Movimiento estudiantil universitario de los años 70 y 80

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Créditos: Carlos Cano.
Tiempo de lectura: 15 minutos

Texto: Juan José Hurtado Paz y Paz

Fotografías: Carlos Cano

B’elejeb’ Ajmaq (17 de octubre de 2016)

 El movimiento estudiantil ha jugado el papel de detonante y ha sido fuerza fundamental en los momentos clave de la historia de Guatemala. Por ejemplo, en: el derrocamiento de la dictadura de Estrada Cabrera en 1920, en la Revolución del 20 de Octubre de 1944, en las luchas estudiantiles de 1956, en las Jornadas de Marzo y Abril de 1962; el papel de la Universidad a inicios de los años de 1970 como tribuna política y los estudiantes como portavoces del debate en ese período de la reconstrucción de las fuerzas de izquierda, la oposición al fraude electoral en 1974, el apoyo a los sectores populares luego del terremoto de 1976, el acompañamiento a las luchas obreras, campesinas y de otros sectores populares del período, la lucha contra el aumento al pasaje en octubre de 1978 y muchos momentos más.

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En mi caso, me voy a referir a un período específico del movimiento estudiantil universitario del cual fui partícipe. Concretamente hablaré del período entre 1976 y 1981, en que se experimentó un auge de las luchas sociales, populares y revolucionarias que, sin idealizarlas, forman parte de la historia heroica de lucha y resistencia de nuestros pueblos.

Comienzo rindiendo merecido homenaje a todas y todos los universitarios y estudiantes de educación media que han dado su vida en el afán de poner la educación al servicio del pueblo y construir una Guatemala digna. Su sacrificio ha sido el costo que se ha tenido que pagar para llegar hasta donde estamos ahora, con todas las limitaciones e imperfecciones de lo que hay. Lamentablemente, en un país como el nuestro, no pudo ser de otra manera.

Retomo ideas que he expresado en otros momentos, que reflejan una continuidad de pensamiento.

En mi exposición seguramente utilizaré los conceptos que se usaban en aquella época; aunque varios de ellos hayan caído en desuso y sean cuestionados con razón, habría que desempolvar otros porque siguen siendo válidos, por ejemplo, las categorías de clase social.

Por lo limitado del tiempo, serán apenas “brochazos” de esta experiencia, la cual hace falta aún sistematizar más y sobre todo por parte de quienes fueron sus protagonistas, de manera colectiva, por tratarse de un movimiento que no se puede ni debe individualizar. El egocentrismo no tiene cabida en procesos sociales.

Procuraré hacer una síntesis, por lo que dejaré mucho sin mencionar y más aún no profundizaré en causas y consecuencias, pues esto requiere de más detenimiento.

Sin embargo, buscamos propiciar la reflexión del pasado, no con un sentido nostálgico, sino porque conociendo la historia, tenemos una mejor comprensión para la lucha presente y la construcción de futuro.

Asimismo procuramos un encuentro de generaciones, en que las personas que hemos vivido más tiempo podamos compartir nuestras experiencias, sin idealización de ningún tipo, de forma autocrítica y abiertos a aprender de las nuevas generaciones, en quienes ciframos nuestras esperanzas.

Qué es la Universidad y quiénes participan de ella:

La Universidad es una institución educativa, para formar a cuadros técnicos y profesionales necesarios para el funcionamiento del sistema. Desde un análisis marxista, se ha catalogado como parte de la superestructura.

Socialmente, a quienes participan en ella, se les ubica en las capas medias de la sociedad; segmento minoritario, privilegiado de la población. A la fecha, se estima que aún es apenas el 2 por ciento de la población la que llega a tener estudios universitarios. Ser privilegiado es a su vez una gran responsabilidad.

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Sin embargo, las cosas no son mecánicas, ni las dualidades en blanco y negro, sino con muchos matices y tensiones. De manera que en el seno de la Universidad se reflejan también los procesos y las contradicciones de la sociedad.

Por su naturaleza, las universidades son un espacio de discusión de ideas y conocimientos, por lo que también hay espacio para el surgimiento de propuestas innovadoras, democráticas, progresistas y revolucionarias.

Particularmente, la Universidad de San Carlos de Guatemala, ha jugado un papel progresista en la historia del país, papel que se busca recuperar.

 Antecedentes inmediatos:

La década de 1960 en la historia de Guatemala está marcada entre otras cosas por el surgimiento de la lucha armada revolucionaria y la derrota temporal del movimiento guerrillero.

El Partido Guatemalteco del Trabajo (PGT) se había constituido durante la revolución democrática de 1944 (el 28 de septiembre de 1949, cuando se realizó su primer congreso) y fue la única fuerza política democrática del período que sobrevivió a la contrarrevolución, pasando a la clandestinidad, luego del derrocamiento de Jacobo Árbenz en 1954.

El triunfo de la Revolución Cubana en 1959 sacudió al continente, con la victoria, a apenas 90 millas del imperio, de un movimiento armado insurgente (que no era en sus inicios Partido Comunista) y que tomó el camino del socialismo.

En 1960, en Guatemala, en el seno del Ejército, se produjo un movimiento armado que se rebeló contra la corrupción del gobierno de Miguel Ydígoras Fuentes y contra la actitud servil de ese gobierno ante Estados Unidos, el cual prestó el territorio del país para preparar una invasión contra Cuba. De este movimiento frustrado surgió el Movimiento Revolucionario 13 de Noviembre (MR-13), que tuvo como figuras destacadas al comandante Luis Augusto Turcios Lima, de quien el pasado 2 de octubre se conmemoró el aniversario número 50 de su muerte, y el comandante Marco Antonio Yon Sosa.

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Este movimiento entró en contacto con el PGT y con la organización estudiantil Movimiento 12 de Abril, surgido luego de las Jornadas de Marzo y Abril del 62, lo que dio lugar a la creación de las Fuerzas Armadas Rebeldes (FAR). Uno de sus frentes principales fue el Frente Guerrillero Edgar Ibarra, que aportó elementos ideológicos innovadores al Movimiento Revolucionario.

Sin embargo, la contrainsurgencia llevada a cabo por el Ejército, logró derrotar temporalmente al movimiento guerrillero de la década de 1960 que se había desarrollado principalmente en el oriente del país (área predominantemente mestiza), lo cual obligó a una recomposición de las fuerzas revolucionarias, buscando superar debilidades que motivaron esta derrota.

Entre las discusiones de la época, podemos señalar los siguientes temas

a. La naturaleza de la lucha revolucionaria y el carácter de los cambios que el país necesita: reforma democrática o revolución socialista inmediata; el papel de las diferentes clases y sectores sociales en la revolución; la contradicción clasista y el papel de los pueblos originarios en la revolución.

b. La estrategia para hacer la revolución: la preeminencia de la lucha política o de la lucha militar.

En ese contexto, surgieron nuevas organizaciones revolucionarias: el Ejército Guerrillero de los Pobres (EGP), cuyo núcleo fundador ingresó al país el 19 de enero de 1972 y surgió a luz pública el 7 de junio de 1975, y la Organización del Pueblo en Armas (Orpa), que se dio a conocer públicamente el 18 de septiembre de 1979.

¿Por qué le he dado tanto espacio para hablar del movimiento revolucionario? Porque para comprender el movimiento estudiantil de la década de los años 70 e inicio de los años 80 del siglo XX es necesario, pues la vinculación entre el desarrollo del movimiento estudiantil con la lucha revolucionaria era muy estrecha. No se puede separar de manera tajante uno de la otra, a la vez que no distinguir sus diferencias condujo a la confusión de sus roles.

El desarrollo del movimiento estudiantil de los años 70

 A inicios de la década del 70, en la Universidad de San Carlos se expresaba un debate político importante en el proceso de reconfiguración de las fuerzas de izquierda. Entre las figuras representativas de los debates estaban Severo Martínez Peláez, por un lado y Jean-Loup Herbert y Carlos Guzmán Böckler, por el otro.

También se desarrollaban movimientos de transformación académica en las facultades de Medicina y Arquitectura, hubo un movimiento estudiantil para la creación de la Escuela de Psicología y la Escuela de Historia, independientes de la Facultad de Humanidades, así como la creación de la Escuela de Ciencias de la Comunicación.

En general, se hacían esfuerzos por elevar la calidad académica de la universidad, con un sentido social; así como empoderar a las y los estudiantes en la conducción de la universidad.

A mediados de los años 70 y al principio de los años 80 del siglo XX, hubo dos expresiones políticas estudiantiles principales: la Alianza Democrática Frente y el Frente Estudiantil Revolucionario Robin García (FERG); la primera autoidentificada como “izquierda democrática”, vinculada a la Juventud Patriótica del Trabajo (JPT), ala juvenil del PGT (partido comunista), y la segunda definida como una “organización revolucionaria de masas”, es decir, con un posicionamiento revolucionario, vinculada con la estrategia de la Guerra Popular Revolucionaria y particularmente con EGP.

En el movimiento estudiantil hubo influencia también de otras fuerzas revolucionarias, como las de Orpa, FAR, PRTC y MRP.

Frente y FERG fueron fuerzas vigorosas con presencia en el ámbito interno de la universidad y con una fuerte proyección hacia el resto de la sociedad. Sin embargo, vale decir que el FERG nunca estuvo al frente de la AEU, aunque sí al frente de varias Asociaciones Estudiantiles de diversas unidades académicas, como las de psicología, medicina, derecho, farmacia, ingeniería, entre otras. Frente por su lado, en un momento dado además de estar al frente de la AEU, también tenía una vinculación estrecha con las principales autoridades universitarias, así como con catedráticos y con el Sindicato de Trabajadores de la Universidad de San Carlos (STUSC).

Frente y FERG realizaban labores similares, aunque con posiciones divergentes, en dos sentidos:

a) A nivel interno de la universidad, una acción propiamente sectorial (gremial), buscando elevar la calidad de la educación universitaria, con una proyección social.

b) A nivel externo, con su inserción política en la sociedad, como movimiento solidario, acompañante de las luchas populares y sociales.

Asimismo el internacionalismo era un principio vigente en los movimientos sociales de la época. En el horizonte estudiantil, estaba también la visión de lucha compartida con los demás pueblos del mundo. Por ello se mantuvieron relaciones estrechas con organizaciones estudiantiles de otros países y participación en instancias estudiantiles y juveniles internacionales, como la Organización Continental Latinoamericana y Caribeña de Estudiantes (Oclae).

A lo interno de la Universidad, el movimiento estudiantil reivindicaba derechos estudiantiles. Para ello, se procuraba participar en los espacios de decisión tanto de las unidades académicas, como de la universidad en su conjunto, particularmente en el Consejo Superior Universitario (CSU).

Se buscaba elevar la calidad académica, dándole un sentido a la educación universitaria como formadora de pensamiento crítico y reforzar el sentido social del profesional universitario.

Las actividades de los grupos estudiantiles universitarios eran diversas, no sólo en lo académico, sino en lo artístico, cultural, deportivo y social. Se buscaba atraer a las y los jóvenes hacia las organizaciones, respondiendo a sus intereses inmediatos y gustos particulares, de manera que las y los jóvenes encontraran un lugar donde encajar. Las opciones para participar eran múltiples: grupos de música, grupos de teatro, grupos de periódicos y radio, equipos deportivos, grupos de estudio académico y otras expresiones organizadas. Se hacían fiestas, torneos deportivos, campañas de extensión universitaria, etcétera. Para ello, los grupos políticos estudiantiles y asociaciones se estructuraban en comisiones o secretarías.

En la segunda mitad de la década de 1970, el movimiento estudiantil creció y se radicalizó. Quienes participaban en el movimiento estudiantil procuraban y se esforzaban por ser activistas sociales y a la vez ser buenos estudiantes; había un compromiso por formarse y servir.

Es importante resaltar como parte de la experiencia, que los grupos estudiantiles organizados daban atención a su fortalecimiento interno. Se desarrollaban cursillos (como se les llamaba entonces), seminarios, congresos y se cumplían planes de formación.

Asimismo se prestó atención a elementos de mística interna, de identidad, orgullo y compromiso, por ser parte de una agrupación.

Para la participación en el marco de las luchas sociales y populares el FRENTE y el FERG se vincularon con el Comité Nacional de Unidad Sindical (CNUS). A su vez, mantenían afinidad y coordinación con otras organizaciones con posicionamientos político-ideológicos similares.

Por las aulas universitarias pasaban sindicalistas, campesinos, pobladores de asentamientos y otras personas que requerían de apoyo para sus luchas. Asimismo los estudiantes se hacían presentes no solo en las manifestaciones, sino también en la toma de fábricas, de terrenos, acompañando con música, teatro y otras expresiones concretas de solidaridad.

Un elemento presente era la propaganda permanente de los estudiantes organizados hacia el conglomerado estudiantil y fuera de este, a través de mosquitos, volantes, periódicos, afiches, mantas, murales, radios locales (haciendo uso de altoparlantes), entre otras y eventualmente en medios de comunicación privados.

La universidad era un referente de solidaridad.

Cuando había manifestaciones grandes, era frecuente que los estudiantes –particularmente del FERG– hicieran uso de las instalaciones universitarias para albergar a los campesinos, indígenas en su mayoría, provenientes de occidente y la costa sur, que no lograban regresar a sus lugares de procedencia ese día. Se instalaban cocinas populares en los patios de los edificios –muchas veces organizadas por los pobladores– para la alimentación de los presentes y se dormía sobre las mantas utilizadas durante la manifestación. Los estudiantes organizaban actividades político-culturales y siendo los anfitriones, también eran responsables de brindar la seguridad en el lugar.

La universidad y particularmente las y los estudiantes eran vistos como un referente, fuente de información creíble y de solidaridad. En el imaginario social, “los muchachos” de la U eran personas rebeldes, luchadoras, valientes, que estaban por las causas justas y con quienes se podía contar. El periódico huelguero No Nos Tientes era esperado porque en medio de una jocosidad de altura, la población obtenía información y análisis de la situación del país.

Este imaginario también tuvo eco en las clases dominantes y sus fuerzas represivas, quienes veían a la Universidad como “reducto de comunistas” y “nido de guerrilleros”. De ahí el trato que la Contrainsurgencia dio a la Usac, atacándola de múltiples formas, hasta llegar a intervenciones como la ocurrida durante el gobierno de Manuel Arana en 1970, y la persecución y asesinato de estudiantes, catedráticos, trabajadores y autoridades de la Usac.

La represión ha sido una constante, hasta nuestros días, para tratar de acallar las luchas por la transformación del país. En un inicio, esta motiva indignación, repudio, movilización, conduce a una mayor radicalización y genera nuevas luchas. Así fue, por ejemplo, la respuesta ante el asesinato de Mario López Larrave, en junio de 1977, ante el secuestro y asesinato de Leonel Caballeros y Robin García, a finales de julio y primero días de agosto de 1977, el asesinato de Oliverio Castañeda de León, el 20 de octubre de 1978 y la Masacre en la Embajada de España, el 31 de enero de 1980, para mencionar solo algunos casos emblemáticos.

De hecho, hacer frente a la represión fue lo que dio lugar a la formación de la más amplia alianza de organizaciones políticas democráticas, sociales y populares de la época que se llamó el Frente Democrático contra la Represión (FDCR), del cual fueron parte también partidos políticos como el Frente Unido de la Revolución (FUR), el Partido Socialista Democrático (PSD) e inclusive sectores de la Democracia Cristiana (DC). El acto de constitución de este frente se realizó precisamente en el campus central de la Usac, en febrero de 1979.

Sin embargo, no debemos idealizar. Aunque muchos estudiantes estaban organizados y participaban activamente, nunca fue la totalidad del estudiantado. También es necesario reconocer que desde entonces hubo algunos rasgos de oportunismo y corrupción en algunos integrantes del movimiento estudiantil. Uno de los rasgos más negativos del movimiento estudiantil de la época fue el terrible sectarismo entre las tendencias de este, que degeneró en descalificación y desprestigio mutuo, llegando a una confrontación tal que derivó incluso en agresiones físicas.

Muchos estudiantes rechazaban este enfrentamiento entre fuerzas similares, comparándolas con los partidos politiqueros, al punto que optaban por tomar distancia y si tenían conciencia política, buscaban otros espacios de participación.

La lucha estudiantil y popular ahogada en sangre

Como hemos dicho, la represión –encubierta o institucionalizada– ha sido una constante en la historia de Guatemala, la que se manifiesta de manera cíclica, correlativa a la amenaza (real o no) que perciben los sectores dominantes.

La represión selectiva golpeaba a los universitarios desde años anteriores. Sin embargo, llegado a un punto, la represión se convirtió en masiva e indiscriminada.

La Masacre de Panzós, ocurrida el 29 de mayo de 1978, marca este giro. Otro hecho que muestra la brutalidad del régimen fue la Masacre en la Embajada de España, el 31 de enero de 1980.

El 1 de mayo de 1980 marca un parteaguas en el movimiento social de la época. Por una parte, la radicalización condujo a que el CNUS enarbolara la consigna de “Derrocar al Gobierno de Lucas e instaurar el Gobierno Revolucionario Popular y Democrático”, en un llamado claramente insurreccional. Por su parte, las fuerzas represivas estatales desaparecieron a por lo menos 100 personas participantes en la manifestación. Es decir, el costo en vidas humanas de una manifestación era demasiado alto.

El 21 de junio de 1980, se produjo el secuestro masivo de 27 líderes sindicales en la Central Nacional de Trabajadores (CNT). Dos meses después, el 24 de agosto del mismo año, se produjo otro secuestro similar en la finca Emaús, ahí fueron capturadas y desaparecidas 17 personas, entre líderes sindicales e integrantes de la Escuela de Orientación Sindical de la Universidad de San Carlos.

En el caso de la Usac, la masacre de 8 estudiantes en el campus central el 14 de julio de 1980 hizo ver una vez más que los espacios para la lucha amplia de masas se estaban cerrando. En consecuencia las organizaciones sociales fueron adoptando formas semiclandestinas de trabajo. Sin embargo, estas luchas perdieron su masividad.

Aún en 1981, se llevó a cabo el desfile bufo de La Huelga de Dolores, esta vez ya no en las calles del centro histórico de la ciudad de Guatemala, sino en el interior de campus universitario. Este destacó por su alto nivel de organización y su contenido claramente revolucionario.

A partir de julio de 1981, la contrainsurgencia golpeó de manera directa casas de seguridad de la insurgencia guatemalteca, desarticulando a los frentes urbanos de las distintas organizaciones revolucionarias. Esto precipitó que miembros de organizaciones sociales, que a su vez eran militantes de las organizaciones guerrilleras, optaran por integrarse a los frentes guerrilleros de la montaña o salieran al exilio. Otros más quedaron dispersos y neutralizados.

Todavía en 1982 se hicieron intentos por rearticular formas de lucha social. Pero para entonces, el movimiento social ya había sido desarticulado y no había espacios para la lucha política de las masas. Esa historia trágica de represión permite también entender en parte las dificultades que afronta la Usac hasta hoy día.

Pero, el movimiento estudiantil no se resignó a morir. Años más tarde, comenzó a renacer. Esto fue así porque sus raíces se encuentran en las condiciones de injusticia que persisten y en el espíritu rebelde de la juventud, que no se conforma con seguir igual.

El movimiento revolucionario y el movimiento estudiantil

Algunos han querido ver al movimiento estudiantil como una prolongación de las organizaciones revolucionarias (incluso los sectores ultraderechistas mantienen este viejo discurso para criminalizar las luchas sociales). Igualmente equivocado es pretender negar el vínculo entre movimiento revolucionario y movimiento estudiantil. Ambos estuvieron interrelacionados, fueron complementarios, se nutrieron mutuamente, por lo que por momentos es difícil marcar los límites y establecer las diferencias entre uno y otro.

Un principio fundamental de la estrategia revolucionaria con relación a la población era partir de sus intereses inmediatos, de sus necesidades más sentidas y reivindicaciones gremiales, para desarrollar su organización y conciencia, no solo en función de la guerra, sino en función de sí mismas y como parte de su proceso formativo.

Se entendían las luchas sociales en oleadas, de auge y reflujo, de manera que lo que se procuraba era avanzar en el desarrollo de la organización y la conciencia de los diferentes sectores, de tal forma que cuando se produjera el reflujo, no se regresara al mismo nivel que existía antes, sino que la conciencia y organización sectorial quedara en un nivel superior.

En particular, el sector estudiantil era conceptualizado como parte de las “capas medias” y por lo tanto, se entendía como una fuerza aliada a las que se consideraban como las fuerzas motrices de la revolución: obreros y campesinos.

Se reconocía que las y los estudiantes contaban con ciertos conocimientos académicos que les dan ciertas ventajas y podían ser aprovechados, en un sentido positivo, para el desarrollo de la guerra revolucionaria. Además por su juventud y otras características propias, se consideraban un sector que podía nutrir a las fuerzas guerrilleras.

Algunos aprendizajes y retos:

 Históricamente está demostrado que la juventud, por características propias de esta etapa de la vida, ha sido y es fuerza principal en los grandes cambios sociales. Por lo tanto, los estudiantes de hoy tienen grandes retos para contribuir a que el movimiento estudiantil retome el papel que le corresponde.

  1. El Movimiento Estudiantil es expresión de su tiempo, en el cuál actúa. Las décadas de los años 60 y 70 del siglo XX fueron de gran efervescencia social y política, de muchos cambios. Eran tiempos de transformación, llenos de sueños y esperanzas. Se tenía ideales, referentes, proyectos claros y estrategias coherentes para alcanzarlos, equivocados o no.

Ese contexto no es el que se vive actualmente. Al no tener referentes claros ni propuestas alternativas sólidas, se hace más difícil organizar y movilizar a los estudiantes, con una orientación precisa.

De manera que un reto es construir nuevos paradigmas y referentes que sean la inspiración.

  1. Una de las razones que explican el crecimiento y la vitalidad de la organización estudiantil de esa época fue haber sabido abordar a las y los estudiantes desde sus intereses inmediatos, para vincularlos a una perspectiva revolucionaria.

Un reto permanente para el liderazgo estudiantil es conocer a las y los estudiantes, sus características políticas y sociales, sus intereses e inquietudes, para saberlos abordar. Se debe ofrecer diversidad de opciones de participación y organización, que motive a las y los estudiantes.

  1. La represión no es algo pasado. Lamentablemente sigue vigente, con características diferentes. Sin embargo, vemos cómo desde el Estado y en el discurso de los empresarios, se criminaliza la lucha social. Asimismo hay otras fuerzas ejerciendo represión. Por lo tanto, un reto para los movimientos sociales y su dirigencia es contemplar medidas de seguridad que les permitan protegerse.
  1. En este mundo en que domina un capitalismo neoliberal depredador, en que se impone la ideología del individualismo y del sálvese quien pueda, de pérdida de valores humanos, encontramos vicios muy profundos que si bien existieron también en el pasado, ahora se han exacerbado y son problemas para el desarrollo del movimiento estudiantil.

De manera que otro reto es promover la unidad de fuerzas diversas, sin pretender uniformarlas, buscando lo que les es común, superando el sectarismo y la competencia. Se debe desarrollar una visión amplia, de país, superando la sectorización en que hemos caído, para fortalecer lazos de solidaridad.

Vemos con mucho optimismo la presencia de tantas y tantos estudiantes el día de hoy. Asimismo nos animan los esfuerzos que se están haciendo desde varias asociaciones estudiantiles de diferentes unidades académicas por recuperar la Asociación de Estudiantes Universitarios (AEU) que se encuentra actualmente cooptada. Les deseamos muchos éxitos y adelante en la lucha.

BIBLIOGRAFÍA:

ALVAREZ ARAGÓN, Virgilio (2002); Conventos, Aulas y Trincheras. Universidad y movimiento estudiantil en Guatemala, Volumen II El sueño de transformar, Guatemala, FLACSO.

EJÉRCITO GUERRILLERO DE LOS POBRES (1978); Línea de Masas del EGP Nivel III, Guatemala, mimeografiado.

Hace 25 años, ¿vos dónde estabas? (2006); Voces que cuentan, memoria nuestra, Guatemala

HURTADO PAZ Y PAZ, Juan José (1998); Elementos de la Historia del Movimiento Revolucionario Guatemalteco, publicado en “Cuadernos África América Latina, Revista de Solidaridad, Cooperación, Debate, Análisis y Cultura. Internacional No. 31; España, págs. 5 – 17.

______________________ (2005); La Propaganda Política del Ejército Guerrillero de los Pobres – EGP – durante el Conflicto Armado Interno. Una experiencia de comunicación política (1975 – 1980), tesis presentada para obtener el título de Comunicador Social; Guatemala, Universidad Rafael Landívar.

Oficina de Derechos Humanos del Arzobispado de Guatemala – ODHAG – (2004); Era tras la vida por lo que íbamos… Reconocimiento a jóvenes del Movimiento Estudiantil Guatemalteco; Guatemala, ODHAG.

_____________________ (2009); ¿Por qué ellas y ellos? En memoria de los Mártires, Desaparecidos y Sobrevivientes del Movimiento Sindical de Guatemala, Guatemala, Centro Impresor Piedra Santa S.A.

Otras referencias:

Asociación de Estudiantes de Ingeniería, Alejandro Cotí, en http://aeiusac.wordpress.com/alejandro-coti/

Comisión de Esclarecimiento Histórico (1998), Caso ilustrativo No. 51 Desaparición forzada de miembros de la Central Nacional de Trabajadores (CNT) en la ciudad de Guatemala y en la finca “Emaús Medio Monte”, tomada de http://raulfigueroasarti.blogspot.com/2012/06/desaparicion-forzada-de-miembros-de-la.html

 Frente Democrático contra la Represión – FDCR – (1979); Proclama del Frente Democrático contra la Represión, tomada de https://books.google.com.gt/books?id=1xFMbBqjzmsC&pg=PA211&lpg=PA211&dq=Frente+Democr%C3%A1tico+contra+la+Represi%C3%B3n&source=bl&ots=_93i4KN1ls&sig=35eE9QqzyQ1hRc6yfJqgiXzwTG0&hl=en&sa=X&ved=0ahUKEwiD6vKggd7PAhVJGx4KHRgXB-MQ6AEIMjAD#v=onepage&q=Frente%20Democr%C3%A1tico%20contra%20la%20Represi%C3%B3n&f=false

 Hurtado Paz y Paz, Juan José (2002); Comentario al Texto “Conventos, Aulas y Trincheras” de Virgilio Álvarez

_____________________ (2005); El Papel de los Estudiantes en la Vida Nacional 1980-2005, Ponencia en el Foro Académico y Lección Inaugural de la Facultad de Ciencias Económicas de la USAC

______________________ (2007); ¡Queremos a Robin Vivo!, artículo publicado en la Revista Digital Albedrío http://www.albedrio.org/htm/articulos/j/jjh-005.htm

______________________ (2015); Publicado en https://comunitariapress.wordpress.com/2015/08/07/memoria-historica-la-lucha-del-frente-estudiantil-revolucionario-robin-garcia/

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