Por Patricia Cortez Bendfeldt
Acompaño esta reflexión con una imagen del poema que escribí un año antes de quedar embarazada. Esto es para ilustrar que no siempre he pensado así y que además, desde el punto de vista de algunas amigas yo soy un poco restrictiva.
Veamos: yo no pienso que el aborto sea un derecho de las mujeres, como tampoco creo que la cesárea electiva o el levantamiento de glúteos y la mamoplastía sean derechos, sin embargo, no considero punible (castigable) a ninguna persona que opte a ello.
Uno de los peores momentos de mi vida los pasé mientras representaba a Guatemala en la sesión del grupo consultivo para reducción de mortalidad materna en Centro América y el Caribe, de naciones unidas convocada por la CEPAL en Mexico, DF. Se me eligió, en lugar de enviar un representante del MSPAS o del programa nacional de salud materno infantil, porque la CEPAL quería evidenciar el manejo de datos que se había dado durante el gobierno de Colom respecto a la mortalidad materna, de un día para otro se reportaba una reducción sin precedentes y no querían que lo justificaran con datos maquillados. Como nos pudimos dar cuenta luego, cuando un equipo realizó estudios más concluyentes, el mal manejo del denominador (el número de mujeres, que no se basaba en censos) había alterado la percepción y parecía que la mortalidad disminuía.
En esa sesión, habían invitado a Uruguay a hablar de sus éxitos. Como cualquiera que haya estudiado medicina lo sabe el CLAP (Centro Latinoamericano de Perinatología) con sede en Uruguay había dictado el manejo perinatal para reducir las muertes de niños y sus madres desde 1970, para su país y Latinoamerica.
En esta reunión, el líder del CLAP nos presentó las evidencias del trabajo que se realiza en ese país que tiene la tasa más baja de mortalidad materna de América (no sólo latina). Países considerados del primer mundo como USA presentan tasas de mortalidad materna preocupantes, en esa reunión los uruguayos nos contaron que aún tenían un pequeño problema: el aborto provocado en malas condiciones que les manchaba su record de mortalidad materna y que les impedía llegar a cero.
La estrategia de Uruguay al permitir el aborto no es desde el enfoque de que sea un derecho, sino desde la consejería a la paciente en cuyo caso muchas se abstienen de abortar. ¿Entonces? ¿por qué nosotros como país nos negamos a ver la evidencia? Además de hacer accesible el aborto, Uruguay ha invertido mucho en educación sexual y acceso a anticonceptivos. Está demostrado que una mujer educada y libre puede tener una visión más amplia acerca de sus opciones y evitar el aborto.
¿Cuáles son nuestros datos? Mi primer contacto con el aborto casero no fue en el hospital, obviamente había tenido cientos de pacientes (literalmente cientos) con abortos que parecían haber sido inducidos, pero aquello no parecía tan evidente como una tarde, mientras estudiaba antropología, que tuve que permanecer mucho tiempo en el baño del S-3 por culpa de una diarrea. Una joven, a la que no había visto antes, se metió al baño casi al mismo tiempo que yo, pude oir que se paró sobre algo y emitió algunos quejidos. Cuando yo salí estaba tirando unos guantes ensangrentados y una bolsa en la basura, se lavó, se peinó y maquilló y se fue.
La siguiente vez fue el contacto con la violencia obstétrica contenida en el famoso programa “atención post aborto” en donde un ingeniero químico nos llegó a capacitar al hospital, asegurando que la anestesia local alrededor del cérvix podría anular el dolor de la inserción de la cánula del AMEU, no se sugería usar anestesia general porque “ellas se lo buscaron” al hablarnos de abortos incompletos que podrían haber ocurrido por manipulación.
Al regresar de Mexico nos involucramos como SEPREM en la elaboración del primer borrador del programa de educación integral en sexualidad que se implementaría en el MINEDUC. En lugar de apoyo y consejos recibimos de las iglesias burlas como las de usar fotos de sexo explícito y asegurarle a los padres que esos serían “los libros que el MINEDUC usará con sus hijos”. Casi 10 años después, el programa no se echa a andar como debiera porque la gente (maestros, padres e iglesia) consideran que es mejor que los niños estén ciegos o aprendan en you porn, desconociendo por completo la sexualidad plena y el cuidado de su cuerpo. La serie de televisión Glee describió que una jovencita había engañado a todos haciéndoles creer que se había embarazado por compartir el jacuzzi: aún existen en el país jovencitos que creen que esto es posible.
Existe un ataque sistemático a los anticonceptivos, sean estos hormonales o de barrera y la única clínica (apoyada por la iglesia católica) que brindaba educación para la utilización de los métodos naturales (algunos sirven, pero necesitan demasiado aprendizaje) fue cerrada. En una jornada de papanicolau que hicimos en una aldea de Alta Verapaz descubrimos que la mayoría de las mujeres entre 25 y 40 años habían tenido su primera relación sexo genital a los 13 o 14 años y su primer parto a los 15, luego de la menarquia que, actualmente, ocurre entre los 10 y los 12 y no entre los 14 y 16 como hace 20 años.
¿Cómo vamos a alcanzar a Uruguay? si no tenemos un sistema educativo que enseñe bien sobre reproducción humana y enfatizamos la prohibición. Según estudios en USA el esquema “mantente puro” aumentó las lesiones anales en adolescentes que escogían sexo anal y oral para evitar el embarazo. La prohibición del coito en adolescentes no lo reduce, contrariamente, lo incrementa o incrementa comportamientos de riesgo como el sexo anal sin lubricación o el sexo oral sin condon, que puede incluso disparar los números de cáncer de laringe.
No tenemos acceso a métodos de planificación familiar y los médicos o padres intervienen en este: tengo historias de un hombre de 25 años que se hizo la vasectomía y su mamá llegó a intentar impedirlo. Les han negado la ligadura de trompas a mujeres incluso después de la cesárea bajo la premisa “pensalo bien” aunque ellas estén seguras de no querer más hijos. Se niegan a operar a ninguna mujer sin hijos (y hombres también) como si la decisión fuera del médico y no de la persona.La violencia sexual es enorme y según la ENSMI 2016, el 21% de las mujeres adultas refieren haber sufrido en algún momento de la vida violencia física o sexual, ¿Cómo las protegemos? si las recientes capturas en el transmetro se vuelven motivo de burla.
En este contexto, penalizar el aborto es absurdo, porque como país no hemos hecho nada por prevenir su ocurrencia. Lograr erradicar el aborto o llevarlo al nivel más bajo como lo ha hecho Uruguay requiere más de 50 años de invertir en educación, salud y acceso a anticoncepción y no únicamente hacer una “marcha” para gritar “a mi no me gusta” como si eso fuera a detener a una mujer desesperada de realizarlo.
Entiendo que falta empatía y entiendo que no se quieran “manchar las manos” con los abortos, pero ya las tienen manchadas, si son incapaces de apoyar esfuerzos como los educativos, dar acceso a métodos de planificación familiar, proveer entornos sanos y libres de violencia (incluye educar a hombres en aceptar la negación coital dentro o fuera del matrimonio) etc, entonces son culpables, por omisión, de incentivar el aborto.