Créditos: Concha Acústica en el Parque Central, 20 de octubre de 1978. Edgar Ortíz lider magisterial y capitan de las FAR. Fotografía de Mauro Calanchina.
Tiempo de lectura: 10 minutos

Por: Nelton Rivera y Quimy De León.

Quiero resaltar que algunos  quienes empezamos con este esfuerzo somos de la generación que vivimos la trancisión, esa que se podría decir que fue de la guerra a  la paz durante la década de los 90. Vivimos y asistimos a la discusión de los Acuerdos de Paz, el cese al fuego, la desmovilización, la construcción de un partido político y para nosotros que fue y representó un cambio radical de paradigma que nos generó mucha confusión desde el movimiento estudiantil universitario o la guerrilla de las que fuimos parte, se vieron frustrados nuestros sueños juveniles de revolución.

Desde este lugar el arte, el teatro, la literatura eran actividades complementarias y eran desde el campo de lo popular. Aunque algunos de nuestros compañeros a la altura de nuestro tiempo histórico si se desarrollarían en este campo como Patricia Cortes, Alejandro Urizar, Alan Mills, Alfonso Porres, Edgar y Fernando Quisquinay, Jessica Masaya, por citar algunos.

Concha Acústica en el Parque Central, 20 de octubre de 1978. Edgar Ortíz lider magisterial y capitan de las FAR. Fotografía de Mauro Calanchina.
Concha Acústica en el Parque Central, 20 de octubre de 1978. Edgar Ortíz lider magisterial y capitán de las FAR. Fotografía de Mauro Calanchina.

En el marco del conversatorio “Ventanas de Expresión” en este encuentro de Hagamos Memoria, 2016.

 

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Prensa Comunitaria es un equipo multidisciplinario, es un medio digital alternativo que en pocos días ahora en diciembre cumplirá cinco años de haber salido públicamente, nuestro enfoque se centra en la movilización comunitaria desde todos sus ámbitos sociales, culturales y políticos. Para nosotros están en el centro la parte humana de las personas, especialmente las mujeres y los pueblos, originarios, xincas y mestizos, en las comunidades, entendiendo comunidad en ese sentido amplio que nos permite lo común, la colectividad y la comunidad, más allá de un espacio geográfico.

Decidimos tomar los medios, y romper el cerco mediático, para eso hacemos uso de las nuevas tecnologías, el internet, las redes sociales, la imagen, la palabra, la radio comunitaria, y las asambleas para socializar y difundir la información.  Contamos nuestra realidad desde nuestra propia narrativa, y para hacerlo definimos al periodismo comunitario desde las ciencias sociales, con un enfoque feminista y de derechos humanos, precisamente en el 2015 recibimos el premio Alice Zachmann en los Estados Unidos como un reconocimiento a nuestro trabajo en DDHH.

Hacer periodismo comunitario en Guatemala no ha sido tarea fácil, hacer investigación y periodismo supone riesgos, amenazas, agresiones y el uso del rumor como una estrategia de descomposición social, la censura, como lo vivimos en 2015 con el cierre ilegal de la radio Snuq’ Jolom Konob’, el asesinato de Daniel Pedro Mateo en 2013 maya Q’anjoba’l que impulso la creación de este medio, la persecución penal de Lorenzo Francisco Mateo director de esta radio en 2015, la prisión de Norma Sancir por cubrir los desalojos en Chiquimula en contra del pueblo Chorti ese mismo año y así podría seguir ampliando el listado.

En ese caminar nos hemos fortalecido, trabajamos de cerca con varias radios comunitarias, tenemos una alianza con FGER, formamos parte de Facción Latinoamérica que es una red de medioactivismo, también en Periodismo Humano en España y con el desInformémonos en México, que nos permite otras ventanas hacia fuera.

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Nuestro trabajo refleja un sentido de continuum histórico, teórico y político que nos ubica en la historia reciente del continente y del país, la guerra, la transición y la posguerra.

Lo que nosotros hacemos no es una invención y tiene sentido a 20 años de firmados los acuerdos de paz, hademos un esfuerzo por hacer síntesis del pensamiento y la experiencia nuestroamericana.

En este foro quiero plantear tres aspectos genealógicos sobre nuestro quehacer y que a nuestra consideración aportan para el análisis al que fuimos convocadas hoy

  1. El periodismo alternativo y comunitario
  2. La fotografía
  3. El testimonio

 

Periodismo alternativo y comunitario

Desde nuestra formación política aprendimos que la comunicación, la propaganda, y el ejercicio periodístico eran un aspecto del que no se puede prescindir.

Aprendimos de las experiencias concretas que se desarrollaron durante las guerra en Centroamérica con de la Teología de la Liberación, la educación popular que planteo que los marginados, los oprimidos y el pueblo debíamos tomar su propia voz.

Conocimos y aprendimos de la experiencias de comunicación, radio, iglesia y agencias de prensa de los pueblos, las guerrillas y los movimientos revolucionarios que buscaban romper el cerco mediático, para desgastar a los regímenes autoritarios e informar al pueblo. A pesar de eso fue insuficiente el registro y denuncia de los crímenes que se cometieron.

Ejemplos recientes que puedo mencionar son el mismo:

  • Las agencias de noticias alternativas que surgieron para romper el cerco mediático durante la guerra como Cerigua, Inforpress, Noticias de Guatemala, Servicios de información y análisis de Guatemala SIAG, Agencia Centroamericana de Noticias ENFOPRENSA, Informador de Guatemala, Correo Económico, Noticias Aliadas, Central American Report (inforpress), Hasta Encontrarlos (FEDEFAM).
  • Revista Alero.
  •  Los medios de las guerrillas como El Verdad del PGT, Noticias de Guatemala, El Insurgente de las Fuerzas Armadas Rebeldes FAR.
  • Revista correo económico, jurídico y político
  • Revista Universidad y Periódico Universidad de la USAC
  • Surgimiento de la radio “La Voz Popular” de la Organización del Pueblo en Armas ORPA, luego llegarían las radios comunitarias.
  • Medios impresos como el No Nos Tientes, La Trenza, Los Azacuanes, el periódico Voz Popular en donde estuvieron Juan José Hurtado y Alfonso Porres y Patria Grande que fue una revista en versión tabloide donde Quimy De León fue también directora.
  • En el campo audiovisual Luciérnaga y Comunicarte.
  • En la era digital y el periodismo alternativo en su versión digital, aprendimos durante las movilizaciones antiglobalización en contra de la OMC en Seattle, fuimos testigos del surgimiento del Indymedia, Quimy estuvo ahí presente en 1999.

De esa cuenta fuimos parte del Indymedia Guatemala, con una estrecha relación con el Indymedia Chiapas y acompañamos al Indymedia Honduras, especialmente durante el golpe de estado. Este periodismo digital visibilizo el impacto del neoliberalismo en el mundo, el EZLN en Chiapas es el mejor ejemplo de como se hizo la comunicación alternativa a finales del siglo XIX.

La fotografía

De la fotografía aprendimos de varios maestros, con quienes tuvimos una estrecha relación, y contacto con algunos hasta la fecha, que creían en la importancia de hacer fotoperiodismo de guerra, por ejemplo: Rodrigo Moya en Mexico que documento a todas las guerrillas latinoamericanas en la revista Live desde los años 60. También Jonathan Moller, Rony Veliz, Mauro Calanchina y que también documentaron las luchas sociales y populares en la ciudad.

En el caso de Mauro Calanchina aprendimos el oficio de hacer fotografía y de editarla, nació en el año 2008 como un homenaje en vida, la muestra “Hilando la Memoria Tejemos Nuestra Historia” Movimiento estudiantil universitario de los años 70 y 80. Imágenes de Mauro. Hoy tenemos una parte del archivo fotográfico de Mauro como un legado para la actualidad.

También hemos aprendido trabajo de Javier Bauluz, premio Pulitzer de fotoperiodismo de guerra en España, actual director de Periodismo Humano del cual formamos parte.

 

El testimonio

Como Prensa Comunitaria, hemos asumido el testimonio como un género literario y como forma de hacer historia.

En América Latina, después de la Segunda Guerra Mundial, inicia una ola democratizadora y emancipadora que buscaba la democracia y la igualdad para toda la ciudadanía. El ejemplo del triunfo de la revolución cubana, inspiró a los movimientos revolucionarios, sociales y populares que se venían gestando en muchos países del continente que vivían profundas desigualdades, el embate de la represión dictatorial y los efectos del colonialismo que sostenía en el campo una realidad semi feudal y de esclavitud, principalmente eran los pueblos originarios y población que vivían en zonas rurales, quienes se encontraban en peores condiciones.

El campo de las ideas encontró tierra fértil para pensar el futuro y tratar de transformar la realidad de extremo sometimiento que se vivía. Hubo muchísimas alternativas que surgieron entonces, que fueron reconfigurando la posibilidad de construir otra narrativa, pensar críticamente por sí mismos y realizar contra hegemonía.

En este contexto surge el testimonio.

Otra forma de reflexionar sobre la realidad lo permitió como analiza George Yúdice dos factores gestaron el testimonio en América Latina: la “pedagogía de los oprimidos” de Paulo Freire y la teología de la liberación. Ambas propiciaron a los pueblos a pensar sobre sí mismos, desde sí mismos, a valorar el conocimiento propio y crear una narrativa que documentara, diera cuenta y denunciara lo que se estaba viviendo: organización y represión.

“Ambos ponen énfasis en la concientización, es decir, la adquisición de conocimiento de sí y del mundo que logran los grupos subalternos al enfrentar los discursos vigentes con su propia experiencia.”[1]  El sujeto de enunciación, el sujeto subalterno como propuso Paulo Freire “cambia el episteme”.

Esta influencia llegó hasta las profundidades del continente, y el movimiento continental empezó a nutrirse con el conocimiento de quienes hasta ese momento no habían podido “hablar”, este privilegio venía de la mano e implicaba la concientización que provenía de la praxis “la concientización, como praxis, implica otras bases de comunicación e interpretación, es decir, un marco epistemológico que no oculta la desigualdad tras una universalidad formal.”

La gente estaba viviendo los años más duros de la historia reciente, los regímenes oligárquico militares necesitaban junto al capital transnacional, reconfigurar el territorio para desarrollar un proyecto económico basado en la extracción y el expolio de la naturaleza.

La síntesis de la praxis de terror y represión más los niveles que alcanzó la conciencia política, favorecieron construir herramientas para documentar, denunciar y escribir lo que se estaba viviendo. Así surge el testimonio, éste fue su caldo de cultivo. Hay una estrecha relación fundamental entre el testimonio y la historia. En algunos países se habla de historia oral, la historia contada por, y recogida de, los que la han hecho o la siguen haciendo.[2]

En el caso de Guatemala podríamos decir que es con el libro de Rigoberta Menchú que en Guatemala se inicia un corpus testimonial que denuncia las atrocidades del genocidio y las dictaduras, que aún no ha sido cerrado. Aunque no es el primero ya Mario Payeras y Ricardo Falla habían abierto el camino.

El testimonio está íntimamente relacionado con la necesidad de construir procesos propios de memoria, verdad y justicia a partir de narrativas propias contra hegemónicas, en esto uno de los académicos que ha debatido al respecto George Yúdice aporta que testimonio es  “desde la historia oral y popular hasta textos literarios como las novelas, también a las crónicas de la conquista y colonización, los relatos vinculados a luchas sociales y militares como los diarios de campaña de Martí, el Che y Fidel y textos documentales que tratan de la vida de individuos de las clases populares inmersos en luchas de importancia histórica.”[3]

Ya ha sido debatido que “el carácter de ‘historia otra’ o de ‘historia alternativa’ que tiene el testimonio sólo parece posible cuando los ‘silenciados’ o ‘excluidos’ de la historia oficial intentan acceder a la memoria o al espacio letrado.” Cuando escribimos, es lo que estamos haciendo. Esto podemos debatirlo

Es en Cuba donde se institucionaliza el testimonio a finales de los sesenta, en el certamen literario de Casa de las Américas en 1970 se incorpora la categoría testimonio.

Podemos mencionar unas de las obras más reconocidas en este género testimonio a:

La Biografía de un cimarrón de Miguel Barnet (Cuba, 1966), Si me permiten hablar de Moema Viezzer (Brasil, 1974) “Me llamo Rigoberta Menchú y así me nació la conciencia” de Elizabeth Burgos (Venezuela, 1983) “Hasta no verte Jesús mío” de Elena Poniatowska, “La montaña es algo más que una inmensa estepa verde” y “Canción de amor para los hombres” del comandante del FSLN Omar Cabezas Lacayo (Nicaragua, 1982), “El trueno en la ciudad.” Mario Payeras (Guatemala, 1983) “Operación Masacre” de Rodolfo Walsh (Argentina, 1972) entre otros.

Los testimonios más emblemáticos latinoamericanos sin embargo, se gestaron en la década de los ochenta, por ser la década de más auge organizativo y represión. No es sorprendente que sea aquí donde se gestara la necesidad de “contar la verdad.” Algunos de los debates en los ochentas y noventas y que tienen mucha vigencia no solo en el campo de la literatura sino en lo político es:

  • El contexto social latinoamericano.
  • La verdad narrativa.
  • El papel del intermediario.
  • El poder del discurso.
  • El sujeto subalterno.

Muchos de los testimonios han sido cuestionados muy duramente, como es el caso de “Me llamo Rigoberta Menchú, y así me nació la conciencia” por el carácter político de gran envergadura que relata y por ser un libro que sale a la luz cuando el conflicto social en Guatemala se estaba desarrollando. Otros han sido cuestionados y criticados por aspectos como la verdad individual o colectiva o por los límites entre autobiografía y testimonio, como el caso de Omar Cabezas.

La académica Margaret Randall[4] aportó algunos elementos que a su juicio debieran tener un testimonio:

  • El uso de las fuentes directas;
  • La entrega de una historia, no a través de las generalizaciones que caracterizaban a los textos convencionales, sino a través de las particularidades de la voz o las voces del pueblo protagonizador de un hecho;
  • La inmediatez (un informante relata un hecho que ha vivido, un sobreviviente nos entrega una experiencia que nadie más nos puede ofrecer, etc.);
  • El uso de material secundario (una introducción, otras entrevistas de apoyo, documentos, material gráfico, cronologías y materiales adicionales que ayudan a conformar un cuadro vivo);
  • Una alta calidad estética.

El testimonio fue considerado como categoría dentro de la literatura en cuba en los años 70 y es en los años 80 en donde se escribieron los testimonios más emblemáticos, sin embargo para nosotros en Guatemala, aunque se escribieron obras importantes en estos años, hasta la fecha es insuficiente el material testimonial, y bibliográfico.

Hay muchísimos esfuerzos que se están llevando a cabo por diferentes personas para dejar un registro testimonial de lo que se vivió, en este momento como periodistas alternativos vemos en la importancia del testimonio y el registro, herramientas para investigar, reflexionar, escribir y hablar sobre los casos de la justicia y la memoria, los casos como: la quema de la embajada de España, el Genocidio Ixil, el Diario Militar, Marco Antonio y Emma Molina Theissen, la Zona militar No. 21 de Coban Alta Verapaz ahora Creompaz, la Masacre de Las Dos Erres, Sepur Zarco.

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Para ir cerrando el carácter de nuestro trabajo lo ubicamos como un proyecto hibrido que utiliza el bagaje teórico político e histórico de antes de los acuerdos de paz, intencionado hacer uso del pensamiento latinoamericano, desde una lógica de continuidad historica, nada de lo que hacemos tiene la lógica de “esto apenas empieza“.

En el que hechamos mano del arte, la fotografía, el video, y las nuevas tecnologías, para que seamos los propios sujetos quienes escribamos la otra historia.

Y en este esfuerzo el periodismo es solo una herramienta y cuando decimos periodismo no hablamos de la lógica positivista del periodismo del siglo XIX que proponía la neutralidad, si no del periodismo actual, revitalizado y situado.

Para el lugar de enunciación es imprescindible, como imprescindible es aportar a la construcción de una cultura Nuestro Americana, que incluso utiliza códigos culturales que no necesariamente son propios pero que nos sirven, como el internet. Y aunque este uso de todo puede ser un encuentro simbiótico cultural que a veces choca, pero que se integra.

Por lo tanto representarnos a nosotros mismos en los medios, crear nuestros propios medios, ser nosotros los medios, forma parte de una subcultura, en donde nos nombramos desde lo propio.

 

 

[1] [1] Yúdice, George. “Testimonio y concientización”. Pág. 221. Beverley y Achugar, 1992. Versión digital.

[2] Randall, Margaret. Qué es y cómo se hace un testimonio. La Historia y la voz del Otro. 1ª Edición. Latinoamericana Editores. Lima – Berkeley, 1992.

[3] Yúdice, George. “Testimonio y concientización.” La Voz del Otro: Testimonio, subalternidad y verdad narrativa.”  1ª Edición. Latinoamericana Editores. Lima – Berkeley, 1992.

 

[4] Randall, Margaret. Qué es y cómo se hace un testimonio. La Historia y la voz del Otro. 1ª Edición. Latinoamericana Editores. Lima – Berkeley, 1992.

 

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