El arte de Daniel Lemus y la identidad Xinka negada del territorio de Palencia

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Créditos: aniel Lemus pinta La Virgen de la Resistencia en la terraza del colectivo Chiviricuarta, concentrado en un lienzo lleno de simbolismo cultural. Foto de Derik Mazariegos
Tiempo de lectura: 9 minutos

 

“Palencia ha sido homogeneizado bajo una identidad ladina-mestiza, sin reconocer las diferencias dentro de este mestizaje. Y sí, somos mestizos, pero un mestizaje con raíces Xinka, no maya, una historia que ha sido negada y que aún tiene rastros vivos”, Daniel Lemus.

Por Derik Mazariegos

La identidad no es algo fijo. Es un proceso en constante construcción, moldeada por la memoria y la reinterpretación del pasado. Desde esta premisa, Daniel Lemus concibe su arte como un medio para recuperar y resignificar la memoria de Palencia, un municipio del departamento de Guatemala.

La trayectoria artística, de este hijo de campesinos de la aldea Los Tecomates, se nutre de los símbolos y relatos de las comunidades de su municipio, explorando su historia y transformándola en nuevas formas de expresión.

Lemus es educador en artes plásticas, músico y trabajador del arte, su enfoque se basa en la memoria colectiva y la cultura local. En esta entrevista para Prensa Comunitaria compartió su visión del arte como exploración y resistencia, así como su compromiso con la transformación del entorno a través de la creatividad.

Retrato de Daniel Lemus, artista de Palencia, Guatemala. Foto de Derik Mazariegos

Un artista arraigado en su territorio

Desde el inicio de nuestra conversación, Daniel Lemus dejó claro que su identidad como artista está profundamente arraigada en su lugar de origen. “Soy educador en artes plásticas, músico y trabajador del arte. Nací y crecí en la aldea Los Tecomates, en el municipio de Palencia, y ese lugar ha marcado mucho quién soy y lo que hago. Me considero un artista visual y musical que reinterpreta la realidad de su entorno y su cultura, buscando contar historias desde lo que me rodea, resignificando lo cotidiano y dándole un nuevo sentido”.

La creación ha sido una constante en su vida. “Desde niño siempre me ha gustado crear. Mi mamá cuenta que, cuando era pequeño, les pedía a mis papás que me dibujaran animales y yo jugaba con esos dibujos como si fueran reales. Siempre me ha llamado la atención darle vida a lo inanimado, como si pudiera jugar a ser creador en lo cotidiano”, recuerda. Ese impulso sigue presente en su trabajo: más que representar, le interesa transformar, dar forma a lo que imagina y dotar de existencia a lo que antes no la tenía.

Daniel Lemus en la terraza del colectivo Chiviricuarta, rodeado de sus obras e instrumentos. Foto de Derik Mazariegos

Lemus canaliza sus esfuerzos artísticos desde Chiviricuarta, un colectivo que promueve la investigación cultural en la región norte del departamento de Guatemala. Con sede en Palencia, también trabaja en los municipios de San José del Golfo, San Pedro Ayampuc, San Antonio La Paz y San José Pinula. Su labor abarca la promoción del arte, la cultura y la curaduría de arte comunitario, la revalorización de símbolos culturales a través de la pintura, la ilustración y el muralismo. Y en ciertas ocasiones incursiona en la música. Esa inquietud por la transformación y la reinterpretación sigue siendo, actualmente, el motor de su arte.

La búsqueda de un lenguaje propio

Al preguntarle sobre cómo nació su interés por reinterpretar la cultura local, su respuesta reveló su un proceso artístico y su forma de vincularse con su entorno:

“Ante la falta de espacios formativos en arte en Palencia, tuve que buscar oportunidades fuera del municipio. No porque quisiera desvincularme, sino porque quería aprender y crecer, pero siempre con la intención de traer ese conocimiento de vuelta y aportar a la escena local”, expresó.

“Cuando estudié en la Escuela Nacional de Artes Plásticas (ENAP) “Rafael Rodríguez Padilla”, mi maestro nos hacía practicar todas las técnicas a través de retratos. Con el tiempo me di cuenta que cada vez que intentaba crear, terminaba haciendo lo mismo. No estaba mal, pero sentía que algo faltaba. Para encontrar mi esencia y no sentir vacío en mi obra, decidí dejar de mirar hacia afuera y concentrarme en lo que tenía: la historia, los relatos y los elementos de mi propio territorio”, recuerda.

Lemus se concentró en otras fuentes de inspiración. “Así empecé a traer a mi arte las problemáticas y símbolos locales que han acompañado a mis abuelos, a mi papá y, de alguna forma, también a mí. Recuerdo, por ejemplo, cuando en la aldea hablaban de las lechuzas, o cuando mi familia mencionaba ciertos elementos de la naturaleza. Yo los interpretaba como algo divino, parte de un todo con un rol en el territorio que habito.

El Tiwix, obra de Daniel Lemus, representa al hacedor y observador, símbolo de la energía de la naturaleza y el conocimiento colectivo, con múltiples ojos y manos que reflejan la sabiduría construida desde diversas miradas.

“Esa conexión me hizo comprender que en lo cotidiano hay significados profundos que merecen ser explorados y representados en mi arte”, asegura.

Es en esta introspección donde surge su exploración del territorio, sus símbolos y narrativas, convirtiendo su obra en una relectura de la memoria y la identidad palenciana.

Elementos culturales que resignifican la identidad

Durante su trabajo en las investigaciones culturales comunitarias, organizadas junto al colectivo Chiviricuarta, han surgido hallazgos sobre los símbolos del territorio. En la entrevista, Daniel Lemus menciona:

“Uno de los elementos que más sentido nos ha dado, desde que comenzamos a investigar la cultura palenciana, es el tecomate. Yo soy de la aldea Los Tecomates, un lugar que, dentro del pueblo, suele ser visto con cierto prejuicio por la zona geográfica. Sin embargo, al profundizar en la historia y los relatos locales, entendí el valor de habitar este espacio y reconocerme en comunidad.

En este proceso, he aprendido a mirar con otros ojos elementos que antes parecían cotidianos: el sombrero como símbolo de resistencia, la serpiente como figura recurrente en los relatos orales y la agricultura que ha sostenido a generaciones, pero hoy está en riesgo de desaparecer.

Otro elemento fundamental en nuestra cotidianidad es la luna, que tiene un fuerte valor cultural en las comunidades. No solo marca los ciclos agrícolas, sino que también está presente en los relatos, en los tiempos de siembra y cosecha, en las creencias sobre la muerte y en los momentos de duelo y transformación”.

A partir de sus exploraciones, Lemus ha encontrado en estos símbolos una manera de conectar con la memoria y la identidad de su comunidad, integrándolos en su obra artística como una forma de resignificación y resistencia.

Luna Mística, obra de Daniel Lemus, muestra una figura femenina abrazando un tacuazín, rodeados de las fases lunares y símbolos místicos como ojos y patrones luminosos, resaltando la conexión espiritual con la naturaleza y la identidad cultural.

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La importancia de la luna en la cultura y vida cotidiana del pueblo de Palencia

Los desafíos de explorar la identidad palenciana

Abordar la identidad de Palencia desde su arte no ha sido un camino sencillo para Daniel Lemus. “No tenía muchas cosas claras al principio. Lo que hacía era tomar elementos de mi entorno, como los güisquiles, el maíz, los tacuazines y las lechuzas, que en mi aldea y, en la mayor parte del tiempo solo existen en mi imaginación, porque ya no es tan común verlas. Mi intención ha sido reconocer su valor y resignificarlos como parte de la cultura, la historia y la memoria local, entendiendo que estos elementos no solo forman parte del paisaje, sino que también llevan consigo narrativas, saberes y significados que han sido transmitidos por generaciones”.

Explorar la identidad palenciana le ha valido ser de los pocos que se toman el tiempo para entender el territorio desde una perspectiva más profunda, explorando antecedentes familiares, relatos orales y las dinámicas que lo han moldeado. En este proceso, Lemus ha descubierto la conexión de Palencia con el territorio Xinka, una conexión que históricamente ha sido invisibilizada. “Ha sido difícil, porque el municipio ha sido homogeneizado bajo una identidad ladina-mestiza, sin reconocer las diferencias dentro de ese mestizaje. Y sí, somos mestizos, pero un mestizaje con raíces Xinka, no maya, una historia que ha sido negada y que aún tiene rastros vivos”.

Comprender la cultura y la memoria local requiere también asumir nuevas perspectivas del territorio y reconocer que hay una historia negada, con rastros de identidad aún vivos. “Mi trabajo es una forma de rescatar y reinterpretar esos fragmentos, darles un espacio dentro de lo visual y lo simbólico, y generar diálogos que permitan cuestionar y reconstruir nuestra identidad desde lo que realmente somos y no desde lo que nos han dicho que debemos ser”.

El trabajo de Daniel desafía las imágenes impuestas sobre la identidad, revalorizando, a través de su compromiso artístico y personal, la historia de su territorio.

El Tapesco, obra de Daniel Lemus, representa la estructura simbólica donde crece el güisquil. Con formas geométricas, figuras místicas y elementos como calaveras y ojos, la obra evoca la conexión entre la naturaleza, la vida y la muerte, resaltando el valor cultural de lo cotidiano en el territorio.
Parásito, obra de Daniel Lemus, representa al alcalde Beto Reyes, simbolizando la corrupción y el poder cooptado en Palencia, Guatemala. La figura grotesca, con raíces que absorben del territorio, muestra cómo el abuso de poder afecta a la comunidad y el medio ambiente.

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Denuncian corrupción en proyecto de mejoramiento de calles en Palencia

Arte como memoria y exploración

Para Daniel, el arte es una herramienta para reconstruir. Su trabajo surge de los diálogos intergeneracionales, de escuchar a los abuelos y abuelas de las comunidades del municipio y transformar esas memorias en imágenes. “De hecho, hay una serie de ilustraciones que retratan historias que me han contado mis abuelos y mis padres, relatos que para otros podrían parecer mágicos, pero que en realidad son fragmentos de la memoria colectiva”, explica.

A través de su obra, Lemus plasma recuerdos personales y paisajes que han desaparecido: “Los lugares donde me formé, vistas que ya no regresan, como las ceibas que fueron taladas por corrupción en el parque de los Mixcos, cerca de donde estudié, las ánimas que cuidaban las siembras de mi padre o las historias de serpientes gigantes que, según cuentan, destruyeron montañas. Con el tiempo, entendí que muchas de estas historias eran formas simbólicas de interpretar problemáticas que siguen vigentes, como la minería, que, en aquel entonces, y aún hoy, la gente no comprende del todo, pero ya se intuía como una amenaza”.

Uno de los aspectos que destacan de su trabajo es la manera en que reinterpreta relatos populares. Lemus cuenta que muchas historias de espantos coincidían con la época de la guerra civil. “Otro ejemplo es cómo las historias de espantos que ‘se ganaban a la gente’ coincidían con la época del Conflicto Armado Interno y las desapariciones forzadas. Ahora, con más conocimiento, me doy cuenta de que muchas de esas personas eran, en realidad, quienes se organizaban en las comunidades y probablemente el ejército desapareció, pero el miedo y la represión transformaron sus luchas en mitos y leyendas”.

El impacto en la comunidad y proyectos futuros

Sobre la reacción del público ante su trabajo, respondió: “He notado que la gente se identifica con los personajes, y a partir de eso surgen diálogos y recuerdos de sus infancias”. Sin embargo, también hay momentos de sorpresa. “De repente aparecen preguntas que antes no se habían hecho, como: ‘¿Por qué el güisquil tiene ojos para observarme?’ o ‘¿Por qué asociar la energía femenina con el personaje del tacuazín?’. Ahí es donde el arte deja de ser solo imagen y se convierte en un puente para cuestionar y reinterpretar la realidad”, agregó.

Actualmente, Daniel Lemus trabaja en nuevos proyectos desde el colectivo Chiviricuarta. “Hemos formado una banda llamada Los Espíritus del Cerro, y estamos construyendo el concepto de nuestro primer álbum, que surge de nuestras jornadas de investigación cultural. Estamos explorando los sonidos de las comunidades, incluyendo rezados y otras expresiones musicales locales. Queremos narrar los problemas que enfrentamos y nuestra forma de ver el mundo desde la periferia”.

Además, participa en una investigación sobre las percepciones comunitarias de los problemas ambientales en la región norte del departamento de Guatemala, donde se encarga de la parte visual.

La identidad no es un hecho dado, sino una construcción en disputa, influida por el acceso a la historia, las relaciones de poder y los discursos predominantes. En este sentido, la obra de Lemus visibiliza elementos que han sido omitidos en la narrativa oficial del municipio, pero lo hace desde la práctica artística, con sus propias limitaciones y posibilidades. No busca reivindicar un pasado perdido, sino evidenciar la complejidad del presente, donde conviven influencias diversas y se negocian constantemente los significados culturales.

Daniel Lemus trabaja concentrado, rodeado de materiales de arte, velas encendidas, su computadora y tableta para ilustración digital. Foto de Derik Mazariegos

Más que una afirmación categórica sobre la identidad de Palencia, su trabajo abre espacios de reflexión sobre las formas en que el territorio es habitado, recordado y representado. En este proceso, el arte opera como un medio que posibilita diálogos sobre el pasado y el presente, no como un intento de fijar una identidad única, sino como un ejercicio para comprender cómo se construyen y transforman las memorias en el tiempo.

El trabajo de Daniel Lemus se sitúa en un proceso más amplio de exploración y cuestionamiento sobre la identidad en Palencia. Su arte busca generar preguntas sobre los significados atribuidos al territorio, los símbolos que lo configuran y las formas en que la memoria colectiva se manifiesta en lo cotidiano.

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