resultado de las elecciones de 2023 y han seguido conspirando desde entonces. Son de sobra conocidos sus métodos y sus recovecos. Ni hablar de Vamos, Todos, Valor entre otros tantos conspiradores.
Si recordamos el hilo conductor de esta medida, vemos que su propulsor fue el reciente accidente en donde murieron unas 60 personas en la camioneta siniestrada. Este accidente se sumó a los que ocurren un día sí y otro también, aunque sin el dramatismo de este. Solo recordar los varios accidentes en la vuelta del Chilero y entonces vemos el drama que es viajar en autobús sin seguro, sobrecargado, sin control mecánico, de velocidad, de cupo etc., y en donde el pasajero no recibe ni siquiera un boleto.
El otro hilo es el de los accidentes de motos. Y con riesgo de equivocarme diría que la mayoría son por el servicio a domicilio de pizzas, hamburguesas, pollo frito y algo más, en donde los trabajadores motorizados andan en motos sin seguro por la negativa de los empresarios para pagar el seguro. Por cada accidente hay dos o tres buscando trabajo de repartidores.
En este caso con un subproducto super negativo para el sistema de salud. Cómo se sabe, los hospitales se encuentran saturados por el efecto de los accidentes. Cada automovilista accidentado es un costo para el sistema hospitalario, al tiempo que no hay camillas ni espacio para otras enfermedades corrientes y que no disminuyen por los accidentes de motos.
Solo en enero y febrero hubo 1799 accidentes en el país, incluyendo todos los tipos de vehículos. De este total 1111 de motos. De estos 239 fallecidos y el resto lesionados. O sea 4 muertos diarios por accidentes de motos. ¿Y de todos los accidentados y fallecidos que pasaron con los daños a terceros?
Es la cruda realidad. Y no hablo de la imprudencia, de las carreritas o del zigzagueo con alto riesgo. Pero además no se dice de lo que esto implica para ayudar a resolver los daños a terceros.
Lo mismo ocurre con los seguros para vehículos particulares. Al ser el seguro por daños a terceros, lo primero que viene a mente es la garantía en caso de accidente, del costo de las reparaciones del otro vehículo, pues esto lo cubre un seguro. Es algo normal en todos los países. De una forma u otra, con más o menos simpatía, pero es algo que contribuye para amortiguar los costos de los accidentes. Es una medida a todas las luces necesarias.
Es como los impuestos. No gozan de popularidad, pero es un deber ciudadano pagarlos, incluso cuando no se tiene claro los beneficios que los impuestos traen aparejados en materia de salud, educación o seguridad para señalar los más evidentes. Aunque en este caso se podría explorar que se reduce el costo del impuesto de circulación en vehículos con más de 5 años de uso. Hay fórmulas en algo indispensable.
Mención aparte merecen los agrupados en el transporte pesado. Ya sabemos el nivel de impunidad que manejan estos personajes que son los propietarios de traileros y algunos de sus pilotos, que circulan con total impunidad, con sobrecarga, sin límites de velocidad, sin control del estado mecánico de las unidades, de papelería, etc. Y en ello los responsables son los propietarios por las exigencias que hacen a sus pilotos, etc.
En los casos señalados un tema que hace falta destacar es la permisividad o complicidad de los gobiernos anteriores que viendo el caos nacional del transporte no tomaron las medidas harto necesarias, harto indispensables. Y la falta de estas medidas son las que poco a poco y por la fuerza de la costumbre hicieron que el caos se apoderara de la ciudad en nuestro país y de manera general de la red vial. El parque de vehículos se convirtió gradualmente en el reino de la impunidad, una suerte de ley de la selva sin orden ni concierto.
La situación actual de una especie de electroshock nacional, con el anuncio de los seguros, abrió la puerta a la desinformación y al uso oportunista de enemigos jurados del progreso por acción o por omisión, pero también de los del pacto de corruptos que vieron la oportunidad de poner más obstáculos a las medidas de rescate de la institucionalidad en el país.
Son las acciones del pacto de corruptos y unos pocos desinformados, que no tienen consenso social y que aparentemente parecen acciones populares, pero no podemos equivocarnos. Hoy vemos a los veteranos militares ya maras de taxistas hacer protestas que sólo evocan formas de chantaje, a que buscan ordenar la vialidad en el país, pues se trata de introducir normas que buscan enderezar el uso de vehículos y proporcionar algo de seguridad, mientras se van impulsando, las medidas indispensables de orden estructural. Una de las cuales es la de contar con un sistema de transporte. público en las ciudades y con seguridad en las carreteras.
Habría que reconocer que la existencia de un metro urbano que debe iniciar su construcción o de autobuses decentes en las carreteras, junto con controles indispensables, mejorarían la calidad de vida de nuestros compatriotas.
Así de sencillo.