El expresidente hondureño pasó de ser un “aliado” del gobierno estadounidense en la lucha antidrogas a ser acusado de forjar un narco- Estado durante su gestión de 2014 a 2022. La sentencia es un hecho político sin precedentes en la historia del país centroamericano.
Por Prensa Comunitaria
Este miércoles el juez Kevin Castel, de un tribunal de Nueva York, sentenció al expresidente hondureño, Juan Orlando Hernández, a 45 años de cárcel por tres delitos relacionados con el tráfico de drogas y el uso de armas para proteger negocios criminales.
El 8 de marzo, fue declarado culpable de enviar más de 500 toneladas de cocaína a EE.UU., así como de trabajar con el capo del narcotráfico mexicano, Joaquín ‘el Chapo’ Guzmán. Aunque la Fiscalía solicitaba al tribunal de Nueva York una pena de cadena perpetua “para enviar un mensaje a funcionarios corruptos y narcotraficantes de todo el mundo”, esta no fue otorgada.
Según la acusación, entre 2004 y 2022, cuando finalizó su segundo mandato como presidente, integró una “conspiración corrupta y violenta” de narcotráfico para facilitar la importación de cocaína a EE.UU.
Antes de pronunciar la sentencia, Castel dijo que Hernández era “un hombre de dos caras”: con una proclamaba su compromiso contra el narcotráfico, y con la otra facilitaba la importación de toneladas de cocaína hacia Estados Unidos, unas drogas que sumaban un valor de diez millones de dólares”, según la agencia de noticias EFE.
El pasado viernes, Hernández envío una carta a Castel en la que asegura que su proceso judicial estuvo “plagado de errores e injusticias” y que se convirtió en un “linchamiento” ejecutado por el sistema de Justicia de EE.UU.
Tres meses después de entregar el cargo a la presidenta, Xiomara Castro, el exdiputado y abogado, de 55 años, fue extraditado a Estados Unidos el 21 de abril de 2022 acusado de conspirar para traficar drogas y armas. Castel lo sentenció también a pagar US$8 millones de multa y cumplir cinco años de libertad bajo vigilancia al final de su condena a prisión.
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Frente al Tribunal se encontraba un grupo de hondureños que esperaban la sentencia. En 120 días, el juez decidirá a qué penal será enviado Hernández para cumplir la condena. Actualmente se encuentra en la cárcel de Brooklyn.
Según el juez, con la sentencia enviaba un mensaje “a los educados y bien vestidos, para que no crean que van a liberarse de las acusaciones”.
Juan Orlando Hernández egresó de la secundaria como subteniente de infantería del Liceo Militar del Norte, en San Pedro Sula, antes de graduarse de abogado en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras y realizar una maestría en Nueva York en Administración Pública, de 1994 a 1995. Desde 1998 fue diputado y durante el gobierno de Porfirio Lobo (2010-2014) ocupó la presidencia del Congreso. Se casó con la abogada Ana García con quien tuvo cuatro hijos.
Sin embargo, la detención de su hermano, Juan Antonio “Tony” Hernández, en 2018, en el aeropuerto de Miami y posteriormente condenado, en 2021, a cadena perpetua por narcotráfico a “gran escala” fue el inicio de la caída del exmandatario.
Medios internacionales, reportan que Juan Orlando Hernández, conocido en su país como JOH, dijo ser inocente al escuchar la sentencia. Pero durante su juicio, un hijo del expresidente Porfirio Lobo, Fabio, declaró en su contra. Fabio Lobo fue sentenciado en EE.UU. por narcotráfico a 24 años de cárcel en 2015.
El Gobierno de EE.UU. recordó que otros tribunales del país han condenado, desde el 2004, a cómplices del acusado, que traficaron una cantidad significativa de cocaína por América Latina hasta llegar a EE.UU., cuando era diputado.
Adversarios políticos tildaban a Hernández de “dictador” y lo acusaban de haberse enriquecido en su gobierno.
También lo acusaron de haber violado la Constitución haciéndose reelegir en el segundo mandato, y de controlar los poderes del Estado para su beneficio, en particular la justicia, que avaló su polémica candidatura, y el tribunal electoral, que proclamó su victoria pese a denuncias de fraude.
Además, durante su gestión Hernández impulsó programas de ayuda social como la “bolsa solidaria” de alimentos y programas de vivienda para las familias pobres, pero sus detractores lo consideraron un mecanismo para comprar votos.
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El narcotráfico comenzó su influencia en Honduras en la década de 1970. Este país centroamericano se volvió clave en la ruta de trasiego de drogas en los años 90. Este flagelo que empezó a infiltrarse en las instituciones públicas provocó el disparo de la violencia en Honduras hasta registras altos índices de homicidios.
En el proceso judicial contra el exmandatario hondureño, Hugo Ardón, jefe de la agencia estatal encargada de las carreteras en Honduras, reveló cómo se introducía droga a través del mayor puerto de Honduras y cómo se resguardaba en montañas entre Guatemala y Honduras.
Según su testimonio, la droga solía viajar en camiones cargados con hasta 1,5 toneladas desde San Pedro Sula a la frontera con Guatemala, rumbo a EE.UU., protegida con fusiles de asalto y hasta bazucas en zonas montañosas.
Según una trascripción del juicio divulgada por el diario La Prensa, Ardón señaló que para mover al menos 250 toneladas de droga contaba con colaboradores y armas ofensivas como AR-15, M-16, 9 milímetros, AK-47, e incluso “bazucas para destruir carros”. Contó que a veces hicieron estallar con bazucas vehículos blindados en las zonas montañosas entre Guatemala y Honduras.
Ardón también mencionó a algunos guatemaltecos entre ellos los primos Ronald Enrique Salguero Portillo y Otto René Salguero Morales, quienes se declararon culpables de narcotráfico en Nueva York, en octubre del 2022. Ambos eran proveedores de cocaína del cartel de Sinaloa.
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“Con bazucas se estallaban blindados en las montañas entre Guatemala y Honduras”