Por Byron Garoz
Apelando a un concepto gramsciano, Simona era una intelectual orgánica, vinculada estrechamente a los movimientos sociales guatemaltecos, con los cuales compartía análisis, escritos, propuestas y visión estratégica. Y más allá de eso, con los que se involucró activamente en la búsqueda de espacios unitarios y acciones que fortalecieran la lucha y los logros del campo popular. Simona también era una amiga, una compañera, una camarada.
Llegó muy joven a Guatemala, hoy sabemos que en 1987, al parecer con las Brigadas de Paz. No hablaba español, lo aprendió en Antigua Guatemala. En esa época vivió en la colonia Primero de Julio (zona 19 de la capital del país) donde se integró a una familia que conocimos en estos días de su partida, que la apoyó y se preocupó por ella.
No recuerdo exactamente dónde ni cuándo la conocí, pero su presencia se fue haciendo familiar en marchas, talleres, encuentros y asambleas populares. Al principio, Simona parecía un poco seria, pero a medida que la conocíamos y conversábamos con ella, nos dábamos cuenta de su don de gente, su alegría, su optimismo, su capacidad de análisis, su compromiso con la lucha de los pueblos, no sólo de Guatemala, sino de todos los pueblos oprimidos del mundo que luchan por su liberación. Simona era una internacionalista de pura cepa y participaba en los grupos de solidaridad con Cuba, Venezuela, Palestina…
El movimiento sindical, campesino, feminista, indígena, ambientalista y otros dan fe de todo esto, al tiempo que añaden atributos dignos de celebrar y compartir.
Simona no hablaba mucho de su vida. Una vez le pregunté “¿y vos, al fin de dónde sos, italiana, rusa; qué onda?” Sonrió -tenía una sonrisa hermosa- y dijo “No importa de dónde soy ni de dónde vengo, Byron, lo importante es que estoy aquí”. Ahora sabemos que nació en Italia, de padre italiano y madre alemana, que vivió en Alemania; que su mamá falleció siendo Simona muy joven por lo cual comenzó a usar el apellido materno; que muy joven se casó con un estadounidense y vivió por corto tiempo en los EEUU. Luego llegó a Guatemala.
Simona deja grandes aportes a las ciencias sociales. Los 20 libros, o más, que escribió o coordinó, sus conferencias, sus múltiples colaboraciones con el movimiento -algunas remuneradas, otras no-atestiguan su vocación. Poseía una vasta cultura y múltiples intereses sociales, humanos, artísticos, etcétera. Tocaba el chelo y formó parte por un tiempo del coro feminista “Las sin Decoro”.
En 2009, coordinó para Flacso un estudio sobre los movimientos sociales, en que participé. Recuerdo que en uno de los informes, escribí un párrafo diciendo que una determinada propuesta de ley que algunos movimientos habían redactado era valiosa porque contenía elementos positivos.
Lo leyó y me dijo “¡Pajas! ¡Esas son puras pajas! ¡Esa es una mala copia de la Constitución de Bolivia!”. Y luego expuso sus argumentos para tal afirmación. Al final concluí que la compañera tenía razón, así que redacté el párrafo de nuevo. Simona tenía rigurosidad científica.
Se dice que estaba sola, no es cierto. Vivía sola, pero había un grupo pendiente de ella. Y como dijo una compañera, Simona era libre, agarraba camino a trabajar a diversos lugares, sin decirle o pedir permiso a nadie; se desconectaba por días y al regresar se comunicaba de nuevo. Así era ella. Pero lo incuestionable, que nos queda de aprendizaje, es que debemos activar con seriedad y dedicación los círculos de cuidado colectivo; esos de los que hablamos en los movimientos. Debemos cuidarnos más, estar más pendientes de las y los demás, particularmente en ámbitos donde muchas veces no se cuenta con seguridad social, y los trabajos no son retribuidos en forma adecuada.
Para concluir: vivíamos muy cerca, nos encontrábamos con frecuencia y conversábamos. La vi el miércoles 2 o el jueves 3 de octubre por la mañana, subió al bus 7, tres cuadras después que yo, durante el trayecto conversamos de política nacional e internacional, de los movimientos sociales, de las perspectivas. Me dijo que iría a la marcha en solidaridad con Palestina el domingo 6; me llamó la atención no verla ese día. Todo indica que falleció el sábado por la noche.
Agradezco a Simona, porque nunca fue egoísta. Compartió sus conocimientos con quien los requiriera, como en mi caso… Siempre respondió a mis múltiples preguntas: “¿Cómo ves las elecciones en EE.UU.?, ¿Cómo ves a Milei, a Bukele?, ¿Qué pensás del segundo piso de la 4T?, ¿Cómo ves la situación en Rusia, en Gaza?
Gracias por eso, Simona. Gracias por ser interlocutora en múltiples y provechosos diálogos para mí y para los movimientos.
¡Hasta la victoria siempre Camarada Simona Yagenova!