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Ramón Sanpedro y Alain Delón ante la eutanasia

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Créditos: Prensa Comunitaria
Tiempo de lectura: 3 minutos

Por Miguel Ángel Sandoval

El 12 de enero de 1998, Ramon Sanpedro, marinero gallego, falleció luego de practicar la muerte asistida, con el apoyo de una docena de personas que colaboraron en el proceso de eutanasia que Ramon había solicitado durante años. En efecto, Sanpedro se había dirigido en múltiples ocasiones a las autoridades para solicitar su muerte pues no quería vivir de la manera en que lo había hecho el último cuarto de siglo, 25 años, luego de un accidente que lo había dejado parapléjico.  Desde entonces vivió en cama. Solo se podía comunicar pues hablaba, escuchaba, pero el resto del cuerpo estaba inmóvil, sin vida.  Su demanda era el derecho a vivir y morir con dignidad.

En los años en que Ramón Sanpedro opto por la muerte asistida, la práctica de la eutanasia era prohibida en todo el mundo. En ello se mezclaron y a la fecha se continúan mezclando, creencias religiosas o criterios médicos tradicionales. No es extraño escuchar que médicos dicen haber estudiado y de haberse comprometido a salvar vidas no a quitarlas. Y luego hacen mención del juramento Hipocrático. Ocurre lo mismo con las creencias religiosas. Se parte que Dios da la vida y solo él la pueda terminar. Es un dilema filosófico, ético, y ahora vinculado a la calidad de vida de la gente y a lo que se puede pensar de ello.

De entonces a la fecha son unos siete países que introdujeron en su legislación la práctica de la eutanasia asistida como algo legal, como una práctica aceptada. Es Holanda en 2002 el primero de los países que, aceptado la muerte asistida, el bien morir que sería la traducción del vocablo griego que define la muerte asistida o sea la Eutanasia. Le siguieron otros países como Bélgica, Colombia, España, Canadá, Luxemburgo, Nueva Zelanda. Y por supuesto Suiza. Todo ello en los años que van del siglo XXI. Antes de ello dicha práctica era ilegal, perseguida.

De manera reciente, este domingo 18 de agosto del año 2024, falleció el actor francés, Alain Delón, que no hace mucho tiempo había solicitado la muerte asistida o la eutanasia a su hijo, debido a que el actor no quería vivir más, pues su salud cada día era menos agradable de vivir. Los medios que reportaron su fallecimiento nunca dijeron, ni siquiera entre líneas, que el actor hubiese fallecido por la vía de la eutanasia que, de forma madura, informada y reiterada, había solicitado.

Quizás esa fuera una de las razones que lo llevó a vivir en una `pequeña ciudad de Suiza, país en donde la práctica de la eutanasia es legal y por ello su práctica, no representa un tema de legalidad o de violaciones a la legalidad. No hace mucho supimos que el mítico Alain Delón, había sufrido casi de manera seguida, dos infartos, y por ello su salud no era la mejor. A lo que se agregaba una profunda depresión como se ha comentado de manera amplia. Es un tema que se encuentra irremisiblemente ligado a su fallecimiento.

Vivía, además, con una especie de rechazo al mundo en que ahora se encontraba. Sentía que la gente se preocupaba por cosas sin mucho sentido, que la mezquindad se había apoderado de la gente y por ello se había recluido, se había retirado. No era más una gente del mundo actual. Era un personaje ligado al glamur de otros años, a la vida de otra manera. Acaso más ligado a la Francia de los años de la postguerra y de la reconstrucción de la época de los 60. Pero no la Francia actual. Esos eran los criterios que Alain Delón, el mítico actor, expresaba en sus últimos años de vida.

Se trata de un tema relevante y de actualidad.

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