Créditos: Cortesía.
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Por: Elmer Ponce

La escasa visión ambiental, la poca o nula gestión y la falta de voluntad de los alcaldes municipales y sus concejos han sido el motivo y la razón por la que hoy en día, en muchos pueblos y ciudades del país no se cuente con drenajes o alcantarillas para tratar las aguas residuales. Muchas de estas aguas van a dar a los nacimientos de agua o a los arroyos y a los ríos, contaminando este recurso tan valioso. El municipio de Sayaxché, en el departamento de Petén, no es la excepción. Durante muchos años, gran parte de los desagües –si no es que todos– van a dar al río La Pasión y a fuentes de agua de menor tamaño. Las aguas de todo tipo de aproximadamente 10 mil personas que viven en el casco urbano de esta población van a dar al río, donde se pueden visualizar más de 7 desagües o puntos directos que caen a tan importante afluente, de donde por muchos años la población ha sobrevivido de la pesca y la utilización de su agua y como medio de transporte a muchas de las comunidades y centros turísticos en la zona.

A mediados de 2015, todas las municipalidades del país tenían el compromiso de dar su informe de la situación,  en materia de tratamiento de aguas residuales. Sin lugar a dudas, muchas de estas se quedaron cortas en este informe y la municipalidad de Sayaxché no puede escaparse de este señalamiento.

“A la población residente del casco urbano parece importarle poco este y otros problemas que aquejan al municipio, especialmente todo lo que tenga que ver con el tema de medio ambiente. Y no solo eso sino que ante los grandes robos que se han hecho en la municipalidad, vemos a los exfuncionarios municipales con carros de último modelo fincas y hasta maquinaria pesada y ahí andan como si nada, y la población puros zombis”, nos dice un vecino comerciante del lugar que no quiso identificarse.

“La contaminación con aguas negras de cualquier tipo, aguas de baños de la gente o de alguna empresa debería de castigarse como un delito porque imagínese usted cuando no podamos agarrar agua ni del Pasión, qué vamos a hacer”, dice doña Alicia López, vendedora de tortillas en una de las cuadras del barrio la Esperanza. Sin el conocimiento de que existe una ley que castiga este tipo de contaminación, pero que hasta el momento solo se mantiene en papel porque las autoridades nada han hecho por que se cumpla. Basta ver el ejemplo de la contaminación y muerte de toneladas de peces en 2015 en el río.

Segundo a segundo, los 7 desagües frente al río La Pasión con fuertes cargas de aguas negras o residuales caen sin parar, los 365 días del año, ya que ni los vecinos ni ninguna autoridad municipal o del Ministerio de Ambiente y Recursos Naturales dice ni hace nada. Mientras tanto, el bello río La Pasión agoniza y lleva el mismo destino de aquel otro imponente río que en algún momento fue y que atraviesa buena parte del territorio guatemalteco: el río Motagua, que se está convertido en un desagüe debido a la impunidad, la poca responsabilidad y la falta de visión medioambiental de un pueblo y de sus autoridades.

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