Créditos: David Toro.
Tiempo de lectura: 2 minutos

Por: David Toro

La Hemeroteca Nacional resguarda en silencio las historias del ayer, el adentrarse en sus solitarios pasillos para conocer archivos de años pasados, nos muestra el contexto histórico de una Guatemala que añejó una guerra que en los medios de comunicación, aunque no pasaba desapercibida, no tuvieron la capacidad de llevar a cabalidad todos los sucesos.

Un país donde la desaparición forzada fue un hecho que no se puede negar, con 45 mil personas que fueron arrebatas a sus familias, siendo un claro ejemplo  el caso del niño Marco Antonio Molina Theissen, símbolo de injusticias, el contexto de estas historias las conocimos repasando los archivos en la prensa de la década del ochenta.

En 1981, cuando Marco Antonio es arrebatado de su hogar, periódicos como El Gráfico y Prensa Libre, que eran los más importantes de la época, hablaban de algunas desapariciones, enfrentamientos, tensión total en la coyuntura nacional, evidentemente se suscitaban otros casos,  que no fueron vistos por la luz hasta muchos años después.

La represión está enmarcada en las hojas de los periódicos de hace más de 30 años, en mi revisión de los archivos me atrevo a decir que casos como el de Marco Antonio no fueron tomados en cuenta o pasaron desapercibidos, porque fue justo en los años más fuertes de una guerra que ya llevaba poco más de 20 años de estar de pie.

Foto: David Toro – Hemeroteca Nacional

En los siguientes años, cuando se iniciaba la incansable búsqueda por parte de la familia Molina Theissen, en Guatemala la división crecía, los archivos de la segunda década del ochenta, marcada de noticias como la creación de las Patrullas de Autodefensa Civil (PAC), enfrentamientos cada vez más seguidos y sangrientos.

Se sabe que no fue hasta 1998 cuando se inicia una averiguación especial sobre el caso ante la Corte Suprema de Justicia (CSJ), liderada por la Procuraduría de Derechos Humanos (PDH), mismo tiempo donde el contexto nacional encontrado en los archivos, refleja a una Guatemala que habla de cambios, procesos “democráticos”, pero la violencia no cesa, justo este año coincide con el asesinato de Monseñor Juan Gerardi, otro caso con cabos sueltos donde el ejército está involucrado.

En todos los archivos de prensa mencionados hasta la fecha, hay una característica común en su contexto, violencia y distracción, hechos sangrientos de diferente índole y entretenimiento de todo tipo, que es de suponer, que al igual que en la actualidad, es el más visto por los lectores.

El tiempo pasó, el trabajo de la familia Molina Theissen era desapercibido, pero los periódicos en el 2016, más de 30 años después del hecho, destacan el involucramiento de 4 militares al caso y en el mismo año, meses más tarde, Benedicto Lucas García también es alcanzado para ser parte de un proceso de justicia que camina lento.

La última resolución del Juez del caso abre paso al juicio, culminando la etapa intermedia, sin embargo aún falta esperar las acciones de la defensa de los militares involucrados, sin embargo todo apunta a que no pasará mucho más para llegar a la etapa final de un caso que ha salido del silencio característico de las miles de víctimas de una guerra que aún hace bulla en el día a día de nuestro país.

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