Texto y fotografías David Toro
Desde el lunes 22 de octubre, un grupo mayor a 300 comunitarios del pueblo mam de Cajolá, Quetzaltenango, se encuentra habitando frente al Palacio Nacional, con el objetivo de ver cumplido el trámite de legalización de tierras que tienen pendiente desde tiempo atrás. Según comentan los comunitarios: “los territorios conocidos como El Edén y Palestina, fueron arrebatados a nuestros abuelos y entregadas por medio de un acuerdo gubernativo a personas ajenas al municipio; vemos cómo un derecho histórico que estas tierras regresen a nosotros”.
Los comunitarios indican que desde el 2016, luego de un plantón similar al que realizan esta semana, llegaron a un acuerdo con el presidente, quien prometió cumplir con entregar tierras a los pobladores en el año 2017. Sin embargo, el año pasado nuevamente por medio de la secretaría de asuntos agrarios de la presidencia, su solicitud fue rechazada por supuesta falta de fondos, por este motivo, este año los pobladores no piensan moverse de la plaza de la constitución hasta tener una respuesta satisfactoria y consideran tomar medidas drásticas.
El acuerdo que la comunidad afectada asegura haber consensuado con el gobierno en el 2016, fue firmado por Axel López, quien actualmente es el gerente general del Fondo Nacional de Tierras. Luego de 2 años, el proceso nunca avanzó y el problema sigue exactamente igual. Debido a la situación no descartan declararse en huelga de hambre.
Desde el pasado martes las autoridades de esta multitud que espera ser atendida, entregó un memorial en la Secretaria de Asuntos Agrarios y en Casa Presidencial, sin que se haya dado aún una respuesta positiva de parte de dichas entidades. Los días avanzan y las necesidades crecen; se encuentran en condiciones poco dignas durmiendo a la intemperie, junto a sus niños. “Estamos buscando quien nos pueda apoyar, para poder lavar pañales o quien nos pueda dar agua pura”, solicitó una de las mujeres líderes de la comunidad que asegura no representar ninguna organización, pues este movimiento es generacional y es asumido como un compromiso histórico.