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Créditos: AECP
Tiempo de lectura: 3 minutos

 

La tarde del 27 de julio de este año se realizaron dos actividades simultáneas en la Escuela de Ciencia Política (ECP) de la Universidad de San Carlos. Una fue la Cátedra Edelberto Torres-Rivas, organizada por FLACSO y la ECP, y la otra un foro llamado “La verdad sobre Venezuela” organizado por el Centro de Estudios Latinoamericanos de esta escuela.

Foto: Asociación de Estudianes de Ciencia Política AECP.

Aproximadamente a las 3:40 de la tarde, a las puertas del edificio de la unidad académica un grupo numeroso de encapuchados de la Facultad de derecho se dispusieron a bloquear la entrada y entrar al edificio. Varios estudiantes y miembros de la Asociación tuvieron que cuidar las puertas para no dejar entrar a los encapuchados, pues éstos estaban armados y su actitud intimidante afectaría el desarrollo de las actividades académicas. Cabe resaltar el antecedente agresivo de este mismo grupo, que el año pasado entró a la Escuela para amedrentar a un grupo de estudiantes. Además, existe conexión entre ese grupo de huelga y la ya desconocida Comisión Transitoria de la AEU, que también cuenta con un historial de agresiones hacia estudiantes.

Acerca de lo ocurrido Mario Roberto Morales, organizador del evento sobre Venezuela, en su columna de el periódico, escribió su opinión:

https://elperiodico.com.gt/opinion/2017/08/02/el-fascismo-no-paso/

A partir de la opinión de Morales, la estudiante de sociología Andrea Rodríguez, quien a la vez es secretaria de Asuntos Académicos y Docentes de la Asociación de estudiantes de ciencia política (AECP) escribe su postura.

Por: Andrea Rodríguez.

Una cosa es hablar desde el desconocimiento y otra mentir por deporte. Sé que no es la primera vez que Mario Roberto Morales habla sobre sus amigos y enemigos imaginarios, sobre las luchas y colores que solo existen en su cabeza y de cómo él podría resolver el mundo. Por lo mismo, hasta ahora le he dado una importancia igual a cero.

Sin embargo, hoy demostró que su manera de tergiversar la realidad no puede ser más obscena, y con intencionalidad. Todo esto obliga a pronunciarse: mientras él y demás organizadores del evento estaba totalmente seguros dentro del salón, varios estudiantes de la Escuela de Ciencia Política (ECP) nos opusimos a los encapuchados de derecho (los defensores de la autonomía, diría Mario Roberto) grupo que además de superarnos en número, iban con armas de electrochoques o tasers y otros objetos, soltando amenazas de golpear a quien no apoyara sus posturas. Los “profascistas” como nos llama en su columna, tuvimos que resguardar la puerta de la escuela y así evitar que ingresara ese grupo que ya antes han actuado de forma intimidatoria, y han agredido a estudiantes de nuestra escuela y de otras escuelas como la de historia. Estuvimos ahí desde su llegada hasta que se fueron, que por supuesto no concretaron sin antes detonar una bomba frente al edificio, donde nos encontrábamos.

Por si fuera poco, al casi finalizar su conversatorio[1] un grupo de venezolanas que ingresaron salieron huyendo porque un gran número de asistentes las sacaron del salón gritando al unísono “¡terroristas!”, “¡quémenlas!”, “¡no queremos gusaneras!” luego de que el director de la ECP anunció que les daría un espacio para hablar en otro evento. Todos sabemos que las posibilidades que pueden haber después del grito “quémenlas”, y es de concretarse. Y es que increíblemente la Universidad de San Carlos, se ha vuelto escenario constante de linchamientos y agresiones a los derechos humanos. Ante todo, esto, los mismos estudiantes tuvimos que vernos en la necesidad de cubrimos la puerta, salimos para interponernos entre ambos grupos y acompañar a las mujeres atacadas, hasta llegar a un lugar seguro. Aclaro, defender a alguien de ser linchado no es un asunto de adscripción política, sino de ética y sentido común.

La libertad de cátedra no le da la libertad de permitir este tipo de hechos. Esto no es una simple diferencia de puntos de vista, sino que con total intencionalidad e impunidad se pretende descalificar a los estudiantes que nos oponemos a la violencia. Supongo que las pruebas de su relato son los testimonios de sus allegados y admiradores, además de su visión desde la mesa de ponentes. Así que de alguna manera es comprensible el nivel de falsedad. Comprensible en su imaginación.

La pregunta es ¿Qué le motiva a hablar tantas mentiras con total impunidad? Fascista  ¿quién?, si el que desde su idea de superioridad se niega a escuchar opiniones diversas, el que avala la violencia en la universidad y estigmatiza a los estudiantes que le cuestionamos, es otro.

[1] Este conversatorio fue denominado “La verdad sobre Venezuela: un análisis crítico de la campaña mediática en contra de la Revolución Bolivariana y de la agresión terrorista de la que es objeto”.

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