Sin presencia del Gobierno la comunidad acoge a los desplazados por la tormenta Eta

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Créditos: David Toro
Tiempo de lectura: 4 minutos

Por David Toro

Ericson Danilo Calel de dos años es la victima más pequeña rescatada en Quejá, Alta Verapaz, su madre se encuentra hospitalizada en el Hospital Nacional Roosevelt en la ciudad de Guatemala.

Al menos 3,000 pobladores poqomchi’, de la aldea Quejá que quedó soterrada por el deslave, tuvieron que desplazarse a la comunidad de Santa Elena donde despidieron a las primeras seis víctimas rescatadas de los escombros y denunciaron dificultades para acceder a alimentos y agua potable.

Este lunes 9 de noviembre fue caluroso en San Cristóbal Alta Verapaz. Aunque en el norte de Guatemala las lluvias han finalizado luego del paso de la tormenta tropical Eta, el luto, la tristeza y la crisis para acceder a alimentos y agua desborda a los sobrevivientes del deslave que dejó bajo tierra a Quejá, y quienes lograron huir se desplazaron a Santa Elena una comunidad que pese a sus limitaciones y a estar incomunicada la población les han recibido con solidaridad.

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Las mujeres y niños desplazados han tenido dificultad para alimentarse y obtener agua, un niño abraza a su mamá luego de ser bañado con agua que fue recolectada durante la tormenta.

“La ayuda se están quedado en otro lado (…) nosotros nos quedamos sin nada, dimos alojamiento, dimos lo que teníamos”, dice Elsa Noemí Herrera, una habitante de Santa Elena que recibió a 42 desplazados de Quejá en su hogar desde la semana pasada. Actualmente consumen el agua que dejó la lluvia en su pozo familiar, pero los alimentos se les han agotado, Elsa recibe remesas de su esposo en Estados Unidos pero debido al deslave del cerro “los Chorros” están incomunicados, no hay forma de llegar al centro de San Cristóbal para abastecerse y dependen de lo que sea llevado vía aérea.

Sin electricidad, sin carretera directa a San Cristóbal, 3,000 personas de las aldeas de Quejá y Saquixim, tuvieron que desplazarse a Santa Elena. Mujeres y niños se mantienen refugiados en las aulas de la escuela de la comunidad, la mayor preocupación es que la energía eléctrica sigue sin poder ser restablecida, no hay agua potable suficiente y aún es incierto cuando podrán trasladarse a la cabecera de San Cristóbal. De momento depende de los recursos que están siendo enviados por el Centro de Operaciones de Emergencia (COE) de la municipalidad, por el gobierno central y ayuda humanitaria recaudada por ciudadanos.

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La comunidad de Santa Elena a dos kilómetros de la zona cero de la tragedia fue el escenario del último adiós para las únicas seis víctimas rescatadas.

El pozo mecánico de Santa Elena está colapsado, el agua potable no está disponible porque depende de electricidad, únicamente las bolsas y botellas que son almacenadas en una bodega, según informaron integrantes del Consejo Comunitario de Desarrollo (Cocode).

“Ahora lo único que tenemos es tristeza y miedo”

Oraciones, llanto, era la constante en el ambiente del salón comunitario donde velaron a los seis fallecidos que responden a los nombres de Adela Cal, de 28 años; Leopoldo Ical, de 36; María Cal, de 55; y Marvin Icóy y Kevin Guaim Cal, ambos de apenas 9 años.

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Los cuerpos fueron rescatados durante la mañana del domingo 8 de noviembre y enterrados al medio día del lunes 9.

“Los que estamos aquí somos lo que logramos correr durante el deslave, todo era confuso, muchos se quedaron atrás, hemos contabilizado 41 fallecidos, pero solo han rescatado 6 por el momento”, aseguró Gerardo Lem Cal Cal, un líder comunitario que asegura que Quejá comenzó a formarse en 1920 en la finca “las Primaveras”, por las familias Gualim y Xol. Después del conflicto armado interno los pobladores legalizaron su situación comprando el terreno.

María Cal perdió a nueve de sus familiares y hoy despidió a su mamá y a su hermana, tiene a siete personas desaparecidas. Además se quedaron sin ropa, animales de corral, sin la milpa y se preocupan porque aún desconocen dónde podrán reiniciar su vida.

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María Cal llora mientras una de sus familiares hace el recuento de los nombres de sus nueve familiares desaparecidos.

En Santa Elena la presencia del Gobierno no existe, no hay carpas de atención para los damnificados, no hay presencia de la municipalidad, la ayuda es administrada por los propios comunitarios, y este lunes la cantidad de vuelos con ayuda que llegaron al lugar disminuyeron drásticamente en comparación a las primeras 48 horas de emergencia.

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Las familias desplazadas permanecen en los salones de la escuela primaria y básicos de la aldea Santa Elena, donde no tienen acceso a agua potable ni electricidad.

El líder Gerardo Lem aseguró que cuando los pobladores, que se encuentran refugiados en Chicuz y Santa Elena y que suman más de 5 mil personas, logren unirse deberán buscar donde reasentarse, pero aseguró que buscarán hacerlo hacia adentro de la finca “las Primaveras”, ya que existe terreno disponible.

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