Con un canal instalado en el techo de las viviendas y un tanque de captación, pobladores de comunidades de Comitancillo, San Marcos, aprovechan cada gota de lluvia, que cae con menos frecuencia en el municipio. Con este sistema de captación de agua, consiguen, no solo limpiar los hogares sino también regar los huertos familiares.
Por Alex PV
El caserío La Reforma se ubica en la parte sur alta de Comitancillo, a unos 30 minutos de distancia de la cabecera municipal. Por su altitud, al igual que la región norte de ese municipio de San Marcos, enfrenta una grave y frecuente escasez de agua potable, de acuerdo con un estudio, realizado en 2022 por la Asociación Maya-Mam de Investigación y Desarrollo (AMMID).
Para solucionar esta situación se promueve en la actualidad una práctica denominada “Cosechadores de lluvia”, que consiste en captar agua de lluvia a través de un mecanismo adaptado a los techos de lámina de las viviendas.
Este sistema está compuesto por un canal que recoge el agua y la conduce a un depósito, construido con geomembrana y malla electro soldada, que se asegura con postes de concreto.
“Cosechadores de lluvia” en 15 casas
Franklin Juárez, técnico agroecológico y de cambio climático, de AMMID, dice que desde el 2019 se comenzaron a instalar en el caserío estos “Cosechadores de lluvia”, con el apoyo del Fondo de Desarrollo Noruego (FDN). En la actualidad, se han construido 15 sistemas de captación de agua de lluvia en la localidad, uno en cada casa familiar.
Don Catarino Pérez Aguilón, comunitario del caserío La Reforma, cuya casa cuenta hoy con un “Cosechador de lluvia”, señala que la escasez de agua potable es el principal problema de la comunidad. “No son las tuberías sino la cantidad de agua disponible. El nacimiento de agua tiene poco caudal y el tanque es muy pequeño”, explica.
En la comunidad están registrados 250 servicios de agua potable, equivalentes a igual número de hogares. Sin embargo, solo 50 casas reciben agua de manera regular.
Para enfrentar el problema se diseñó el Sistema de Reparto que consiste en la contribución entre vecinos. Quienes tienen agua permiten el ingreso a sus casas a quienes no cuentan con el servicio y así logran llenar cántaros, galones y otros recipientes, cada vez que lo necesitan.
30 minutos para buscar agua
El nacimiento de agua está ubicado en la aldea Ixcamal, a 30 minutos del caserío La Reforma. Antes de que comenzara a funcionar el sistema de recolección de agua de lluvia, las mujeres solían recorrer este trayecto para lavar ropa, mientras los hombres se encargaban de cargar los recipientes con agua hasta sus casas. Esta práctica ha disminuido con los años, pero todavía hay algunos vecinos que caminan hasta ese lugar.
“El agua de lluvia nos ayuda con nuestros animales y para el huerto”, cuenta don Catarino Pérez, mientras se escucha el mugido de dos vacas y el balido de las ovejas. El comunitario comentó que también posee un campo cultivado con milpa, y que fue afectado por un hongo, ante la escasez de lluvia.
En los huertos familiares se cultiva yerbamora, brócoli, repollo, cebolla, acelga, rábano y algunas plantas medicinales, como la ruda, utilizada para curar el mal de ojo a los bebés. En el campo de la milpa hay maíz, frijol, chile y calabazas.
Sin embargo, por la falta de lluvia en los primeros cinco meses de 2024, el maíz ha sido atacado por un hongo que deterioró el cuerpo y las hojas de las plantas. “Reduce la producción a uno o ningún elote por milpa”, menciona Franklin Juárez, técnico agroecológico y de cambio climático, de AMMID.
Una vida en el campo
Don Catarino Pérez ha sido agricultor durante toda su vida. Su primer salario fue de Q40 y ahora son Q70 por una jornada que comienza a las 6 y termina a las 12 horas. El resto del día lo dedica a su huerto y cultivos propios, así como a la crianza de animales, lo cual facilita ingresos adicionales a su familia.
El caserío está a 1,500 metros sobre el nivel del mar, por su altitud se cosecha, principalmente, papa, maíz, repollo, avena y trigo. Esta altitud es típica para muchas áreas en el altiplano guatemalteco, que suele tener elevaciones que varían entre 1,200 y 2,500 metros sobre el nivel del mar. No obstante, en el Caserío en los últimos años, el trigo ha sido reemplazado por el cultivo masiva de acelga, que se exporta a otros países. Solo unas pocas familias, con recursos económicos disponibles, se dedican a cultivar acelga, ya que, requiere el uso de productos químicos.
“El agua es vida”, dice Adelaida Pérez Ramos, de 32 años, madre de cuatro niñas, quien también tiene un sistema de captación de agua de lluvia. “El agua me sirve para lavar la ropa, los trastes y para el baño en el temazcal”, narra.
Los “Cosechadores de lluvia” tienen una vida útil de unos 20 años y cada uno puede almacenar hasta 15 mil litros de agua, según el técnico agroecológico de AMMID. Esta cantidad es suficiente para la limpieza del hogar, actividades pecuarias, lavado de ropa y riego de los huertos familiares en los meses de verano.
En el caserío La Reforma, el impacto de los “Cosechadores de lluvia” ha sido positivo. Algunos vecinos han diseñado sistemas similares y usan tinacos para captar agua de lluvia. Además, la práctica ha fomentado el vínculo comunitario, ya que las familias con este innovador mecanismo de recolección de agua la comparten con sus vecinos y familiares. Promoviendo un sentido de hermandad.
“La meta es fortalecer las capacidades de las familias mediante tecnologías apropiadas que permitan adaptarse a los efectos del cambio climático”, asegura Franklin Juárez de por la Asociación Maya-Mam de Investigación y Desarrollo.
Este texto se realizó en el marco de la Sala de Creación comunitaria y medioambiental, un ejercicio periodístico colectivo organizado con un grupo de periodistas de territorios de Prensa Comunitaria, bajo la coordinación de Francisco Simón.