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La Trinitaria, Ixcán: 250 víctimas de la guerra regresan a casa para ser enterradas

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Créditos: Joel Pérez
Tiempo de lectura: 3 minutos

 

Familiares de víctimas de esta masacre pudieron dar sepultura en el cementerio de la comunidad a al menos 250 osamentas de personas que fueron masacradas por el ejército en 1982

Por Joel Pérez y Juan Calles

Luego de cuatro años de estudio forense, este jueves 17 de noviembre fueron devueltos a la aldea Trinitaria, en Ixcán, Quiché, los restos óseos de aproximadamente 250 personas que durante la época del conflicto armado interno fueron asesinadas e incineradas por militares.

Foto: Joel Pérez

Según la historia que cuentan familiares de las víctimas, la masacre fue perpetrada por el ejército, el12 de febrero del 1982. Después de asesinar a casi todos los miembros de la comunidad, sus cuerpos fueron lanzados a una fosa común y luego incinerados.

Las osamentas fueron localizadas debajo del piso de la escuela primaria de la localidad, lugar donde este viernes se realizó un acto religioso para posteriormente darles sepultura en el cementerio de la localidad.

Foto: Joel Pérez

En 2018, un equipo de investigación, del Centro de Análisis Forenses y Ciencias Aplicadas (CAFCA), inició la exhumación en los terrenos que hoy ocupa la escuela de la comunidad; el trabajo tomó varios años porque los cuerpos fueron quemados y fue difícil su reconocimiento a través del ADN.

En esta masacre murieron familias de las aldeas Trinitaria, San Pablo, El Milagro y San José la 20.

El encuentro y despedida 40 años después

La tristeza abatía a los presentes, pero con la solidaridad de personas de comunidades vecinas que llegaron a acompañar a las familias, las actividades se desarrollaron con tranquilidad; se conmemoró el reencuentro con los restos de familiares y se les dio el último adiós, en el cementerio de la comunidad.

Flores de todos colores y olor de incienso y pom, acompañaron los testimonios de personas mayores que recordaban a sus tíos, padres y abuelos, sus recuerdos infantiles son terribles, recuerdan a sus familiares amarrados de pies, manos o cuello, “como animales”, repetían en sus testimonios.

Encontrar, identificar y devolver los restos a las familias en su comunidad es muy importante para que puedan cerrar los ciclos del dolor y la ausencia que han sufrido, señalan los estudios antropológicos realizados por CAFCA durante este proceso.

Foto: Joel Pérez

En uno de los testimonios se recordó como un niño logró escapar de la masacre. Herido y descalzo caminó varios días entre la montaña hasta llegar a Santa María Tzejá; allí alertó a los vecinos que el ejército se dirigía hacia ellos para masacrarlos, la comunidad se organizó y huyó hacia las montañas; tres días después llegó el ejército, pero encontró un pueblo vacío.

Foto: Joel Pérez

El profesor de la comunidad, Edwin Leonel Hernández Reyes, tenía cuatro años el día de la masacre; hoy, a los cuarenta y cuatro, evoca a su tío, después de relatar cómo el ejército obligó a delatar a sus vecinos, dijo: “Le gustaban las bromas, siempre andaba riendo, era alto y delgado, tenía los brazos velludos”, mientras, con una sonrisa, evidenciaba a su niño interior.

Al depositar los féretros con los restos de sus familiares, la comunidad Trinitaria guardará en su cementerio la historia de esta masacre que se suma a la historia de guerra que vivió Guatemala durante 36 años.

Foto: Joel Pérez

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