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Créditos: Prensa Comunitaria
Tiempo de lectura: 4 minutos

 

Por Miguel Ángel Sandoval

El viernes 17 de mayo se reunieron en Tapachula Andrés Manuel López Obrador –AMLO- y Bernardo Arévalo. En sentido estricto se trata de una cumbre presidencial entre México y Guatemala. Al López Obrador le quedan apenas dos meses en el gobierno, pues entrega el mando a su sucesor o sucesora que gane las elecciones en junio, para dos meses de transición y entrega de mando el 1 de septiembre de este año. Mientras Bernardo Arévalo, apenas se estrena en el gobierno con muchas limitaciones y ataques velados unos, abiertos la mayoría, de las fuerzas del Pacto de Corruptos que están ardidos por la derrota en las urnas.

Dicho esto, se juntaron dos voluntades democráticas que buscan el desarrollo de sus países en el marco de la mayor autonomía que les sea posible. En el caso de México, el desarrollo del sureste, especialmente en Chiapas o Oaxaca, es algo prioritario. Porque se trata de los estados con menor desarrollo de ese vecino país. Mientras que Guatemala no puede dejar de ver con envidia, de la buena, los proyectos que se anuncian para esa región, tanto por AMLO, como por la candidata con mejores opciones en las próximas elecciones.

En otras palabras, en el desarrollo económico de esa región de México y en los proyectos de Guatemala y los que se puedan impulsar de manera conjunta hay un espacio para un gana-gana entre los dos países. Un ejemplo es la oferta mexicana de ampliar el recorrido del Tren Maya, o la ampliación de puertos y la idea de un canal seco en el istmo mexicano. Todo ello tomando en consideración que son dos países que comparten, para bien o para mal, el rol de países con serios problemas por la creciente e indetenible migración, tanto la propia pero principalmente por la migración de terceros países. Y es aquí en donde se puede entender el peso del tema migrante. Si se lee con atención la agenda oficial publicada, se puede concluir que el tema de desarrollo económico es el dominante en esa importante reunión.

  1. Seguridad y colaboraciónde ambos países.
  2. Infraestructura portuaria y ferroviaria, con énfasis en las opciones para extender el Tren Maya y conectarlo con Belice y Guatemala. El Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec, la línea K que se puede conectar con Guatemala y México.
  3. La movilidad humana y migración en la frontera surde ambos países y como convertirla en una frontera ejemplar, de desarrollo y humanitaria.
  4. Cooperación de desarrollo y comunidades, los avances del programa sembrando vidas y modernización de 3 cruces fronterizos, el Ceibo, Ingenieros Nueva Orizaba y la frontera del Suchiate en Tecún Umán, así como otros temas de cooperación.

Si como sabemos, los EEUU son el principal destino de los flujos migratorios y que México y Guatemala son los dos últimos países por donde transitan decenas de miles de migrantes, se puede fácilmente establecer que son dos países llamados a cooperar para que la situación de los migrantes y la relación con los EEUU sea menos traumática para ambos. Es por ello que se trata de una reunión que tiene un peso propio. Y el tema migratorio puede ser el motivo principal de esta reunión. No es algo menor. No se trata de algo rutinario. Se sabe que los EEUU demandan de múltiples formas que el flujo cese. Lo que se dice menos es que la disminución del flujo migratorio no puede ser por otra vía que la del desarrollo económico.

En esta perspectiva, si los EEUU necesitan la disminución del flujo migratorio que llega por las fronteras de estos dos países lo mínimo que se podría esperar seria la colaboración de ese país en políticas que tendieran a disminuir ese flujo. Y se dice de una sola vez: no es construyendo muros, sino impulsando el desarrollo económico y social. Sin temor a equivocarnos, ese es el espíritu de la reunión cumbre que tuvo lugar recientemente en Guatemala, y que contó con la presencia del jefe del Departamento de Estado de los EEUU.

Por ello, en algún momento y hace algunos años, escribí en una publicación académica mexicana, que la región debería tener, especialmente en Guatemala, una especie de plan Marshall que pudiera atender las causas de las migraciones, pues si en algo podemos convenir, es que una parte significativa de las migraciones de la región tienen su origen en los años de las guerras centroamericanas a las siguió una paz precaria sin los apoyos necesarios. Por ello los resultados junto con otros fenómenos.

La visión de seguridad no puede ser la única forma de atender el flujo de migrantes. En otros términos, ni México ni Guatemala pueden ser los países que jueguen el rol de guarda fronteras de los EEUU. Es por esa razón que solo con la agenda de la cumbre presidencial en Tapachula, se puede ver que es el desarrollo y no la política de seguridad represiva lo que predomina en la visión de los dos gobernantes.

De la misma manera que proyectos improvisados y llamados al fracaso como el Plan para la Prosperidad que, llamado a ser un plan de desarrollo para contener la migración por la vía de la generación de empleo y oportunidades, finalizó con un sonoro fracaso. Hace falta pues, una nueva visión. Y de eso se trató, al menos es lo que se valora en la agenda, esta cumbre presidencial.

Aunque la seguridad no sea el punto central de las relaciones entre los dos países, si es indispensable tomar en cuenta que, tanto del lado mexicano como del guatemalteco, la presencia del narcotráfico es inocultable. Y para ello hacen falta esfuerzos conjuntos para obtener mejores resultados. No solo en términos de la cooperación binacional, sino en los esfuerzos propios que se impulsen desde cada uno de los países.

Pero ojo, que exista el narco como problema para los dos países, no significa que el tema de los flujos migratorios se aborde con la lógica de la seguridad. Es el enfoque del desarrollo económico y social que debe prevalecer pues es la única vía real para garantizar el bienestar de las familias que optan por la migración. Y que con el desarrollo económico que impulsen los países vecinos, asistiremos a mediano plazo a una disminución de los flujos actuales de migrantes. No hay otra alternativa.

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