La resistencia antiminera en el municipio de Chinautla se encuentra en una lucha contra dos areneras grandes que han operado en el municipio desde hace 25 años; las licencias para explotar los recursos del municipio se vencieron y los integrantes de la resistencia no quieren a las areneras.
“Ya no queremos la arenera aquí, para que se forme otra vez la tierra como estaba hace 30 años”. Idalia Salacan.
Por Juan Rosales
Doce kilómetros hay desde el centro histórico de la Ciudad de Guatemala hasta el punto donde se encuentra instalada la resistencia de las autoridades indígenas del pueblo maya Poqomam en el municipio de Chinautla, que luchan en contra de la extracción de arena de río y de piedrín por parte de las compañías La Primavera y piedrinera San Luis. Ambas se encuentran con sus licencias de explotación expiradas, aun así, los camiones de volteo son una constante en el camino hacia las areneras y la comunidad Santa Cruz.
Las empresas areneras y piedrineras más grandes en Chinautla han provocado graves problemas sociales con la población maya Poqomam, casas con grietas, destruidas completamente, contaminación y destrucción del ecosistema local. Una de las licencias venció desde diciembre de 2021 y la otra el 25 de junio de este año. Las autoridades ancestrales de este pueblo han aprovechado para luchar en contra de la renovación de las licencias y exigir su salida del municipio.
La demanda de los pobladores por la salida de las areneras es un punto inflexible en su plataforma de lucha en contra de estas formas de minería. Las amenazas de los dueños de las areneras, presión de la policía e intimidación de los camioneros, son parte de lo que tiene que enfrentar la resistencia.
A pesar de estar operando de manera ilegal, el Estado de Guatemala permite, a través de diversos vericuetos, que estas dos empresas sigan en funciones. Sin una consulta popular, sin estudios de impacto ambiental, las areneras no dejan sus modos de producción extractivos y la resistencia se asienta en la población que ya se cansó de vivir en condiciones en las que sus viviendas y sus familias se ven expuestas a un peligro latente y continuo.