Por Ilka Oliva-Corado
Las generaciones más jóvenes creen que el fútbol se inventó hace diez años y que los campos sintéticos o engramillados siempre han estado ahí, al igual que la cercanía y sobreexposición de las redes sociales que todo lo magnifican a favor de las grandes empresas de la explotación informática y mafias que rodean el fútbol. De ahí que creen con inversiones millonarias en propaganda cada diez años a jugadores estrella que les servirán para la venta de camisetas, audiencia televisiva y entradas a los estadios. Imponiéndoles así a un ídolo a las masas mundiales que son tan manipulables.
Más allá de todo eso está Pelé, que jugó con pelota de piedra, en campos enlodados y sin reglamentos de fútbol renovados año con año que faciliten cada vez más el desarrollo del juego para el único fin de ser un espectáculo más allá del deporte y el espíritu del juego limpio.
Muchos podrán estar en contra, eso no quita que Pelé sea el más grande jugador de fútbol de todos los tiempos habidos y por haber. ¿Por qué? Simple, las inventó todas, por donde lo vean, por donde rasquen, Pelé las inventó todas. Todo lo que vino después en el fútbol es su escuela, son los pollitos aprendiendo del maestro. Pelé es el que abrió los caminos, no sólo para los futbolistas brasileños, sino para los latinoamericanos, es el que puso a Brasil y Latinoamérica en el mapa del fútbol mundial. Gracias a Pelé, Latinoamérica existe en el fútbol mundial.
Su belleza estética, su talento y disciplina. Su juego bonito, la magia de amortiguar el balón acariciándolo con los muslos, sin golpearlo, porque lo aprendió de niño entrenando con mangos maduros que le daba su padre, sin zapatos, debido a la pobreza extrema que vivían. Debido a esa lucha contra lo imposible por las circunstancias de su entorno su técnica es impecable porque la hizo el sacrificio y el hambre, la necesidad y el amor a la pasión más grande de todas, el balompié, anhelo que no le pudo arrebatar la exclusión social.
El gran hacedor, el mago, la negritud de Brasil, la dignidad de la favela. Los que nacimos de cuarenta años para acá nos perdimos de ver en acción al jugador más grande de la historia y nos han impuesto a cualquiera que patee un balón como ídolo. Somos tan manipulables hasta como espectadores. Pero la historia no miente, en los videos que se guardan de Pelé en acción se puede observar la inmensidad de su grandeza, de su talento, de su belleza, de su índole como deportista. De su respeto al contrincante, al campo, al fútbol. Su defensa del juego limpio.
Pelé es atemporal, pasarán y pasarán falsos ídolos que cuando las mafias que rodean el fútbol los desechen serán olvidados, pero Pelé seguirá reinando porque con él se inventó el verdadero fútbol. Él es el balompié, el juego bonito que tanto enorgullece a Brasil y le envidian todos. Y lo más importante de todo, es un jugador ejemplar para los niños y niñas que quieran practicar este deporte. Ese es su verdadero legado, ser semilla para las generaciones que vienen en el camino y eso sólo lo puede ser él.
Pelé es de esa generación que no volveremos a ver, porque con esta se rompió el molde. Queda su legado como luz y sendero embelleciendo la favela y los arrabales del mundo entero. Loor a su majestad el Rey Pelé por haber dignificado el arrabal latinoamericano con su negritud tan sui géneris propia de la herencia de la Mamá África.
Blog de la autora: https://cronicasdeunainquilina.com
@ilkaolivacorado