Necesidad de un Consejo Indígena o de otras formas de representación

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Créditos: Redes Sociales
Tiempo de lectura: 5 minutos

Por Miguel Ángel Sandoval

Presentación.

  La discusión sobre los derechos de los pueblos indígenas cobra cada día más fuerza en nuestro país. Los hechos son testarudos. En las notas que siguen se trata de dar algunas pistas de ese debate y ver con un poco de perspectiva amplia, los momentos en que el mismo se ha puesto a la orden del día en ocasiones que no dieron los frutos esperados. Parecería que ahora entramos en una nueva fase.        

Uno de los temas pendientes de la agenda maya o si se prefiere se los pueblos indígenas (maya, xinca, garífuna) es la de la representatividad política, con el objetivo de luchar por sus derechos en todos los planos,  luego de centurias de exclusión. No es un asunto menor. Con la firma de los acuerdos de paz, las ventanillas indígenas, que en el fondo,  sustituían los derechos indígenas, vieron el día. Es Codisra, Demi; ya existían en el papel Fodigua la academia de lenguas mayas y no mucho más. Adicionalmente, casi en todos los ministerios se fue constituyendo una unidad indígena que hablara de lo incluyente que era el estado urbano-céntrico y en verdad racista.

En la fase frustrada de implementación del AIDPI se exploró la constitución de un Consejo Nacional Maya, ello en el marco de la comisión derivada del AIDPI, denominada de participación a todos los niveles, que en su momento impulso Copmagua. No fue posible.  Adelante, durante el gobierno de Berger hubo modestos esfuerzos y finalmente no hubo tal consejo. Sin embargo se impulsaba foros y otras actividades para indicar que de manera efectiva se estaba por la vía recomendada por los acuerdos de paz.

Álvaro colon durante su mandato,  busco un sacerdote de cabecera pero no hubo consejo. En pocas palabras, no hay a la fecha un organismo que represente a los pueblos indígenas, memos sus demandas. Especialmente si se juntan unos cuantos indígenas que son empleados de las distintas oficinas de gobierno, y no delegados de sus pueblos y comunidades.

La única instancia, de las denominadas ventanillas, que gozó de credibilidad en su origen fue la AMLG, pero por malos manejos y corrupción, se desprestigio. Incluso la TV maya, que cuenta con un canal abierto, no pudo superar los vicios de la propia AMLG y no trascendió, a pesar que estaba llamada a ser la expresión maya en la tv.

 Ni hablar de Fodigua cuyos directores han sido acusados de prácticas de corrupción y pesa, sobre alguno, procesos de naturaleza penal. Solo buscar en internet para entender el fiasco.

Un caso particular por lo ineficiente es Codisra. Aquí se ha dejado pasar los casos de claro racismo en medio de un silencio ensordecedor. Esto hace referencia de manera especial a los casos con origen en funcionarios públicos.

 En suma, cualquier intento por presentar,  por el gobierno que sea, o por alguna organización indígena, una agrupación encabezada por funcionarios de estas ventanillas solo puede ser visto como una tomadura de pelo, menos como un proyecto que se acerque a derechos de pueblos indígenas. Los hechos son en este aspecto muy claros.

Hoy por hoy, si hay algo representativo son las alcaldías indígenas o las autoridades ancestrales. Cualquier intento de sobreponer a estas instancias que en verdad si representan a las comunidades indígenas un ente de dudosa naturaleza, solo expresa un fraude y está de antemano orientada al fracaso.  Los derechos de los pueblos indígenas son algo más que una ocurrencia de quienes de manera transitoria  ocupan puestos en la dirección del gobierno. Es bueno tener esto presente No son las ocurrencias ni las fintas engañabobos lo que necesitamos. Seriedad señores del gobierno.

Hay sin embargo dos temas que merecen la pena ser discutidos de manera amplia. Son varias las expresiones de grupos indígenas que representan a pequeños nichos, ninguna puede considerar que es representativa de la diversidad y la mayoría. La única posibilidad estaría alrededor de un consejo que fuera electo de forma popular, democrática o por usos y costumbres desde las comunidades, con la participación de grupos organizados y otras expresiones como alcaldías indígenas o autoridades ancestrales.            

Los hechos ocurridos en la última quincena de julio nos dicen que la “cuestión” de los pueblos indígenas se encuentra en un momento importante. Se habla de los indígenas de una forma u otra y diversos grupos o instancias participan en eventos que ya no son los tradicionales consistentes en ser parte de la masa de votos indispensables para cada una de las formules políticas en disputa electoral.

Vimos en la última quincena de julio varios sectores tratando de decir, unos con recursos otros careciendo de ellos. De una parte la presidencia con la fallida creación o presentación de un consejo maya. Ello luego que la máxima autoridad del país había sido declarada non-grata por un sinfín de organizaciones de indígenas, unas con claro reconocimiento, otras con un reconocimiento menor, pero agrupadas daban la impresión de ser una fuerza importante. Finalmente, el vicepresidente aparece en una foto rodeado de varias mujeres indígenas con alguna trayectoria como funcionarias de otros gobiernos.

Finalmente, en Totonicapán tiene lugar una actividad para conmemorar el 200 aniversario del  levantamiento de Atanasio Tzul con el  objetivo de crear una república indígena independiente de España. Este movimiento ocurre un año antes que los criollos decreten la independencia del país, pues existía el temor que si no lo hacían ellos, los otros, es decir los indígenas lo pudieran hacer. Es la parte de la historia que no se conoce bien a bien.  Es importante subrayar que los eventos que se señalan, no han expresado opiniones, que se conozcan de manera pública, sobre el antecedente de Totonicapán, que de hecho es el primer esfuerzo de contar con una república indígena en nuestro país.

El punto es que hoy día, a pesar de los obstáculos que se presentan a la representación indígena en el estado guatemalteco, y tomando en consideración la idea de que la exclusión debe terminar, es posible afirmar que asistimos al momento más importante de los últimos años, en términos simbólicos, de la necesidad de representación indígena en el estado guatemalteco.

No es que estos momentos no se hayan presentado en el pasado. Solo a manera de recordatorio se puede señalar: la firma del AIDPI, la consulta popular y sus resultados, o la discusión sobre la jurisprudencia indígena, pasando por el debate que no  dio frutos en torno al B´akt´un. En el terreno político, la formación de un partido indígena y más adelante la candidatura presidencial de Rigoberta Menchú. A ello se pueden agregar muchos foros y reuniones, el desarrollo de organizaciones indígenas en todo el territorio del país. O lo que se presentó como el  cambio de ciclo en el tiempo, o de una nueva era maya. Ahora tenemos que un maya Francisco Calí, es designado como relator de pueblos indígenas de la ONU. 

En cuanto a la discusión de ese proceso que se podría desprender de la creación, constitución, o propuesta de un consejo están puestas en la mesa nacional. Las formas que adquiera este proceso, es algo que se debe discutir entre las propias organizaciones indígenas, por las expresiones de la sociedad civil organizadas por los partidos políticos, por las autoridades tradicionales, pues no es posible cambiar las demandas básicas de un consejo nacional, por pequeñas demostraciones de grupos políticos o de gobierno, que quieren contar con “sus indígenas”, en una de las tantas expresiones del racismo nacional y con ello tener el voto en los procesos rituales que se producen cada cuatro años.

Si aceptamos, como se dice desde la firma de los acuerdos de paz,  que Guatemala es un país multiétnico, pluricultural y multilingüe, esa realidad debería estar plasmada en la normativa del estado. No es posible pensar en una situación en donde una parte importante y relevante de la sociedad es excluida de diversas formas. Es el caso del debate sobre la jurisdicción indígena.

Solo a manera de ejemplo es indispensable señalar que si se acepta que existe una etnia, un territorio, idioma, cultura, cosmovisión, historia común, lo mínimo es aceptar que se arreglen los propios asuntos por códigos y normas propias. Es el reino del derecho, se acepte o no. O dicho en otros términos, es el momento de aceptar que el pluralismo jurídico es una categoría que existe, como se demuestra en muchos países.

Es momento de una amplia y profunda reflexión.

30 de julio de 2020.

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