Cada fin de año es común observar las campañas del Conap a favor del pinabete. Sin embargo, hay otros elementos de la diversidad biológica del país a los que no se le presta similar atención, como el uso del musgo.
Por Regina Pérez
En la época decembrina es común observar en los mercados la venta de diversos artículos de origen natural como las patas de gallo, hojas de pino, el musgo y la “barba de viejo”, utilizados para adornar los nacimientos. Sin embargo, muchas personas desconocen que es una práctica con impactos ambientales a los ecosistemas.
De acuerdo al Consejo Nacional de Áreas Protegidas (Conap) la extracción ilegal del musgo se realiza en los bosques. Es un problema creciente en el país, aunque no cuenta con datos exactos sobre la frecuencia o la cantidad de extracción debido a su naturaleza ilícita.
Algunos de los lugares donde se extrae es en las faldas de los volcanes cercanos a Guatemala, Sololá y Quetzaltenango, mayormente en los ecosistemas de bosque nuboso.
El musgo que se utiliza en estas épocas crece en los suelos húmedos, en bosques de montaña. A menudo, los recolectores ilegales raspan o lo arrancan con herramientas como picos o palas dañando el ecosistema subyacente y dificultando su regeneración.
Uno de los artículos más vendidos
Rosa, una vendedora originaria de Santa María de Jesús, en el departamento de Sacatepéquez, tiene un puesto en el mercado navideño auspiciado por la municipalidad capitalina a un costado del mercado central, entre la 6ª y 7ª avenida de la zona 1.
La vendedora comentó que la medida de musgo la venden a Q10, generalmente es una canasta de aproximadamente 20 centímetros de diámetro. Es uno de los artículos más vendidos junto a el paxte (barba de viejo) y las coronas de pinabete.
Ella indicó que lo compran por costales a los vendedores por unos Q250, pero desconoce cuantas medidas le salen de un costal, aunque afirma que no tiene pérdidas.
En otros mercados, el precio varía, por ejemplo, en Chimaltenango, otro de los departamentos donde se extrae esta planta. Aquí la medida puede costar Q7 y un costal tiene un precio de Q100 a Q120, según la información que proporcionaron vendedores del mercado de artículos navideños ubicados frente a la municipalidad de San Juan Comalapa.
En el puesto de Rosa sobresalen entre el musgo, los gallitos, la barba de viejo, hojas de pino y palanganas con aserrín pintado de colores. El aserrín, según la vendedora, también puede ser utilizado como alternativa del musgo y su precio es más bajo. La medida, una palangana mucho más pequeña, cuesta Q2.
Los musgos cumplen una importante función
El biólogo Jorge Jiménez, del Centro de Estudios Biológicos y Sociales de Guatemala, explicó que en un ecosistema la función del musgo, su nombre genérico, está asociada a la regulación hídrica, un servicio que tiene una demanda de parte de la sociedad.
Estos almacenan agua y evitan que esta se pierda demasiado rápido, funcionan como una esponja que libera el agua a lo largo del tiempo.
Otra de sus funciones es que son colonizadores de superficies, sus esporas germinan en casi cualquier lugar y acumulan materia orgánica. Esto permite que se establezcan otras plantas que son vasculares como pequeñas gramitas y eventualmente hasta árboles.
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Sin estimaciones de comercialización de musgos
El Conap no cuenta con información técnica específica de cuanto musgo se comercializa en la época navideña. Estima que por familia se consumen entre dos a cuatro libras y para barba de viejo (epífita que no es musgo) entre una a dos libras, según las medidas de venta en el mercado.
La entidad señaló que realizan campañas de sensibilización y educación ambiental rutinarias para desincentivar el uso del musgo tal y como lo hacen con el pinabete, sobre todo en los últimos meses de cada año.
La extracción y comercialización del musgo, al igual que el pinabete, cuya venta tiene que estar autorizada, puede traer sanciones como multas económicas cuando esto se realice en áreas donde no se cuentan con los permisos correspondientes, según la Ley de Áreas Protegidas de Guatemala y otras normativas relacionadas con la conservación de la biodiversidad.
Incluso las personas pueden enfrentar penas de prisión, especialmente si la actividad es considerada un delito grave como la extracción masiva o confiscación de los productos ilegales. En muchos casos la institución puede confiscarlos si considera que han sido extraídos de esa forma.
Por otro lado, los expertos mencionan que la “barba de viejo”, que también se utiliza como adorno navideño, no es un musgo. El primero es una planta con flores, con características epífitas que se ubican sobre otras plantas y necesitan características especiales de altura y humedad y la segunda tiene características terrestres.
Impacto ambiental
Jiménez señala que comercializar el musgo tiene impactos desafortunados. Se trata de una práctica poco sostenible debido a que no hay estudios para calcular la tasa de aprovechamiento, así como no hay estudios de valoración sobre el beneficio que la sociedad guatemalteca deja de percibir por su extracción, razón por la cual su precio en el mercado es tan bajo.
“Es un desastre. Con frecuencia las personas que aprovechan estos musgos, no solo los arrancan, sino que extraen otros organismos relacionados. Hay animales que viven entre los musgos que se comercializan en el mercado negro, como las abronias y las salamandras”, explicó.
Agrega que extraer el musgo es una mala práctica pues reduce la capacidad del ecosistema para ofertar un servicio tan fundamental como la regulación hídrica y se suman otros ilícitos. “¿Y todo por qué? Por un adornito que dura un ratito, es una muy mala idea”, afirma.
Jiménez concluye que el musgo es un patrimonio cultural de la nación que es robado de los árboles y lo venden y otras personas lo compran y motivan ese mercado tan insostenible.
Por su parte, el Conap indica que en caso de devolver el musgo a la naturaleza después de utilizarlo tiene altas probabilidades de sobrevivir, pero existe un impacto ambiental significativo al remover la estructura del suelo y las demás formas de vida que en ellos habita.
Finalmente, reconoce que por la falta de recursos para supervisar todas las áreas protegidas y las actividades ilegales que se realizan sigue siendo un desafío tener un control efectivo de estas prácticas en Guatemala.
Esta nota es producto del Diplomado Fundamentos de la Conservación de la Naturaleza, apoyado por la Fundación Luis von Ahn y Defensores de la Naturaleza, coordinado por Laboratorio de Medios. Los autores son responsables del contenido.