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Créditos: OTRANS-RN.
Tiempo de lectura: 7 minutos

Por Andina Ayala

20 de julio 2019

En junio de 2019 una mujer trans participó como magistrada en el Tribunal de Conciencia, un espacio de denuncia sobre la violencia sexual hacia las mujeres. La presencia de Lola Vásquez, representante de OTRANS-RN en la actividad, marcó un precedente histórico de empatía y solidaridad entre organizaciones sociales, especialmente en las agrupaciones de mujeres que trabajan en favor de los derechos humanos.

Trabajadoras sexuales,  activistas e investigadoras

Debby, es la fundadora de la Organización Transgénero Reinas de la Noche (OTRANS-RN), que funciona desde hace 15 años en la ciudad de Guatemala. Tuve la oportunidad de saludarla, gracias a Lola Vásquez, quién me abrió de par en par las puertas de OTRANS-RN y fue mi interlocutora en esta entrevista.

AA: Cuéntame de tu participación en la organización y del trabajo que hacen…

LV: La organización se fundó por trabajadoras sexuales, 17 mujeres trans se empezaron a reunir para hablar de sus problemáticas y así inició todo. En mayo de 2019 cumplimos 15 años. Tenemos un pasado de persecución política, causado por los militares y la Policía, en tiempos de la guerra y después de ella. En 2004 registramos las últimas ejecuciones extrajudiciales, bajo el concepto de “limpieza social”.

Desde la Organización Reinas de la Noche, reivindicamos el trabajo sexual. Muchas de nosotras tenemos una familia a quién mantener, mamás, abuelas, sobrinos, quienes dependen de que nosotras salgamos a la calle y vendamos nuestros cuerpos para sobrevivir.

Nuestro nombre Reinas de la Noche, nos recuerda que antes las mujeres trans solo se miraban en la noche. De día, tenías que salir disfrazada, si no eras apedreada, golpeada o insultada. Han habido avances, pero aun es difícil para nosotras. No creíamos en la justicia, por todo el daño que se nos ha hecho. Pero trabajamos para que nuestras pares tengan acceso a una mejor condición de vida.

El trabajo sexual, el único medio de subsistencia para la mayoría de mujeres trans

AA: ¿Cómo se vincula el trabajo sexual con el hecho de asumir la identidad de género contraria a lo que la sociedad establece?

LV: Siempre me identifique como mujer, solo que socialmente no se me permitió expresarlo.Yo tuve que aprender a llevar mi vida, según lo dice la sociedad, para poder encajar, para tener acceso a estudiar, para tener acceso a un trabajo y para ir a la universidad. Muchas de mis compañeras se han visto forzadas a hacer retrocesos en su transición, masculinizar sus cuerpos nuevamente, cortarse el pelo, volver a usar prendas masculinas para tener acceso a la educación. El Estado de Guatemala, nos ha negado todo tipo de acceso, por lo tanto tienen una deuda enorme con nosotras.

AA: A la sala donde conversábamos, también llegó Miriam Carolina, una mujer trans q´eqchi´cuya historia me hizo comprender mucho mejor lo que explicaba Lola…

MC: Cuando vine no sabía leer ni escribir. Mis papás me quisieron poner en la escuela allá.  Es por la gente que no… incluso los profesores.  Ellos querían que yo estudiara pero los profesores lo discriminan a uno, o lo insultan, o no nos aceptan por usar nuestros trajes típicos. Tienen que cortarse el pelo, tiene que ir vestido como hombre, y dicen: “esa clase de gente no aceptamos”. En el municipio de la Tinta[1], de donde soy los alcaldes hacían reuniones para llamarles la atención a nuestros padres.

AA:  ¿has ejercido el trabajo sexual?

MC: Trabajé en un comedor, pero mientras se dan cuenta de lo que soy, me despiden. Si vas a una empresa o una fábrica con el pelo largo, no te aceptan, lo que ven es tu identificación.

Es un poco complicado. Sufrí mucha discriminación de los clientes también, intentaron matarme tres veces. No seguí en la calle porque odiaban a las trans.

En los años 80 los militares y policías nos agredían. Te miraban en una esquina y te golpeaban o te mataban. Los policías te detenían solo por estar parada en una esquina, y por eso la organización se puso trans reinas de la noche, porque antes de día no salíamos. 

Si le preguntas a cualquier mujer trans lo hace porque no tiene otra opción. La mayoría, migra sin nada, no tienes otra oportunidad de trabajo más que ejercer el trabajo sexual. -agregó Lola.

AA: Lola, puedes contarme acerca de las situaciones más amargas al ejercer el trabajo sexual siendo trans…

LV: Ser trabajadora sexual, no te obliga a hacer todo lo que el cliente quiera. Dentro del trabajo sexual hay mucha violencia, el cliente termina abusando del poder que le da ser cliente. El uso del condón, a veces hay que negociar mucho para que se lo ponga y al final se lo quita. ¿Dónde queda el derecho a la salud? Pones una denuncia y el Estado no te cree.

AA: ¿Cuál es la ruta de denuncia y los retos para hacerla, en el caso de  una mujer trans?

LV: En el MP hay una casilla de la diversidad, pero tiene muchos vacíos. Recuerdo que puse una denuncia y me mandaron a la fiscalía de la mujer, allí, no sabían ni dónde colocarme. El peritaje no sabían cómo aplicarlo. No sé si lo hacen para complicar el proceso, o porque no saben cómo proceder. A mí me citaron de la fiscalía de discriminación y mi caso no se trataba de eso.

El problema es que si no le creen a una mujer que fue violada, menos a una mujer trans. Te cuestionan “¿Y no quería ser mujer?” Por ser mujer te toca vivir esas cosas. Al final me llamaron a enfrentar a mi agresor cara a cara.

Fue a partir de estas experiencias que empezamos a aprender desde el feminismo. A aprender sobre la violencia, a volvernos más técnicas. A enseñarles a las nuevas generaciones de otra manera. Desde hace algún tiempo acuerpamos el movimiento de mujeres feministas, eso nos ha hecho trans-feministas.

Obviamente también ha sido una lucha ganar esos espacios, lo hemos logrado, estamos posicionadas y este año participamos en el Tribunal de Conciencia de Violencia Sexual.

La labor investigativa de OTRANS-RN

AA: Comentanos sobre el peritaje que hicieron para el Tribunal de Conciencia y otras investigaciones que han hecho…

LV: El Estado carece de información sobre nosotras, entonces tuvimos que convertirnos en recolectoras de datos.

Nosotras al no estar identificadas correctamente en el registro nacional de las personas, figuramos como hombres. Entonces no hay estadísticas. Por eso generamos nuestras propias investigaciones y porque no podemos llegar al Estado a exigir cambios en las políticas públicas sin esos datos.

Hicimos un peritaje para el Tribunal de Conciencia, con un grupo de 25 compañeras trans. El estudio nos demostró que nosotras normalizamos la violencia sexual, porque estamos acostumbradas, es decir que volverte mujer conlleva este tipo de violencia. Es parte de ser mujer.

En 2017 y 2018 OTRANS-RN con el apoyo de RED LACTRANS y CEDOSTALC[2], publicaron dos documentos sobre casos de violencia cometidos contra mujeres transgénero, los informes se titularon: “Esperando la muerte. Informe 2016-2017” y  “Basta de genocidio trans”, en 2018.

Los datos indican que de 15 mil personas trans el 53% no terminó la primaria. El 66% de ellas es trabajadora sexual, el 27% ha sufrido amenazas o intimidaciones y el 16% de actos violentos, corresponde a golpizas y otras agresiones físicas, incluido el abuso sexual. El 89% de las agredidas no se avocaron al sistema de justicia porque persiste el desconocimiento sobre la identidad de género.

En sus recomendaciones el estudio de 2017, establece que el Ministerio de Salud Pública debe retomar acciones para impulsar la Estrategia de Atención Integral Diferenciada en Salud para Personas Trans 2016-2030, como mecanismo para el trato adecuado a personas trans. Además, el Organismo Judicial, debe reconocer que las agresiones sufridas por las mujeres trans se deben a la violencia de género que permea el país y que dichas agresiones deben ser tipificadas en la ley contra el femicidio.

Durante el 2018, la discriminación desde las instituciones públicas se evidenció a través de las vallas publicitarias de partidos políticos, en discursos presidenciales y publicaciones en redes sociales. El informe considera que es necesario implementar una normativa jurídica para proteger a las mujeres transgénero, así como una ley de identidad de género.

Foto: OTRANS-RN

La iniciativa de ley 53-95 borrada del mapa

En 2017 la diputada Sandra Moran presentó la iniciativa de Ley de Identidad de Género 53-95. Luego de un año de revisión, obtuvo un dictamen desfavorable. Hay que comprender, que además de la corrupción, la mayoría de cargos públicos e instancias legislativas están cooptadas por fanáticos religiosos, o por personas que se cuelgan de la religión para emitir opiniones y ejercer su trabajo en un Estado, que en teoría, es laico.

Foto: OTRANS-RN

Políticos y personalidades públicas utilizaron discursos religiosos, como el de protección a la familia,  (Padre, madre e hijos) para obtener simpatizantes. En campaña, los discursos que han utilizado no solo niegan el derecho de cualquier persona de vivir en libertad. Esos discursos parecieran contribuir a la percepción de odio hacia la comunidad LGBTI. Las consignas que se generaron durante la revisión de la ley de identidad de género, abonaron esa tendencia que tiene nuestra sociedad al conservadurismo, a la falta de educación y conocimiento sobre el tema y por tanto al hermetismo.

Espacios ganados para la comunidad Trans

Desde hace varios años, algunas mujeres trans han tenido la oportunidad de cambiar de nombre. Aunque es un trámite que podría costar más de Q7 mil,  es un gran paso para su realización personal.

OTRANS-RN  por su parte cuenta con una oficina y varios espacios de atención: médica, psicológica y jurídica. Si eres trans y necesitas algún tipo de ayuda puedes comunicarte al número 2251-0685.

Las personas trans, hacen temblar las estructuras de la cotidianidad y de lo que creemos verdadero. Su presencia, su cuerpo, su forma de entender el mundo, rompe con la binariedad, a algunos les incomoda o molesta. En lo personal creo que debería hacernos pensar y repensarnos, no como seres acabados y estáticos. Celebro haber conocido a Lola porque ahora entiendo, que las mujeres trans y su lucha nos sacuden a todos.


[1] La Tinta es un municipio de Alta Verapaz al norte del país.

[2] Red Latinoamericana y del Caribe de Personas Trans. Centro de Documentación y Situación de las Mujeres Trans en Latinoamérica y el Caribe

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