Por Luis Ovalle
“Quiero recomendarte a mis dos peques, cuando tengás oportunidad regalales un poco de tu tiempo. Contales de mí. Deciles que siempre estoy pendiente de ellos. Saludame a todos. Recordá que siempre debemos seguir adelante; cumplir con nuestro sagrado deber y con nuestra responsabilidad. AVOM. Merly”. Así terminaba la sargento Merly una carta que me envió el 27 de octubre de 1991. Tenía unos meses de haber ingresado al Frente Sur “Capitán Santos Salazar”.
En su carta, Merly contaba de sus dificultades en el frente, principalmente de salud, las otras eran parte del quehacer cotidiano. Ella quería estar bien, para dar el cien por ciento. Por falta de alimentos tuvo una intoxicación luego de comer café maduro durante una caminata entre Escuintla y Santa Rosa. No se percató que las matas del grano estaban recién fumigadas. Sintió dolor de cabeza y molestia en la garganta. Cuando quiso levantarse cayó desmayada. Algunos compañeros creyeron que los cuques atacaban el campamento. No fue más que un susto.
— Te cuento que ya estuve en combate varias veces, en tomas de fincas, tramos de carretera. Vieras las cosas que he visto, lo que he caminado, las cosas que he aprendido y que me han pasado, decía.
Merly narraba los momentos emocionantes vividos en esos días, cuando estuvieron en un cerco enemigo y lograron salir sin problemas. También le tocó paralizar el tráfico y mandó a atravesar un tráiler sobre la carretera. “Ahí se nos metieron los soldados de civil y la fuerza aérea. Esa vez nos estuvo ametrallando el A-37 y helicópteros. A pesar de que no teníamos en donde cubrirnos no nos hizo nada, pero nosotros si le hicimos una buena tirazón”, recordaba.
“Volvimos a los momentos difíciles. Primero la lluvia, pasar caminando día y noche bien mojados, con el frío, sin comer, con los pies sangrando por la quemada de los zapatos y el agua. Pasar por grandes cerros que por un tantito se va uno al vacío. A veces descansamos por la noche, sin poder juntar fuego y con aquel frío, además de que solo con una mudada”. Esto último lo decía un tanto molesta con los responsables de la logística “no mandan dos uniformes para cada uno”.
Con esas dificultades, Merly realizaba su labor en las comunicaciones lo mejor que podía y que las condiciones le permitían. “Comunicamos en la noche, sin poder colocar la carpa, ni siquiera poner la antena. Walter comunicando y yo deteniendo la antena con la punta del fusil. Además no podía permanecer mucho tiempo parada porque sentía que se me partían los pies, pues los tenía bien pelados”.
Hoy, hace 25 años cayó Merly en combate. Murió peleando. Había sido herida en el vientre, luego de ser sorprendidos en condiciones desventajosas. El capitán Leandro murió casi instantáneamente. Ella, aunque logró retirarse junto al teniente Pezzarossi, sabía que no lo lograría. Ambos iban heridos. Pidió que la dejara con su fusil y que se salvara él, que aún podía correr.
Estuvo en el frente sur entre 1991 y 1995. Fueron cuatro años de entrega total a la lucha revolucionaria. Estoy seguro que sus últimos pensamientos fueron para sus adorados hijos.
¡Gloria eterna a nuestras heroínas, héroes y mártires!