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Créditos: Nómada.
Tiempo de lectura: 6 minutos

Por Gladys Olmstead 

Yasmin Corado decidió que su caso no se quedaría silenciado en el cuartel. Denunció el acoso y la agresión de la que fue víctima y pese a las represalias no desertó del ejército y logró llevar su caso hasta un tribunal de justicia ordinaria.

El ejército aún es, en gran parte, cuestión de hombres. Aunque hoy en día las mujeres pueden optar a ascender no por ello han dejado de estar sometidas a la voluntad de los hombres en un ambiente donde la autoridad no se pone en duda y donde las ordenes no se discuten, sino que solamente se acatan.

Esta lógica militar termina produciendo abusos de todo tipo. La gran mayoría no se denuncian por que las víctimas, si no desertan del ejército, deberán seguir viviendo bajo las órdenes de sus agresores. Aún así, en los últimos 4 años, la Procuraduría de los Derechos Humanos recibió 16 denuncias por violaciones a los derechos humanos en los institutos Adolfo V. Hall y 30 dentro de la Escuela Politécnica.

Sólo una de esas denuncias ha llegado a juicio en un tribunal de justicia ordinaria. Es la que interpuso la capitán Yasmín Corado contra el tercer comandante y coronel de infantería, Erwin Fuentes Velásquez

Las órdenes de los comandantes

La capitán Yasmín Corado pasaba la mayor parte de su vida adentro del Instituto Adolfo V. Hall de Occidente. Estaba de alta once días y descansaba cuatro. Era la responsable de las únicas 10 mujeres, todas adolescentes, que estudiaban en dicho instituto militar.

En febrero de 2016 el comandante Erwin Fuentes Velásquez fue nombrado como director de dicho instituto y apenas cuatro meses más tarde, Yasmín Corado lo estaba denunciando por acoso.

El ambiente de acoso se generó desde el primer momento. La lógica militar le daba facilidad al director Fuentes Velásquez para controlar todos sus movimientos, sobre todo sus permisos para salir del instituto un momento al final de la jornada y cuando regresaba, durante la noche, empezaba el acoso directo. La mandaba a llamar con el único fin de que se sentaran a escuchar música juntos. Después venían los comentarios sobre su físico.

Ella, con la obediencia que debe un capitán ante su comandante, atendía los llamados a su oficina pero insistía en poder retirarse. Yasmín Corado intentó mantenerse fuerte y no meterse en problemas porque era la única oficial mujer y porque de ella dependían las adolescentes que estaban internas.

Además su puesto en la jerarquía militar no le permitía denunciar sin que la denuncia pasara por su acosador. Incluso el subdirector, Luis Fernando Pérez Arteaga, conocía los abusos. Así consta en la denuncia penal presentada ante el Ministerio Público de Quiché por parte de Yasmín Corado. En su acusación Corado señala que su agresor la violentaba a ella y al resto de la población en el Instituto y que a menudo se encontraba ebrio, lo que alteraba aún más su carácter.

El acoso escaló al punto que un día, el director decidió terminar con la tensión, que nunca había pasado de miradas o comentarios fuera lugar. Le pidió a ella y a otro coronel que lo acompañaran a un lugar a bordo de un carro. Corado se subió, igual que el director, pero la otra persona no.

– Le dijo que lo había mandado a hacer otra cosa, a ella no le pareció nada raro–, cuenta Jennifer Bravo, una abogada de la organización Mujeres Transformando el Mundo, que actualmente está dando acompañamiento al caso de la capitán Yasmín Corado.

La situación dentro del carro escaló. Ella sabía que él había tomado alcohol, pero estaban en horario laboral y la diligencia era parte de su trabajo.

– Capitán, ¿quiere un chicle?, le preguntó Fuentes Velásquez a subalaterna.

Ella aceptó. Él los sacó de la guantera, abrió el empaque, tomó una de las pastillas, se la puso en los labios y luego se abalanzó sobre ella para meterle en le chicle en la boca y besarla a la fuerza.

Corado logró responder rápidamente, empujarlo y bajarse del carro. Regresó al Instituto Adolfo V. Hall y denunció ante su superior inmediato. Pero esa fue una más de las declaraciones internas que no prosperaron. En la lógica militar siempre se trata de “cuidar la cabeza” del superior.

La paciencia de la capitán Yasmin Corado llegó a su límite el 21 de junio de 2016. Mientras ella se encontraba de servicio, entraron al Instituto unas personas que no se registraron y eso enfureció al director Fuentes Velásquez.

– Somató la mesa con las manos y me dijo: ‘la gran puta, son una mierda. No puedo creer que no puedan hacer nada bueno, son ineptos’. La frase consta en la misma denuncia presentada ante el MP. .

El valor de denunciar

La denuncia se presentó el 22 de junio de 2016, y la primera declaración de Erwin Fuentes fue en agosto de 2017. Luego de presentar la denuncia, Yasmin Corado conoció a las abogadas de MTM que hoy comparten partes de la historia, y quiénes junto con ella se querellaron en el proceso en contra de Fuentes Velásquez.

Yasmín Corado se graduó de la Escuela Politécnica en el 2005. Una de las primeras promociones que tenían mujeres dentro de sus filas. Es madre de tres niños menores de 12 años. Dos años después de poner la denuncia, está esperando la próxima audiencia del juicio que ya se encuentra en fase de debate oral y público.

– Nosotras queremos dejar un impacto, porque no hay sentencias ni más casos en contra de altos mandos militares por violencia contra la mujer”, cuenta la abogada Jenni Bravo.

Cuentan con pruebas que esperan poder presentar en la siguiente etapa del juicio como testigos que trabajaron en el Instituto en esos años y alumnas que también estuvieron presentes. Las abogadas defensoras de la capitán Corado lograron también que se aceptara el peritaje de una psicóloga con enfoque de género. Un gran cambio a comparación del inicio del proceso penal, que fue casi cerrado por solicitud de un procedimiento abreviado por parte de la fiscalía.

A través del ministerio de la Defensa fue imposible contactar a los militares acusados. El portavoz del ejército, el coronel Óscar Pérez Figueroa, afirma que a la capitán no se le ha dado ningún acompañamiento. Ni siquiera la pudo localizar antes de dar declaraciones a Nómada sobre el caso. Sin embargo, después de consultar con el departamento de Recursos Humanos del ejército, que además tiene una sección dirigida específicamente a las mujeres, aseguró que no dan acompañamiento porque “no está en ley”.

– Según la ley de la PDH, el juzgado debe dar el acompañamiento. Eso se sale de las manos del ministerio, pero no es porque no se le quiera dar.  Además, nosotros no podemos hacer nada hasta que no haya sentencia en firme. Por eso los dos siguen de alta, aunque cada uno en diferente lugar, explicó el vocero Pérez Figueroa.

Y los casos que aún falta

Mientras ellos están de alta, luego que Yasmín Corado presentara la denuncia, el ministerio de la Defensa le negó un permiso para irse a estudiar a Canadá. A pesar de que había recibido una beca, se no se le permitió viajar en el 2017, bajo la excusa de que “tenía un proceso penal pendiente”.

La juez que llevaba el caso ligó a proceso a Fuentes Velásquez y ordenó apertura a juicio, es Idelma Ubelia Arrivillaga. Sin embargo ahora que el caso pasa a una nueva etapa falta conocer quién será la juez a cargo. De lograr que el exdirector Fuentes sea condenado, podría recibir una sentencia de máximo 8 años por el delito de violencia psicológica. Las órdenes del comandanteY

Dentro de los abusos cometidos por el director Erwin Fuentes Velásquez se encuentra uno reportado por el medio Nuestro Diario el 2016. El director del Adolfo V. Hall Noroccidente, durante una actividad del instituto, le pidió a un oficial que ordenara a una las adolescentes internas, que entonces tenía 17 años, que invitara a bailar al gobernador de Quiché, Fredy Lee Argueta.

Testigos aseguran que lo pidió porque “todo el mundo sabe que al gobernador le gustan las niñas”. El oficial se negó, por lo que Fuentes Velásquez se lo ordenó a la alumna directamente. Ella obedeció. Sin embargo, como no sabía quién era la persona con la que tenía que bailar invitó a un coronel que no aceptó la invitación.

La joven regresó a la mesa con el resto de sus compañeros, quiénes la humillaron por lo sucedido. Ella reportó con sus maestros encargados, pero no se conocen represalias contra el director Fuentes Velásquez.

La historia de la capitán Corado es similar a los casos conocidos de violencia contra la mujer, que empiezan con acoso psicológico hasta llegar a los forcejeos físicos. Pero es importante denunciar para prevenir que la situación pueda llegar, incluso a una violación.

En 2017, en el Adolfo V. Hall del Sur, una interna fue violada por el soldado Guilber Barrios. El ministerio de Defensa alteró la fotografía del acusado preocupados de que saliera portando el uniforme militar. Actualmente Barrios ya enfrenta proceso.

via Nómada

Prensa Comunitaria hace visible el trabajo de siete periodistas que abordan el fenómeno de la violencia contra la mujer. Con la finalidad de apoyar la amplificación de está temática, compartiremos 24 piezas periodísticas publicadas en el medio digital Nómada.

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