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Escoltas, interpelaciones, champurradas y contratos

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Créditos: MAS web
Tiempo de lectura: 3 minutos

Por Miguel Ángel Sandoval

Desde la óptica de la mayoría de los diputados del actual Congreso hay una lógica que se retroalimenta a sí misma, con la corrupción y la impunidad como los grandes denominadores comunes. Todo inicia con la manera poco democrática de llenar las casillas para diputados en épocas de elección. Quien invierte más, pues es, según esta manera de ver las cosas, quien tiene mejores opciones de ganar los votos por la vía que sea. Los hechos así lo dicen.

Por ello, es decir, por la inversión, es que buscan por todos los medios hacer negocios desde la curul. No se te rata de si son buenos o si tienen buenas intenciones. Esa es la norma que se instaló desde hace años. Es la perversión que se apodero del sistema político. Es la causa de su fracaso y, sobre todo, de la destrucción de la democracia que vemos sin maquillaje en la actualidad.

Como un rayo en cielo sereno cayó la disposición del Ministerio de Gobernación de quitar las escoltas a unos 19 diputados. Acostumbrados a tener seguridad o guaruras a disposición, se encontraron de un día para otro, sin la misma. Y por supuesto, al susto fue grande pues nunca pensaron que sus privilegios iban a ser o podían ser limitados, por un gobierno que pretende trabajar sin acudir a la corrupción sistémica o, dicho de otro modo, sin mantener los privilegios como la norma de conducta.

Pero los privilegios ligados a la corrupción son muchos. En corrillos de la casa embrujada se dice sin ningún tipo de disfraz, que si un presidente quiere tener el control del Congreso tiene que invertir. Y se pone los ejemplos de Giammattei o el payaso Morales, que con una bancada de unos 10 diputados, consiguieron sin mucho problema contar con la mayoría calificada para cualquiera de sus fechorías, por un método ya no puede ser.

El tamaño de esa inversión es poca cosa, dicen los que saben a juzgar por los negocios que se manejan desde el caserón de la novena avenida. Es algo matemático. Si son 160 diputados a 30 mil mensuales como sobre sueldo (las chapurradas) y esto por cuatro años, nos da una bagatela, peanuts.

Son unos 50 millones por año.  En el caso que sea sobresueldo para los 160. Pero como hay quienes no aceptan, pues el gasto es un poco menor. ¿De dónde se saca esta suma?, pues del presupuesto público vía múltiples formas. Solo las caletas de Benito en Antigua daban para eso y más. Alrededor de dos años de Congreso aceitado.

El otro gran tema son los contratos. Se sabe que los diputados exigen que se les asignen las mentadas obras. Para ello el mecanismo es el listado geográfico de obras que todos presentan como la concreción de su gestión ante sus votantes. Pero se oculta que esas obras son de varios millones, y si son de construcción, pues los mismos diputados tienen constructoras o son socios de las mismas. Y negocio redondo.

En resumen, cuando un gobierno como el actual decide no mantener las escoltas, no dar las champurradas y cerrar el chorro para los contratos, pues la reacción es la que conocemos: los diputados del pacto de corruptos están sencillamente encabronados pues se quedaron sin los privilegios y sin el pisto. Además, con las deudas de la campaña. Juzgue usted.

Finalmente están otros mecanismos de chantaje o de boicot como son las citaciones a ministros y otros funcionarios, así como las interpelaciones. Estas se hacen como un mecanismo que busca decir que el Congreso es el poder soberano, y que los citados tienen o deben rendir cuentas. Eso es cierto, en teoría, pero en la práctica, es el chantaje sistémico. Además, en el pasado reciente, a cualquier ministerio se le hacía saber que unas cuantas plazas eran suficientes para suspender una interpelación o una citación.

Eso es lo que ahora pretenden hacer de nueva cuenta con los tres ministros citados para interpelación el día 25 de julio de este 2024. Gobernación, Relaciones Exteriores y el Ministerio de Comunicaciones. No sabemos cómo se desarrollarán estas operaciones de boicot y chantaje, o si solo son un pretexto para darle larga las comisiones de postulación para entorpecer elegir a los magistrados de las diferentes cortes. Veremos.

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